Linaje del Mal

10. ¿Lo mataste?

 

Sebastian

 

Me despierto con una melena rubia esparcida por todo mi rostro. Siento mi teléfono vibrar en el bolsillo de mi chaqueta. Me levanto de la cama y me dirijo al baño para no causar tanto ruido. 


—    Hola Mitch.

 

Mitch es uno de los pocos hombres que Graham no logro poner en mi contra. Se puede decir que es mi infiltrado.

 

—    Bastian tienes que salir de ahí ya mismo, escuché a unos tipos diciendo que te vieron en Ohio con la chica Ajax. Estarán ahí en menos de 30 minutos. —antes de que el pueda seguir hablando escucho ruido proveniente de el pasillo— Sal de ahí ya.


Cuelgo el teléfono y despierto a Andromeda. Bosteza y me lanza una mirada asesina.


—    ¿Qué demonios te pasa Seb? —le tapo la boca con una mano y con la otra le hago una seña para que haga silencio. 


La agarro por la muñeca y la guió al baño.


—    Quédate aquí hasta que venga a buscarte.

 

—    ¿Qué? ¡Claro que no, ni siquiera tienes poderes a diferencia de mi!

 

—    Touché, pero mantente detrás  de mi.


Siento las voces acercarse a la puerta y las reconozco inmediatamente, son Jack y James, mis primos menores. Bueno será una lástima tener que patearles el trasero, pero se lo merecen por ponerse del lado del idiota de Graham y aún más sabiendo ellos las circunstancias. Escucho la puerta abrirse y entra de primero Jack y antes de que pueda hacer algo Andromeda mueve su mano y Jack cae inconsciente como un bebé.


—    ¿Lo mataste?

—    No solo esta dormido. —justo en ese instante entra James muy molesto porque hemos dejado a su gemelo inconsciente.


Lo agarro por el cuello de su camisa y lo estampo contra la pared.


—    ¿Dónde está? ¿Todavía lo tiene? ¿Cómo esta? —todas estas preguntas escapan de mi boca como si las estuviese guardando toda mi vida, y bueno, no es mentira.

 

—    No te diré absolutamente nada Sebastaian. —se burla de mi, observa a Romy unos segundos y me murmura— Sabes que rompistes las reglas, Graham no tiene otra opción.

 

—    Cierra la boca, en serio crees que esa estupida regla aplica a él.

 

—    Las reglas son las reglas Seb, sin ellas no somos nada.


Lo golpeo en la nariz y cae inconsciente al igual que su hermano. Se ven mucho más bonitos con la boca cerrada. 


—    Ayudame a amarrarlos.


Los ponemos de espalda y amarramos sus manos con unas sábanas y metemos unas toallas de mano en sus bocas, les tomará un tiempo zafarse de ellas. Busco entre sus bolsillos y encuentro las llaves de su camioneta.


—    ¿Nos llevaremos su camioneta? —me pregunta siguiendome hacia el estacionamiento buscando el Toyota.

 

—    ¿Estas loca?, ni muerte dejaría a mi Aston Martin en este basurero.

 

—    Discúlpame princesa. —me rueda los ojos y me señala el Toyota pickup negro.


Abro la puerta del conducto y empiezo a hurgar entre toda la basura que tienen mis primos en su auto pero no encuentro nada útil.


—    ¿Qué buscas?

 

—    No sé, lo que sea que nos ayude, pero al parecer no tienen... —me interrumpo a mi mismo cuando encuentro una pistola cargada— Bingo.


La camioneta ya no me sirve de nada así que lanzo las llaves lo más lejos que puedo a un terreno a lado del motel lleno de hierba alta, sonrió al pensar que jamás la encontrarán.


—    Ahora si princesa, sigamos con el viaje. — me dirijo hacia nuestro auto y le abro la puerta como todo un caballero.


Más le vale a Graham prepararse, porque voy en camino y pienso recuperar todo lo que me pertenece.




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