Linaje del Mal

4. ¿En qué demonios me metí?

 

Andromeda


—¡Perfecto! Amo tu entusiasmo tesoro. 


Qué asco de hombre.


—No me hagas repetirme. —tengo que enseñarle quien manda.


—Bueno necesito que te deshagas a un tal Graham.


—¿Y ya? ¿Eso es todo no me dirás ni siquiera por qué?


—Me robó algo. —dice de manera cortante.


—¿Qué te robó?


—Eres una señorita muy curiosa Andromeda. —sé que le molesta que haga tantas preguntas.

Por eso hago tantas.


—Bueno si me pides que mate alguien me gustaría saber los motivos.


—Me robó un anillo.


—Lo quieres matar porque te robó un anillo. — eso sale mas como una confirmación que una pregunta.


—Si, ahora si ya terminaste de hacer preguntas puedes empezar a hacer tu...—hace algo con los dedos como si no pudiese encontrar las palabras que busca— Tu cosita de brujas para rastrear a Graham.


—Necesito una pertenencia para realizar el hechizo localizador.


—Eso será fácil, solo hay que ir a su casa.


 Bueno si antes no estaba confundida ahora si. Al parecer Sebastian nota mi cara de confusión.


—El cobarde huyó cuando se llevó a, —pausa por un segundo, se que no me esta contando ni la mitad de la historia— Cuando se llevó el anillo. —concluye.


—Esta bien lo haré, pero no me has dado ninguna razón para confiar en ti así que si veo algo sospechoso te cortaré en pedacitos y te daré de comer a los lobos.


—Como tú digas preciosa.


Maldición no pensé en Jade, ¿Dónde la dejaré?


—Jade ven acá abajo. —le grito lo suficientemente fuerte para que me escuche mientras Sebastian se sienta en un sofa.


—¿Hay sangre? —me pregunta Jade desde el pie de la escalera con una mano cubriendo sus ojos.


—No Jay, ya puedes abrir los ojos. ¿Llamaste a Dahlia?


—Si, dijo que nos puede conseguir un vuelo para mañana. —me dice todo esto mirando fijamente a Sebatian.


—¿Un vuelo a dónde? — me mira como si estuviese loca, en su mirada puedo ver, ¿De verdad quieres que te diga esto al frente de él? Después de unos segundos se rinde.  


—A Egipto, lleva dos semanas allá. Dijo que enviaría a Malcom a buscarnos.


Malcom es el único hijo varón de Lyudmilla con vida, es mayor que Jade y menor que Dahlia, me cae bien a pesar de todos sus intentos fallidos de seducirme desde que tiene once años.


—Hay un nuevo plan Jay, tu te vas a ir con Malcom a Egipto y yo me quedare aquí con Sebastian.


—¿Por qué? ¿No se querían matar?


—Verás pequeña mocosa, nosotros decidimos poner nuestras diferencias a un lado por el bien común. —Sebastian le dice como si le estuviese hablando a una niña de cinco años. Jay le rueda los ojos y me mira.


—Aja, ¿A quién van a matar? 


—Ese no es tu asunto Jay, ahora ve y empaca Malcom vendrá a buscarte temprano supongo. 


—¡Ni siquiera estuvimos aquí un día! De verdad quería ir a la playa.


Y con eso se va furiosa a su habitación. Me volteo hacia Sebastian y le digo:


—¿Dónde vive el tal Graham?


—En Greenwich.


—Eso esta en Connecticut y estamos en los Hamptons nos tomara al menos dos horas llegar allá.


—Podemos ir mañana después de que se vaya la niña. Ahora, ¿dónde dormiré yo? No me molesta compartir espacio. —me guiña un ojo y sonríe de manera seductora.


—Lástima que a mi sí, así que puedes irte y regresar mañana por la mañana. —le sonrío de manera burlona y le abro la puerta haciendole una señal para que salga.


—Esta bien nos vemos mañana, —pasa a lado mío y se detiene antes de decir: — Preciosa. —y con eso cierro la puerta.


¿En que demonios me metí?

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.