Josiah
―¿Puedo saber que tramas? ―Se vuelve despacio, mirándome con expresión inocente, pero sus ojos tienen cierto destello de diversión que la delata. Si no la conociera lo suficiente, diría que de verdad no comprende mi pregunta.
―¿Qué te hace creer que tramo algo? ―inquiere colocando las manos en su cintura, arrugando ligeramente la nariz.
―Lena, Lena ―chasqueo la lengua―, hemos estado juntos prácticamente desde la cuna, imposible no conocerte.
―Pues no lo parece, no tramo nada. Y tampoco sé porque Caden ha hecho la misma pregunta.
Dejo escapar una carcajada. Desde luego que lo haría, él también es bastante astuto para intuir que no se trata de una simple invitación. Como le ha hecho creer a todos.
―Por algo será ―mascullo sin dejar el tema.
―Aja. ―Cruza los brazos sobre el pecho, pretendiendo mostrarse ofendida―. Ustedes siempre pensado mal de mí, soy un amor.
―Sonaste igual que la tía Elina. ―Una enorme sonrisa aparece en su cara, sin molestarse en desmentir mi afirmación. Si, definitivamente pasa demasiado tiempo con ella. Quien sigue todas sus locuras, entre las principales, ir detrás de Abiel―. ¿Piensas invitarlo a cenar con nosotros? ―pruebo de nuevo, logrando que ponga los ojos en blanco, pero que cierto rubor cubra sus mejillas. Sí que va por ahí el asunto. Lo que no puedo imaginar es como pretende incluirlo, sinceramente es difícil entender cómo funciona la mente de ella.
―No. ―Niega agitando uno de sus dedos―. Y deja de acusarme de planear cosas. Nunca lo he hecho.
―Cierto ―ironizo―. Nunca lo encerraste en el almacén, ni te le echaste encima.
―Para tu información, habría sido capaz de derribar la puerta de una patada y lo otro fue parte de la práctica y solo me senté sobre él.
―Que causalidad.
―¿Te dije que te ves guapo? ―pregunta tratando de desviar el tema. Miro mi atuendo, que es menos formal que de costumbre. No el traje similar al que usa mi padre o el tío Armen, sino un simple pantalón y una camisa blanca.
―Otro de tus trucos ―farfullo encogiéndome de hombros.
―Nada de eso ―asegura colgándose de mi brazo―. Es solo que la ropa de Caden es menos… oscura. Recuerda que se trata de relajarnos y pasarla bien.
―Sí, tomando té y bocadillos.
―¿Ya no te gustan? ―inquiere luciendo verdaderamente preocupada. Sacudo la cabeza. Es verdad que ahora me atrae más la sangre que los alimentos humanos, pero tal como lo sugirió Koller, era algo que pasaría en algún momento. Aunque eso parece preocupa a mis padres y a Caden.
Lo único que llegara a ocurrir, es que deje de envejecer y de poder ingerir alimentos. Es decir, es un vampiro completamente. No me preocupa, he crecido entre ellos y aprendido sobre el control para evitar ir tras los humanos.
―Me sentiría menos inquieto, si conociera tus planes ―admito estudiando su cara, que sigue mostrando una imagen ingenua.
―Ninguno.
―Señorita Lena. ―Azura nos mira desde la puerta del pequeño salón, que ella ha preparado para reunirnos―. Han llegado sus invitados.
―Que pasen ―responde liberándome, uniendo sus manos en su pecho, como si de verdad le entusiasmara verlos. Puede que de verdad así sea. A diferencia de mí, que he visto y experimentado algunas cosas a través de los ojos de Caden, ella no tiene esa oportunidad. Y ciertamente, siempre está siguiendo a su madre o las demás, que no podrían tener el mismo tipo de intereses que una chica como ella. A pesar de que nunca se haya quejado de eso.
Sus presencias me hacen desviar mi atención de Lena y concentrarme en la rubia de ojos miel que entra con paso decidido y aire altivo. Airem. Ha crecido desde la última vez que la vi en persona.
―Hola ―dice mirando a Lena y luego hacia mí. Me sostiene la mirada unos segundos, sin sentirse intimida como la mayoría de las personas al ver mi aspecto. No soy un convertido, soy alguien que nació llevando sangre de vampiro; pero a diferencia de ellos que son híbridos, el hecho se reflejaba en mi aspecto y paulatinamente se ha hecho más perceptible―. Josiah ―susurra acercándose a mí, mirándome con detenimiento, como si mentalmente estuviera haciendo un comparativo con Caden. Probablemente lo haga.
Los bordes de su boca están ligeramente elevados, como si le divirtiera su escrutinio. A pesar de ser joven, es alta, más que Lena y su cuerpo tiene curvas un poco más marcadas. Sus manos no son pálidas y frágiles, tienen marcas y un tono tostado producto de su constante exposición al sol.
―Airem ―respondo sin demasiado énfasis.