Linaje *disponibles primeros capítulos*

Prologo

Anisa

Observo lo alto del muro. Las enormes y pálidas murallas que nos rodean. Mi atención se centra en los pocos guardias que custodian, quienes parecen relajados, incluso bromean entre ellos. Supongo que se debe a la tranquilidad que se percibe en la ciudad. En otro momento, estaría reprendiéndolos, pensando que no es algo normal y que estamos demasiado expuestos, pero no es así. Hace años que no tenemos nada que requiera nuestra intervención. Los impuros son algo que incluso la gente de Jaim puede manejar. Está el par de rubios, Caden, incluso esa chica, Airem. No puedo negar que echo de menos un poco de adrenalina de los verdaderos combates, pero es bueno tener un poco de calma.

17 años han trascurrido desde que destruyeran al último de los primeros. Tiempo que para alguien que ha vivido demasiado puede parecer cosa de nada. Aunque algunos otros, como esos pequeños, ahora son casi adultos. Están llegando a la edad en que sus madres tomaron las decisiones que definieron su existencia. Inmortalidad.

Ambas han sabido cómo llevarlos, pero pronto tendrán que dejar que elijan por ellos mismo. Eso quiero verlo.

Cruzo las puertas de la bodega, buscando un par de bastones y espadas para el entrenamiento de hoy. Si, patético que a eso se han reducido mis deberes. Pero ver cómo le dan una paliza o dársela yo, no es tan malo. Tomo los bastones, pero me detengo.

 ―¿Sabes que en estos momentos deberías estar en otro lugar? ―cuestiono fingiendo severidad, sin volver la mirada.

Lo he sentido acercarse antes de llegar, y también cruzar la puerta. Por mucha agilidad que han puesto, aún le falta para poder superar mis sentidos.

―Puede que no me necesiten ―su voz ronca envía un estremecimiento por toda mi espalda. ¡Joder!

Lentamente doy la vuelta, encontrándolo tranquilamente apoyando en la puerta. Evidentemente la ha cerrado y no hace falta preguntar el porqué.

El tipo que tengo delante de mí, es el mismo que apareció en mi habitación hace 17 años, dispuesto a dejar su humanidad. Luce exactamente igual. Sus hombros anchos, su pecho marcado, su mandíbula cuadrada, sus labios carnosos. Incluso la manera en que me mira es idéntica, con ese aire de superioridad, de seguridad en sí mismo. Sí, eso no ha cambiado nada. Excepto el tono de su piel, que ahora es más pálido y el color de sus ojos. Que tienen un ligero tono rojizo. Como los de un subalterno.

Siempre quise preguntarle porque declinar la oferta de Bail para convertirlo en un fundador. No esperaba su respuesta. «No quiero ser más que tú, quiero que seamos iguales. Sin diferencias que te sirvan como excusas para apartarme». Fue algo que me hizo sentir amada. Creí que al cambiar empeoraría su hermetismo, que seguiría sin dejarme ver de él. No es así, ahora muestra más de él, bueno y malo. Por fortuna, he aprendido a lidiar con ambas.

―¿Debo suponer que esperaste apropósito que viniera aquí abajo? ―inquiero fingiendo no saberlo, porque es evidente.

―Quizás. ―Su boca se curva ligeramente, confirmando mis sospechas. Otra cosa que no ha cambiado, es su libido. Ese parece estar mucho más activo.  

―Alguien podría venir y no eres muy silencioso que digamos ―me burlo, segura de que sabe a lo que me refiero. Pero eso solo hace que su sonrisa crezca.

―Si no recuerdo mal, la que más grita eres tú. ―¡Como lo odio! Antes era fácil manejarlo y mandarlo al demonio, pero sabe cómo provocarme y tenerme. Tal parece, que al igual que todos, comienzo a volverme blanda.

Su olor, su presencia y ese aire altivo me atraen demasiado, haciendo casi imposible decirle no. Creí que pronto me cansaría de él y viceversa, pero no es así. Cada vez que lo pruebo, quiero más. Como si nunca tuviera suficiente.

―Lo que digas, la cosa es que esa puerta no los detendrá. ―Las puertas para los vampiros son como una simple hoja de papel. Evidentemente han aprendido a medir su fuerza, pero no es algo que de garantía.

Sus cejas se elevan ligeramente, como si estuviera tratando de no reírse.

―Está cerrada y me he asegurado de que en un pequeño rato nadie más venga aquí abajo. Y no bueno de esto, es que no podrán escucharte.

Gruño queriendo golpearlo. Si, puede que no tenga control de mis acciones cuando hace lo que sabe. Pero él también lleva su parte.

―Además, será algo rápido.

Me apoyo en la pared, cruzando los brazos sobre el pecho.

―Si será rápido, mejor no comiences ―farfullo fingiendo desinterés. Incluso alguien como yo, no puede resistirse. La inmortalidad le ha sentado bien―. No quiero algo rápido. Si vas a hacerlo algo, que sea bueno.

Ríe. No suelo seguirle el juego, pero hoy estoy de buenas.  




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