Andromeda
Después de despejar mi mente de esos locos pensamientos, Sebastian y yo decidimos seguir caminando hasta que nos de sueño, pero con ese baile lento puedo decir que no me queda ni una pizca de sueño. Es un poco difícil ver en la noche pero la luz de la luna ayuda un poco. Tropiezo con una rama pero Sebastian me agarra por la cintura y evita que me golpeé< con la tierra húmeda. Le murmuro un leve "gracias" y seguimos caminando.
Nos quedamos en un silencio cómodo cuando se repente veo luz del otro lado de los árboles, le golpeó el hombro a Sebastian para que mire y ambos empezamos a correr directo a ella. Después pasar unos cincuenta metros nos encontramos con la plaza de un pueblo.
— Necesitamos encontrar un teléfono.
— ¿Dónde estamos? —pregunta Sebastian ignorándome por completo.
Giro mi cabeza buscando algo que nos diga dónde estamos, pero ningún letrero de los locales lo dice. Sebastian empieza a caminar hacia una tienda, y cuando pienso que preguntará donde estamos se detiene antes de entrar y mete su mano en un expendedor de periódicos.
— Fargo, Minnesota.
— Estamos cerca de Dakota del Norte. —le digo tratando de recordar las clases de geografía que Lyudmila me daba cuando estábamos aburridas y no había un bebé que cuidar.
— Fargo, Fargo, ¿De dónde recuerdo eso? —se pregunta Sebastian en voz alta— ¡Ya lo recuerdo! Es de esa película, donde decían: Fargo vete al diablo.
— Es Argo vete al diablo idiota, y no tenemos tiempo para eso, necesitamos un teléfono.
Ambos entramos al local, es una ferretería. Me dirijo hacia el señor, de edad ya avanzada, que se encuentra en el mostrador leyendo el periódico. Pongo mi cara más angelical y el tono de mi voz suave.
— Disculpa señor, ¿nos podría prestar su teléfono por unos minutos? Es que mi novio y yo perdimos a nuestro grupo de amigos.
Sebastian y yo sonreímos como una pareja enamorada mientras el pasa su mano por mi cintura. El pobre anciano se traga nuestro cuento y nos pasa su teléfono. Le lanzó una última sonrisa digna de un Óscar y marcó el número de Dahlia. Después de unos segundos contesta.
— Dahlia soy yo, Romy. Antes de que te enfades conmigo quiero decirte que nos perdimos en el bosque pero ya salimos y estamos en Fargo así que no seas tan dura conmigo.
— Eres una tarada. —se que intenta sonar molesta pero la verdad es que comprende— Estoy en Minneapolis me tomará unas horas llegar allá.
— Perfecto, te esperamos. Te quiero Dahl.
— Yo más Romy.
Y con eso cortamos la llamada. Me volteo hacia Sebastian y le digo que demorará unas horas en llegar. Decidimos que debemos comer algo y nos dirigimos a un Grill.
•••
Sebastian
El chico que toma nuestra orden vuelve con nuestras hamburguesas en menos de dies minutos. Romy y yo nos hacemos preguntas insignificantes.
— ¿Qué prefieres? ¿Cheesecake o brownies? —le pregunto.
— Esa esta difícil, pero supongo que me quedo con los brownies. Ahora tu, ¿invierno o verano?
— Otoño, es la mejor estación, todo muere. —es broma, pero es gracioso ver como sus ojos se abren como platos.
— Vaya eso si fue tétrico Seb.
Nos reímos y hacemos más preguntas mientras esperamos a Dahlia. Le voy a hacer otra pregunta, pero la campanilla que está en la puerta nos alerta que alguien entro al restaurante. Veo a una mujer en sus veintes entrando, es delgada, alta y rubia como Andromeda. Antes de que pueda decir algo ella me lanza una mirada asesina y envuelve a Romy en un abrazo. Con que ella es la famosa Dahlia.
— Te extrañe, ¿Cómo están Malcom y Jade? ¿Cómo estás tú? —bombardea Andromeda con todas las preguntas que se le ocurren.
— Yo también te extrañe Romy pero tenemos un problema que tratar. —dice esto mirándome feo, creo que yo soy el problema, ups. —Y bueno, ¿Cuál es el plan?
Andromeda y yo nos miramos sin saber que decir.
— ¿No tienen un plan? ¿Cómo pretender entrar a ese lugar? Solo somos nosotros tres.
— Podemos ir mañana, es domingo todos van a estar en descanso excepto los hombres más cercanos a Graham solo tendremos que lidiar con quince hombres, tal vez veinte.
— ¿Estas loco? No podremos con tantos. —esta vez es Andromeda la que reclama.
— Tengo a Mitch infiltrado, nadie sospechara de él. Los derribará desde adentro.
— Me parece bien. —me dice Romy, ambos miramos a Dahlia esperando su aprobación, ella solo asiente con la cabeza, salimos del carro, nos subimos a su Range Rover y partimos hacia Whitefish.
Prepárate Graham te voy a joder la vida por meterte conmigo.