Linaje *disponibles primeros capítulos*

Capítulo 4

 

Elise

―Lo siento, de verdad lo siento ―me disculpo, completamente avergonzada, evitando mirarlos a la cara―. Lo lamento. ―Sé que debería decir que no volverá a ocurrir, pero eso es imposible de prometer. 

Los tomo de los brazos y tiro de ellos, alejándolos de ahí. A pesar de que me esfuerzo para que mis piernas se muevan lo más rápido posible, sigo escuchando como su mujer continúa con las quejas, sobre el poco control que tengo sobre ellos y el peligro que son para todos en la ciudad. No podría estar más de acuerdo.

―Eli…

―No digan una palabra ―digo entre dientes mirándolos molesta, sin dejar de arrastrarlos conmigo. ¿Por qué no pueden ser unos niños buenos?

Abro la puerta de la casa con el pie, agradeciendo mentalmente que la han dejado sin bloquear, y los empujo. Ambos ponen los ojos en blanco e intercambian miradas, burlándose, como si lo que hubieran hecho fuera una cosa de la cual estar orgullosos.

Avanzo dando pisadas fuertes, mientras escucho sus risas burlonas detrás de mí. ¡Son imposibles!

―¡Papá! ―grito apenas cruzo la puerta de la cocina, encontrándome con una escena que me sé de memoria y que aunque no debería sorprenderme, sigue haciéndolo después de tanto tiempo―. ¡Papá! ―Vuelvo a gritar, al ver que no hace intento de dejar de meterle mano a mi madre, que está de espaldas, apoyada en la mesa, con las manos manchadas de salsa.

―¡Elise está loca! ¡No le hagan caso! ―dice Gavin desde la sala. ¡Sera…! Vuelvo el rostro tratando de parecer amenazante, pero de nuevo se ríe. Es inútil, no sirvo para intimidar a nadie. ¡Que desesperante!

―¿Qué hicieron ahora? ―pregunta mi madre, logrando escapar de las manos inquietas de mi padre. Que no parece dispuesto a darse por vencido. Viendo las cosas de este punto, me doy cuenta de donde han sacado esas mañas.

―Pusieron una calabaza en la puerta del invernadero y le cayó en la cabeza al señor Denur... ¡Papá! ―me quejo cuando comienza a reírse, haciéndoles señas a mis hermanos, las cuales son todo menos reproches.

―No era para él, pero fue el primero que salió ―explica Mael, poniendo cara de niño bueno, que ni él solo se lo cree. 

―No importa para quien era, estuvo mal e hicieron un desastre ―debato inútilmente, porque siempre sus travesuras parecen divertir a mi padre y mi madre, solo finge llamarles la atención, porque no se lo toman en cuenta.

―Tendrán que pedirle disculpas ―dice mi padre, aclarándose la garganta, para no reír de nuevo―. Eso no estuvo bien, niños, pero… ¿Se vio gracioso?

―¡Papá! ―protesto mirándole molesta.

―¡Knut! ―exclama mamá, logrando que deje de celebrar su fechoría―. Niños, vayan a darse un baño.

Encantados salen, en medio de risas y cuchicheos. ¡Ash! No sé ni para que me desgasto, porque lo dicho, nunca les llaman la atención de verdad. Así que ellos seguirán haciendo de las suyas, dejando que sea yo quien dé la cara y reciba las quejas. 

―Son solo niños.

―Sí y al paso que van, no quiero pensar cuando sean mayores ―gruño cruzándome de brazos―. Todo el mundo se queja.

―Pues a mí, no me han dicho nada. ―Pongo los ojos en blanco―. De verdad que no.

―Nunca los castigan.

―A ti nunca te castigamos.

―¡¿Qué?! ―Lo miro sorprendida―. Yo no me metía con los demás, no les jugaba travesuras como lo hacen ellos.

Él solo se encoje de hombros, probando con el dedo la salsa que está preparando mi madre. Quien le da un buen golpe, aunque eso solo lo hace reír.

―No te preocupes, hija. El castigo es que no irán a Cádiz. ―¡Cierto! La cena que ha organizado la madre de Caden y Josiah.

―¿Por qué no? ―pregunta papá, escapando de otra reprimenda de ella―. Sería divertido, conozco a algunos que deberían conocer a mis hijos.

―No, Knut ―niega logrando darle otro guantazo―. Ya hable con Kassia, ha aceptado quedarse con ellos.

―¿Ellos no irán? ―Creía que sí. Aunque hoy no fue a trabajar.

―No, está un poco enferma de la gripe.

―¿Y si le hacen travesuras?

―Josef también les cuidara. Y hablare con ellos para que sean bueno. Se comportaran o tendrán que ayudar a tu padre con el nuevo granero.

―Pero, esposita…

―Nada, Knut. Ahora ayúdame aquí y deja de meter la mano.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.