Limite Rural...

"Vibración de acordes"

Mi mente acaba de despertar, pero ¿en donde me encuentro?

Un golpe de desconcierto golpea en mí, y trato de analizar lo que está ocurriendo, pero algo me oprime por dentro, como si el aire mismo estuviera cargado de incertidumbre. Todo parece haber dado un giro radical luego de aquella bonita noche. ¿Qué sucedió? No lo entiendo. visualmente solo veo pura oscuridad que se desliza con intensidad, como una habitación vacía.

¿Qué está pasando? Los nervios recorren mí cuerpo, los pequeños temblores no paran de cesar. Escucho vibraciones, como si el suelo estuviera temblando bajo mis pies. ¿Qué es eso? Calma, respira profundo…

Tal vez solo es un mal augurio pero la sensación no se va. camino en un lugar sin dirección, Es como si todo estuviera cegado, como si todo lo que me rodea fuera nada. Más allá en mí línea hay un líquido rojo, serpenteando lentamente por el suelo negro. Sangre. Mucha sangre. Pero no tiene sentido. No entiendo nada. Mirando alrededor, tratando de encontrar algo que dé sentido a esto, pero todo es un vacío. La oscuridad, el charco rojo. Mi corazón late con fuerza, como si quisiera escapar de mi pecho. ¿Qué carajos pasa? Este lugar no parece real, ¡PARECE UN MALDITO LIMBO!.

...

¿Acabo de despertar?..

Oh… fue un sueño, no puede creerlo.

Aunque todo se sintió tan "irreal".

----

Me levanto de la cama, mirando la hora. Son las 6 p.m. Aparentemente, dormí mucho.

Es el segundo día en que me quedo en la casa del don. Un lugar tranquilo, seguro. No parece haber nada fuera de lo común, todo sigue como debería ser.

Ellos no tienen problema con que me quede, siempre y cuando pueda contribuir a la casa de alguna manera. aunque honestamente, es cómodo este lugar.

De repente, el don se acerca a mi habitación, notando que ya había despertado. Se apoya en el marco de la puerta con una leve sonrisa:

—Noche pesada otra vez, ¿eh?

Me pasó la mano en la cara, aún sigo aturdido de aquel sueño:

—Si.. parece que si.

—Vamos, levántate y merendá algo. Te va a hacer bien..

Clara se acerca a mí con una sonrisa amigable:

—¡Buen día, Jon!

—La miré con una ceja levantada.

—¿Acabas de llamarme Jon?

—Oh, sí, jaja. Es que se me hace más chido decirte Jon que Joe. ¿No te molesta verdad?

Sonreí levemente:

—No para nada clara.

Nos sentamos todos a la mesa y compartimos unos mates con medialunas. Estaban realmente buenos.

—Y dime, Joe, ¿planeas quedarte un cuarto día? —preguntó el don, mirándome con curiosidad.

—¿Cuarto día? ¿No sería el tercero?

El don soltó una leve carcajada amistosa, pero en lugar de responder, cambió de tema.

—Luego hazme el favor de llevarle unas herramientas de trabajo a la señora de enfrente. Carolina. Vive en la casa número 32, en la avenida Paknes.

Asentí, sin darle más vueltas:

—esta bien.

Después de merendar, me dirigí directo a la avenida. La casa no era diferente de las demás, una más entre tantas. Toqué la puerta y, al poco tiempo, apareció Carolina, una señora de unos cincuenta años, más o menos. Apenas me vio, su expresión cambió, como si creyera reconocerme:

—Ay, por favor, ten mucho cuidado, mi hijito —me dijo con preocupación—. No salgas de noche. Hay dos tipos que andan robando… Hace poco le dispararon en las piernas a un trabajador del supermercado.

—Lo tendré en cuenta, señora —respondí, tomando nota mental de aquello.

Después de entregarle las herramientas, emprendí el regreso a la casa del don. Sin embargo, a pocas cuadras de llegar, sentí ma necesidad de desviarme hacia el hotel en el que me había hospedado. Tenía que cancelar el pago de los siete días que había reservado.

—¡Buen día, señor! Han pasado días desde la última vez que vine por aquí. No habrá tenido alguna otra anécdota, supongo —le dije al recepcionista con tono relajado.

El tipo tardó en responder, como si lo hubiera tomado por sorpresa:

—Eh, no, no creo que no, chico.

Lo noté extraño, igual que aquella vez. A simple vista parecía estar sudando, y su mirada se movía inquieta, como si ocultara algo.

—¿Se encuentra bien? —pregunté, arqueando una ceja.

—Je... sí, solo que, bueno… —hizo una pausa, mirando a su alrededor—. Mi esposa… me acaba de pedir el divorcio.

—Oh… siento escuchar eso, señor.

El recepcionista baja un poco la cabeza, como si realmente se sintiese mal de ello. Rápidamente le hago la consulta para cambiar el tema:

—Verá, ando viviendo con unas personas de muy buen agrado, así que quería cancelar el plan de 7 días del hotel…

El recepcionista se rascó la cabeza y soltó una risa algo forzada:

—Bueno… temo decirle que en realidad el plazo terminó hace dos días, jeje.

—¿Qué? Bueno… creo que perdí la noción del tiempo, supongo…

—Lo comprendo, me pasa cada tanto. Si desea pagar un nuevo mes o una semana más, con gusto le ofrezco…

—No, creo que no. Será en otra ocasión —le dije, dándome la vuelta para irme.

Justo cuando estoy a punto de irme, su voz me detiene:

—Adios Jon.

Me detuve un segundo:

—... Adiós.

Salí del hotel con una extraña sensación pero que más da, tenía que volver a la casa de Don. Se está haciendo tarde.

—Llegaste justo a tiempo —dice el Don cuando crucé la puerta—. Gracias por el favor, Carolina es buena gente, aunque algo dramática con eso de los robos.

—Sí, me lo mencionó —respondí, dejando escapar un nulo suspiro.

—Por cierto, Clara dijo que si podías ir a su habitación, quiere mostrarte sus instrumentos musicales —agregó con un tono neutral.

Me dirigí al pasillo con dirección a la habitación de clara, abriendo su puerta:

—Hola, veo que al fin te animaste a entrar. ¿Quieres ver mis instrumentos? —dijo ella con una sonrisa, acomodando unos papeles sobre su mesada.

—Claro, veamos qué tienes —respondí con curiosidad.

Clara se mueve con entusiasmo hacia un rincón de la habitación donde tiene una guitarra acústica apoyada contra la pared. La levanta con cuidado y se sienta en la cama, dándole unos golpecitos en el cuerpo de madera antes de afinar ligeramente las cuerdas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.