Limite Rural...

Noche larga

—Una habitación, por favor —le digo al recepcionista del hotel.

—¿Planeas quedarte una noche? —preguntó con amabilidad, inclinándose un poco hacia mí.

—Ya veré luego—respondí, esquivando los detalles.

—Está bien, son 15.000 ¡El primer día está en oferta! —añadió con una sonrisa para aligerar el ambiente.

-Saqué el dinero, se lo entregué, y justo cuando me iba a retirar, el hombre me detuvo con una pregunta.

—¿Ya recorriste allá atrás, verdad? —dijo, señalando hacia la calle que había dejado atrás.

—Sí, vi un par de cosas—le respondí sin preámbulos.

—Ya veo... Es raro como unas cuadras pueden hacer una gran diferencia verdad? Pareciera que este barrio estuviera dividido en dos.

—Interesante. ¿Alguna vez has tenido inconvenientes por eso? —le pregunté de curioso.

—¡Ufff! —exclamó mientras soltaba una breve carcajada amarga—. Varias veces. Mayormente por cosas como gente contrabandeando droga, cosas por encargo o peleas entre vecinos. Pero el caso más grave... —hizo una pausa mientras apoyaba ambas manos sobre el mostrador— fue una vez que intenté separar a dos huéspedes. Uno de ellos tenía un cuchillo, ¡enorme! De esos de carnicero, ¿sabes?

Asentí, intrigado.

—El tipo se lanzó contra la otra persona, y claro, yo estaba en el medio tratando de calmarlos. Y bueno, ya sabrás... —Levantó la manga de su camisa, dejando a la vista una cicatriz larga en su brazo.

—¿Y qué pasó con el agresor? —pregunté, intentando conectar las piezas.

Bueno, digamos que atacar a lguien de esa manera tiene consecuencias. Le quitamos el cuchillo, lo golpeamos un poco y lo llevamos a la comisaría. Aquí los policías siempre llegan después de todo, así que quedó en manos de la ley. Pero... —Se pausó mientras apretaba sus labios por dentro— cuatro días después lo vi caminando por la calle de nuevo... Y el vecino con el que peleó esa noche no lo dejó pasar. Se le acercó directamente con una Ballester Molina. ¿Sabes lo que hacen cuatro disparos de un calibre 11?

Asentí otra vez, pero esta vez no dije nada...

--Entonces creo que sería mejor no describirtelo...-

Su mirada quedó fija por unos instantes, como si estuviera recordando ese momento. Luego sacudió ligeramente la cabeza y volvió a su tono profesional.

—En fin, está es tu llave de tu habitación. Es la número 10. Tienes agua, cocina y baño. Cualquier cosa que necesites, me avisas va?

-Por supuesto - le respondí mientras luego me dirigí a mí habitación.

Entro a la habitación, y lo primero que noto fue el tono deslumbrado de las paredes. Un blanco malgastado que hacía evidente que no recibió una nueva capa de pintura hace tiempo. Sin embargo, el suelo contraresta bastante: las cerámicas parecen recién instaladas, lisas y pulidas, como si hubieran intentado compensar el abandono de otros detalles. Es una habitación pequeña y sencilla, tampoco puedo exigir demasiado.

Me siento en la cama. De pronto, mis ojos se fijaron, casi de manera automática, en un punto vacío frente a mí: la taza de agua sobre un mueble blanco. Permanecí así, inmóvil, notando cómo mi respiración llenaba el silencio tenue y contando los niveles de mí respiración: Inhalando siete segundos, exhalaba en cinco. Un ciclo constante que, aunque no me relajaba por completo, al menos mantenía mi mente ocupada.

Entonces, un sonido interrumpe mi trance. Una alarma!

El ruido es bajo, como si estuviera cubierto por algo. levanto la sábana de la cama. Ahí esta: un reloj.

Probablemente era del huésped anterior, y digo era porque ahora es mío.

Sencillo pero atractivo: negro, con una tapadera resistente y un diseño que transmitía cierta elegancia. fáciles de manejar, y la fluidez de sus manecillas resultaba casi hipnótica. Me preguntó cuánto vale ¿Unos 20 mil Quizas? De todas formas, que importa, ya me encariñe.

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Me siento agotado, he recorrido mucho esta noche. Mejor me serviré un vaso de agua y trataré de acostarme...

Cerré los ojos lentamente, intentando dormir. Pero algo no estaba bien. Mí mente funcionaba como una máquina inatajable, lanzando pensamientos y escenarios aleatorios, como una voz interior que no se callaba. Me moví de izquierda a derecha, cambiando de posición una y otra vez, buscando un lugar cómodo desde la cama. Mis ojos se abrían y cerraban por segundos.

Solté un largo suspiro frustrado por mi incapacidad de dormir. Me levanté nuevamente para tomar agua, esperando a que el líquido fuera un tranquilizador mágico. Pero no funcionó. Volví a la cama, repitiendo el ciclo de acostarme y cerrar los ojos, pero el sueño seguía siendo esquivo.

El tiempo parecía detenerse. Sentía como si hubiera pasado una eternidad con los ojos cerrados, pero aún no lograba dormir. ¿Que es lo que me mantiene tan despierto?

Me siento cansado, pero al mismo tiempo, una extraña energía recorre mi cuerpo, como si estuviera alerta sin razón. Arrojé la frazada al suelo. Quizás mi cuerpo está agobiado.

Dejaré que el ventilador me refresque un poco.

Al tiempo el frío me obligó a volver a taparme de nuevo. Escucho voces. ¿Es mi mente jugando conmigo, o esta entrando en un estado entre el sueño y la vigilia? Mi mano descansa en mi pecho, sintiendo cómo mi corazón late en un ritmo errático: lento y rápido a la vez, como si estuviera asustado sin motivo aparente.

Todo me incomoda. Incluso el sonido de mi propia respiración de la boca me irrita.

"Cálmate", me dije. "Respira hondo por la nariz. Piensa en otras cosas. No dejes que tu mente sea una máquina descontrolada; tú la controlas, no ella a ti".

Poco a poco, empiezo a sentir que me tranquilizo. Creo que finalmente estoy logrando dormir. Pero... ¡PUM! un disparo resuena en el exterior.

Abro los ojos sobre exaltado, me levanto y dirijo mí vista hacia la ventana, viendo el presunto problema que transcurre afuera del hotel .

una señora, dos señores, y un sujeto con un arma. El agresor les está apuntando con una furia contenida.




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