Linaje del Mal

34. Tengo que mantenerlos a salvo

Andromeda
 

Negro. Todos usamos negro mientras bajan los ataúdes. Lukah no para de llorar en los brazos de Sebastian, es como si supiera que sus tíos ya no están aquí.

 

Nadie dice nada, ni si quiera Charles. Lydia llora ante la muerte de su novio y tía. Malcom derrama un par de lágrimas, se llevaba bien con Anyka. Sebastian tiene una expresión ilegible.

 

Y Jade, Jade tiene la mirada perdida, jamás la había visto así. Cuando Lyudmila murió ella estaba triste, pero no perdida.
 

Incluso con el cuello de tortuga negro puedo ver las marcas.
 

Dahlia intento estrangularla.

 

Me toma menos de un segundo decidirlo.
 

Ella debe morir, igual que el maldito de Isaac.


 

Cuando regresamos a casa todo está gris. No para de caer lluvia, parece un maldito deluvio. Lukah no ha dejado de llorar y Sebastian sigue sin decir nada.
 

Jade se fue a su cuarto apenas llegamos y Malcom la siguió.
 

Ahora mismo sólo estamos Sebastian, Lydia, Charles y yo frente a la chimenea. Intento calmar a Lukah, pero nada lo hace. Lo voy a levantar de nuevo cuando me sobresalto al escuchar un vaso estrellarse contra la pared.


 

— ¡Puedes hacer que se calle de una maldita vez! —me quedo tiesa en mi lugar, camino hasta Sebastian y le regaló una bofetada.

 

— No vuelva hablar así de él, o te juro que te arrancaré la lengua y se la daré a Brutus.

 

Salgo rápidamente de la sala y entro a la habitación de Jade.

 

La escena me rompe el corazón.
 

Malcom y Jade están llorando, aferrados el uno del otro. Su hermana los traicionó. Intentó acabar con la vida de Jade. Esto no puede seguir así.
 

— Esto fue suficiente. —susurro desde el umbral de la puerta.
 

Malcom levanta su vista y asiente con la cabeza. Sé lo que quiere decir.


 

Tengo que acabar con esto.

 

— Los amo con toda mi alma. —les doy un fuerte abrazo y regreso a mi habitación.
 

Sebastian está al pie de la cama con la cabeza enterrada entre sus rodillas.

 

Cambio a Lukah de un brazo a otro y cierro la puerta de manera ruidosa.
 

Sebastian levanta su cabeza. Veo las lágrimas y no puedo evitar sentirme mal.
 

Él no debió hablar así, pero acaba de perder a dos personas muy importantes en su vida. Me acerco hasta él y acaricio de cabello.

 

— Está bien, sé que no lo decías en serio.
 

Sebastian pasa sus brazos por mi cintura y presiona su cabeza contra mi vientre. Se queda unos minutos abrazándome de rodillas cuando su teléfono empieza a sonar.
 

— ¿Si? —su expresión cambia de confusión a ira en cuestión de segundos. Toma su chaqueta del armario y corta la llamada—  Era Boris, dice que había un chico y una chica causando disturbios en el bar. Ya todos evacuaron, pero ellos siguen adentro y están haciendo un desastre. El asegura que son brujos.
 

Es obvio que son Dahlia y Isaac. Esta vez no lograrán escaparse.

 

Dejo a Lukah con Malcom y le digo que regresaré pronto, pero puedo ver en su mirada como me ruega que me quede. No lo haré.



 

Tengo que mantenerlos a salvo.




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