Linaje *disponibles primeros capítulos*

Capítulo 9

 

~Irina~

Le dedico una mirada antes de abandonar su habitación. Cierro la puerta, encontrándome con Gema, que parece tan ansiosa. Le muestro la charola que sostengo, permitiendo que observe el contenido de los tazones. La expresión de preocupación se acentúa en su rostro, al percatarse de que prácticamente no ha tocado nada. De nuevo.

―Lo siento ―me disculpo en voz baja dirigiendo la vista a la puerta detrás de mí―. Trate de que comiera, pero… ―dejo las palabras suspendidas, encogiéndome ligeramente de hombros. Lógicamente, no se le puede obligar a alguien que no lo desea.

Eso definitivamente solo conseguiría abrumarla más, aunque dudo que no sé de cuenta de que es el tema de conversación.

―Me preocupa ―susurra Gema, indicándome que nos alejemos de la puerta de su habitación. No puede escucharnos, pero obviamente no desea correr riesgos.

―A todos ―expreso en voz alta lo que pienso. Sabíamos que esto podría pasar y no puedo culparla. No solo porque es joven e inexperta, sino porque yo también pase por eso. Tener sentimientos por una persona que no los tenía, no es nada agradable. En mi caso, fue algo que suponía y que afortunadamente cambió gradualmente.

Yo sabía lo que debía esperar de Uriel y decidí aceptarlo, creyendo que no me afectaría. Sin embargo, quería más y su actitud distante me hacía pensar que no pasaría de ser su entretenimiento temporal. Me esforcé en mostrarme indiferente y él hizo lo mismo, hasta que ambos cedimos y demostró lo que sentía por mí.

El problema es, que Abiel no puede cambiar su sentir, por mucho que lo deseara. Amó a una humana, que murió de acuerdo a su naturaleza. Pero esos sentimientos siguen presentes. No hay manera de que corresponda, todos lo entendemos, porque conocemos esa historia, excepto Lena.

―Armen dice que debemos darle tiempo, pero…

―El señor Regan tiene razón ―coincido con la mirada fija en el pasillo―. Recuerda, los humanos tienen emociones demasiado cambiantes, que suelen confundirlos. En especial cuando de amor se trata. 

Su boca forma una línea rígida y puedo notar la tensión que mi afirmación le provoca. Sé que le gustaría contradecirme, pero también es consciente de que ella pasó por ello. Cuando se negaba a aceptar lo que sentía por el señor Armen. A pesar de que se trate de un contexto distinto.

―El amor no es un sentimiento fácil de comprender. ―Para nadie, sea humano, vampiro o híbrido. Es difícil ir en contra de lo que tu corazón dicta. Y la razón, prefiere no estar disponible. 

―No quiero que sufra ―afirma― y cada día, come menos.

―Eso tampoco me agrada, pero… ¿Cómo se dice? Creo que tiene mal de amores. ―Sonrío, pero ella no comparte el gesto―. Quiero decir, que tiene que asimilarlo y darse cuenta que hay muchos chicos más. Cualquiera estaría dispuesto, es hermosa y una romántica.

―No creo que sea tan sencillo.

―Quizás. Pero me di a la tarea de revisar a los más jóvenes del consejo y de la guardia, no están nada mal. Deberíamos presentarlos.

―¿Qué? ―murmura, luciendo horrorizada con la idea. ¡Ja! Tal como pensé, siguen siendo su niña.

―No estoy diciendo que los hagamos desfilar delante de ella, aunque puede no sea tan mala idea ―farfullo divertida ante la idea, pero rápido dejo mi humor para hacerle notar mi punto―. Podríamos asignarlos a cuidarla o invitarlos a tomar un té, sin ser demasiado obviamos.

―Irina…

―Tranquila. He sido bastante minuciosa, para evitar problemas. Ninguno de los que tengo en mente, ha tenido amoríos, en especial con humanas. Es decir, que no se considera que han encontrado el amor de su vida. Podría funcionar.

Sacude la cabeza, con aspecto decaído. Por un instante pareció considerarlo.

―Olvidas que no es solo cosa de mirar en otra dirección y que el corazón cambie.

―Cierto ―admito haciendo una mueca. Uriel tenía razón, descartado. Me detengo en la entrada del comedor―. De todos modos, le sugerí visitar Jaim. Quizás estar con Airem y Elise le ayude a despejarse.

―Lo había contemplado, pero no estaba segura de que fuera buena idea.

―Entiendo que no quieras separarte de ella, pero un respiro es lo que necesita. Y también, sé que ese chico Klaus gusta de ella. Nada se pierde con probar ―me adelanto antes de que pueda replicar.

Afortunadamente, nuestros hombres aparecen en la puerta. Uriel se acerca a mí y deposita un cálido beso en mis labios. Amo sus demostraciones de afecto, sin importar delante de quien estemos.




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