Linaje *disponibles primeros capítulos*

Capítulo 11

 

~Josiah~

Nadie de la guardia parece sorprendido al verme de nuevo en las puertas de la ciudad, solicitando salir. No es la primera vez en la última semana y supongo que a ninguno le preocupa que pueda pasarme algo malo. La mayoría de ellos conoce mis habilidades, prácticamente todos han sido compañeros de prácticas y a pesar de que no soy realmente habilidoso en el combate cuerpo a cuerpo o incluso con espada, el control de la tierra les intimida demasiado y definitivamente me da una ventaja. Eso y que ahora hay pocas amenazas fuera. Los muros se conservan, por una cuestión de precaución y prevención, pero es un hecho que gran parte de los vigilantes no miran el horizonte en busca de algún posible enemigo. Porque no existe.

Tal como lo ha dicho Airem, los impuros son algo que rara vez se ve. Se convirtieron totalmente en criaturas salvajes, que se alimentan de la sangre de animales. Aprovechando que ellos poco a poco han aumentado su número y aceptando el hecho de que no tienen oportunidad contra nosotros. Al menos eso creemos.

Avanzo sin prisas una vez que he cruzado el rio, tomando el sendero que conduce a la cascada. Donde se encuentra. Escaneo alrededor, asegurándome de que no hay peligro de ninguna especie, a pesar de saber de sobra que ella bien podría ocuparse.

Mis pasos se acortan aún más, a medida que vislumbro su rubia cabellera, que brilla bajo los rayos del sol. Disfruto de la vista, aproximándome. Tumbada de espaldas, sobre una vieja manta, se encuentra. Tiene los ojos cerrados y los brazos extendidos por encima de su cabeza. Soy cauteloso, pero noto cuando me percibe. Con un ágil salto se pone de pie y se arroja sobre mí.

La sostengo sin problemas, mínimamente sorprendido por su gesto, no es la primera vez que lo hace. Paso mis brazos por debajo de su trasero, permitiendo que sus brazos rodeen mi cuello y sus labios devoren los míos. Lo dicho, ella no tiene problemas con el contacto o con tomar lo que desea. No es amable, ni tímida deslizando su lengua en mi boca, mordisqueándome y tirando con fuerza de mi pelo. No me hace daño, no al menos en un sentido estricto, porque evidentemente afecta mi voluntad y sentido común.  

―Hola ―murmura con voz ronca, aun sobre mi boca. Su aliento abanica, provocándome un ligero cosquilleo.

―Hola, Airem ―respondo sin apartar mis ojos de los suyos, que son alegres, con un toque travieso.

―Demasiado formal ―chasquea removiéndose entre mis brazos, indicando que desea bajar. La libero, ignorando como arrastra intencionalmente su cuerpo contra el mío. Es una provocadora. Me mira de modo sugerente y tomando mi mano me conduce hasta donde se encuentra la manta. Sin amabilidad, ni aviso, me empuja. No pongo resistencia, cayendo de espaldas―. Me gustas abajo ―comenta divertida, sentándose sobre mi cintura.

―No puedo quejarme.

―¿Ni siquiera por el sol? ―inquiere maliciosa apartando suficiente su cabeza, para que los rayos incidan directo sobre mi rostro.

―No ―aseguro luchando contra la ligera incomodidad que me provocan. Deja escapar una risa burlona y se mueve, bloqueando de nuevo el sol con su cuerpo, inclinándose hacia delante.

―Has tardado demasiado ―gruñe mordiendo mi barbilla, sus manos desprendiendo los botones superiores de mi camisa. No suelo ser del tipo manejable o permisible, pero me encanta ver de todo lo que esta pequeña chica es capaz de idear. Nadie pensaría que con ese rostro de ángel o ruda, tendría acciones tan osadas.  

―Te recompensare ―contesto, evitando mencionar los deberes que no he podido posponer.

―Bien ―asiente incorporándose ligeramente. Se muerde el labio y lleva sus manos a la parte inferior de su camisa, para inmediatamente pasarla por encima de su cabeza.

Es inevitable que mis ojos escanean su pecho, delineando su sostén y cada pequeño detalle de su piel expuesta. No es demasiado pálida, tiene un ligero color tostado, producto de lo mucho que disfruta exponerse al sol, eso me queda claro. Otra pequeña diferencia entre los dos. Ella es tan ardiente, tan intensa como el fuego.

―Airem… ―murmuro con voz grave. Su mirada parece oscurecerse cuando pronuncio su nombre y la presión que ejercen sus piernas a mis costados lo confirma.

―Tócame ―pide, sonando más a una demanda que suplica.

Mis manos desean tanto hacerlo, mueren por ignorar a mi mente, acatar su orden y palpar cada pequeña parte de ella.

No me resulta tan desconcertante estar en este punto. Hemos pasado por esto un par de veces, en que los besos se nos han ido de las manos y que prácticamente han alcanzado partes íntimas. Siempre me he contenido, frenando el momento. Le he explicado que quiero que vayamos con calma, pero ella no opina lo mismo. Ha asegurado, que al igual que la mayoría de las jóvenes de Jaim, está sujeta a control de natalidad y que no quiere hijos, aun.

Sin embargo, esta vez luce tan resulta y yo no estoy tan sereno para desviar su atención y hacerla desistir. Eso o que simplemente también quiero hacerlo. Ninguno ha tenido otras parejas, ni contacto tan íntimo como este y supongo que es precisamente eso lo que hace que todo sea más intenso, lo que impulsa a sentir curiosidad al respecto.




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