Linaje del Mal

28. Krasnodar

 

Andromeda 

 

—    Déjame ver si entendí, ¿Quieres que... —empezó Malcom.

—    Nos quedemos con ellos? —termina Jay.


Intento no reírme, ambos podrían pasar por mellizos si no hubiese una gran diferencia de edad. Físicamente son muy similares y tienen personalidades parecidas. Son los únicos hijos de Lyudmila que comparten padre, y no. Ella no mantenía una relación amorasa con el señor Marcus, solo se encontraban unos cuantos años para charlar y bueno, otros detalles que no quiero ni imaginarme.


—    Si chicos, claro que solamente si ustedes quieren. —le digo a ambos pero me dirijo más hacia Jay, Malcom hace todo lo que ella le diga.


Jay parece considerarlo unos segundos e intercambia una mirada con Malcom. Supongo que hacen algo de "comunicación telepática de hermanos brujos para dejar a Romy como idota", es un nombre muy largo, luego le encontré una abreviación. Después de lo que parecen largas horas ambos llegan a un acuerdo.


—    Está bien podemos quedarnos con ellos pero tenemos una condición.

 

—    Suéltenlo. —dice Sebastián en el fondo de la cocina dándole lo último que queda del biberón a Lukah.

i

—    Tenemos que irnos lo más lejos posible de Dahlia, ella no es tonta y francamente me sorprende que se haya quedado callada por tanto tiempo. —nos dice Malcom tomando un tono  serio y rígido en su voz.

 

—    Eso no es un problema saldremos a Krasnodar mañana.


¿Ah? Eso ni siquiera suena como un lugar de verdad.


—    ¿A Caracas? —grita Jade con un chillido agudo. Ella siempre a querido ir a Venezuela desde que una amiga de ella le regaló lo que allá llaman "arepa". 

 

—    Krasnodar niña. —dice poniendo énfasis en "Krasnodar"— Es una ciudad de Rusia.

 

—    ¡Agh! ¿Por qué siempre tenemos que ir a un lugar donde se me congelan hasta las pestañas? —gimo ante el recuerdo de ese maldito bosque en Minnesota.

—    No te preocupes preciosa, está al sur, es la ciudad más cálida de toda Rusia. —bueno eso me reconforta un poco.


Me levanto y agarro a Lukah en mis brazos mientras intento sacarle los gases. Lo llevo cerca de la ventana y le enseño la hermosa vista. Ya amaneció y Manhattan está cubierta por unos hermosos tonos anaranjados. Pienso en las cosas qué hay que empacar para Lukah y le pido a Jay que me acompañe, dejando a Lukah con su padre. Entramos al cuarto de huéspedes y sacó una bolsa de lona y empiezo a rebuscar entre los cajones del armario. Saco unos cuantos pañales y ropa, también hay cosas de aseo. Decido no empacar mucho porque imagino que Sebastian tendrá las demás cosas en Krasnodar. 

 

—    ¿Qué pasará con Dahlia? —pregunta Jade sentada en la cama. Se que está triste, todos lo estamos. Dahlia nos traicionó.

 

—    Siendo honesta, no sé. Solo sé que ella no se quedará de brazos cruzados así que tenemos que irnos de aquí lo antes posible.

 

—    Huir no solucionará nada. —murmura lo suficientemente alto para que la escuche.

 

—    ¿De verdad crees que quiero huir? Que no quiero confrontarla y preguntarle por qué le dio la espalda a su familia. Me encantaría hacer eso Jay pero no estoy sola. Los tengo a ustedes y a...

 

—    Sebastian. —me corta.

 

—    Si, y a Sebastian. Mi punto es que nuestra prioridad ahora mismo es ponerlos a salvo. ¿Entendido?

 

—    Si Romy, te quiero mucho. —me dice mientras me abraza por la cintura.

 

—    Yo más Jay.

 


•••

 

 Después de un par de horas todos abordamos el jet de Sebastian. Casi todos llevamos gruesos abrigos encima  porque la temperatura de hoy era bajo cero. Malcom se ve totalmente ridículo con un "disfraz" ya que lo están buscando en Rumania por destruir una obra de arte del Museo Nacional. Como si alguien lo fuera a reconocer. 


—    Malcom cariño, ya te puedes quitar ese estupido sombrero.


Malcom me obedece por primera vez un su vida y me lanza una mirada asesina. Esperamos a Sebastian para despegar, él está hablando con su padre. Supongo que le está diciendo que ya tiene a Lukah. Después de finalizar su llamada se sienta al frente mío y empieza a jugar con Lukah. Es una imagen bastante tierna.


—    ¿Dónde nos quedaremos? —le preguntó.

 

—    En una casa de los suburbios, mi madre me la regaló cuando cumplí dieciocho. 

 

—    Cuando cumplí dieciocho mi madre me regalo una hogaza de pan. —digo triste ante el lejano recuerdo de mi amada madre. Temo que un día la olvide por completo.

 

—    Ahora que lo pienso nunca te felicité. —lo miro un poco confundida— El día de tu cumpleaños, después de todo yo interrumpí tu celebración. Lo lamento.

 

—    ¡Y deberías, interrumpiste un fin de semana en la playa! —nos grita Jay desde su asiento.

 

—    Es de mala educación escuchar las conversaciones de los demás Jade. —le replico y ella continúa hablando con Malcom.

 

—    Lo digo en serio, cuando lleguemos te llevaré al parque Galitskogo. —arqueó una ceja ante su leve acento ruso, eso es muy atractivo— Los llevaré a todos. —dice alzando la voz mientras observa a Jay. Sonrió ante la idea de que él intente llevarse bien con ella.

 


—    Me parece bien Sebastian.

 




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