Linaje del Mal

31. Brutus

 

Andromeda 

 

Lo primero que veo al abrir mis ojos es el rostro de Sebastian, se ve tan pacífico cuando duerme, no parece ser capaz de todas las cosas que sabe hacer. Me levancon una sábana enrollada a mi cuerpo y tomo una ducha. Me fijo en la hora antes de meterme a la bañera, apenas son las tres de la tarde. 
 

Estoy en mitad de mi baño de burbujas cuando Sebastian decide unírseme. Le doy espacio para que se siente detrás de mí y apoyo mi espalda en su pecho. 
 

— Tengo hambre. —digo mientras él me acaricia la cadera. Forma un camino de besos desde mi cuello a mi clavícula.

 

— Mmm... yo también preciosa. —ruedo los ojos y lo detengo antes de que las cosas escalen.

 

— De comida Sebastian. —con eso salgo de la bañera y me alisto para ir a ver Jade.
 

Me detengo primero en la puerta de Malcom y toco dos veces.
 

— ¡Está abierto! —entro a la habitación y lo veo jugar con Lukah en el suelo. 

 

— ¿Dónde está tu hermana? 

 

— Creo que explora el jardín. Y , ¿qué tal? —mueve sus cejas y pone una expresión burlona. 

 

— No te entiendo Malcom.

 

— Vamos Romy, ya no soy un niño. Sé porque desaparecieron hace unas horas. 
—le saco el dedo medio y le digo que no se meta.
 

Salgo por la puerta trasera al jardín y escucho un grito agudo. Es Jade. Empiezo a correr lo más rápido que puedo e intento encontrarla, pero este jardín parece un maldito laberinto.  Me detengo frente a un muro de arbustos de rosas, frente al muro hay una hilera de flores lila que no logro reconocer y veo a Jay en el miedo sentada en la tierra aplicando presión. Me agacho a su nivel y quito la mano de su tobillo. Está sumamente irritado parece una quemadura.
 

— ¿Jay, estas bien?, ¿Qué pasó? —siento pasos detrás mio y veo a Sebastian con la tía Anyka no muy lejos. 

 

— ¡Fue la flor! —me señala la flor lila con grandes hojas.

 

— Es mandrágora, es para mantener a brujos indeseados fuera. —responde la tía Anyka.
 

Jamás había escuchado hablar de esta planta, Lyudmila nunca la mencionó, y Lyudmila lo sabía todo. Con un poco de temor acerco mi mano poco a poco a la flor y siento como me quema la mano. Reconozco la sensación y mi mano se va involuntariamente a mi cuello. 
 

— Graham uso esto en mí. —murmuro recordando la soga que sus hombres habían puesto alrededor de mi cuello. 

 

— Tengo el antídoto, ayúdenme a llevarla adentro. —responde Anyka.
 

Sebastian toma a Jay en sus brazos y la ayuda a entrar a la casa. Los sigo todavía perdida por el descubrimiento de esa planta. ¿Por qué nunca escuché de ella? 
 

No le toma mucho tiempo curarse, Anyka le pone un ungüento blanco y en unos segundos la piel rojiza. Me da un poco de ungüento a mi y lo esparzo por la palma de mi mano.
 

— No juegues en esa área Jade. —digo con una voz firme. Le doy un beso en la cabeza y digo que vaya con Malcom.

 

— ¿Estas bien? —Sebastian dice mientras me masajea los hombros.

 

— Sí, es solo que, Graham casi se mata con eso y para ser honesta no soy una persona que le guste estar vulnerable. —me besa la mejilla para tranquilizarme y busca sus llaves.

 

— Te traeré comida, te pondrá de buen humor. Regreso enseguida. 
 

Escucho el auto marcharse y me dirijo al patio. Me encuentro con una sección que no había visto antes y diviso una piscina. Mi niña interior da pequeños saltitos, amo nadar. Tomo asiento en una tumbona cuando escucho un fuerte ladrido a mis espaldas y me encuentro con un gran rottweiler, el can me enseña su dientes y gruñe. Estoy apunto de tomar medidas drásticas, que incluyen al perro no muy vivo, cuando Anyka sale gritándole al animal.
 

— ¡Brutus! ¡Ona podruga! —las únicas palabras que entiendo son Brutus y amiga.
 

Supongo que le está diciendo que no me coma. El perro parece calmarse una vez que Anyka termina de reprenderlo parece un perrito súper adorable. Me lame las manos y lo acaricio cuando mi teléfono empieza a sonar. Supongo que es Sebastian así que contesto, estaba tan equivocada.
 

— Honestamente me das pena Andromeda, mírate. ¿De verdad crees que él te ama? —pausa y suelta una risa malvada— Lo único que quiere es que juegues a ser la mamá de su hijo. Lo cual me parece irónico tomando en cuenta que no puedes tener. Te desechará como la basura que eres cuando ya no te necesite.
 

Rio demostrando que sus palabras no me afectan en lo absoluto.
 

— El que me da pena eres tú Isaac. Solo estas celoso porque al fin estoy con alguien que me valora y me ve como su igual, no como su inferior. ¿Cierto? Porque así es como siempre me viste. Lo que no aceptas es que estoy con mi familia y estoy feliz. ¿Sabes qué? No se que demonios le hiciste a Dahlia, pero tarde o temprano te traicionará. Ella suele hacer eso. Ahora no intentes ni siquiera buscarme porque te devolveré al infierno de donde saliste. Hasta nunca, querido.

 




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