Linaje *disponibles primeros capítulos*

Capítulo 13

 

~Anisa~

Esta sin duda alguna es una pésima idea, de las peores que se le han metido en la cabeza y ni siquiera entiendo porque me he dejado envolver en sus juegos. Porque es eso, una artimaña. Suspiro con cansancio, reflexionando mentalmente las posibles consecuencias, dirigiéndole una mirada molesta, al tiempo que agudizo mis sentidos, siguiendo sus movimientos. Hasta ahora todo va de acuerdo a lo planeado. No sé cómo demonios consigue que todos hagan lo que quiere. Incluso yo.

―Por favor ―resopla, al percatarse de mi postura, con esa sonrisa ladina que tanto me irrita―. ¿No quieres ser buena por una vez en tu vida?

Estoy segura de que ahora mi mirada es mucho más que molesta, pero eso solo logra que sonría aún más.

―Verdaderamente, cuestiono tu sentido del bien ―mascullo con una mueca de desagrado―. Tal vez, eso deberías preguntártelo a ti.

―Yo soy buena. La mejor de todas.

La odio.  

―Claro ―respondo denotando sarcasmo―. Tan buena que no dejas de intervenir en los asuntos de los demás.

―Mira ―gruñe volviéndose hacia mí, apuntándome con el dedo. No entiendo porque demonios sigo tolerándola―. Armen me ha dado permiso ―canturrea sonando demasiado confiada.

―Dudo que el señor Regan haya estado de acuerdo en manipularlos ―digo encogiéndome de hombros. Ha sido bastante tolerante, pero al igual que Gema, le preocupa el estado de ánimo de esa niña y dudo que enfrentarla a Abiel ayude. Debería ser él quien vaya a ella, no al contrario―. Si no mal recuerdo, lo único que aprobó es que fuera yo quien le acompañara, solo eso. Y fue, porque se supone Ryen estaría demasiado ocupado, haciendo no sé qué cosas importantes que no podían esperar. ―Otra de sus mentiras. Esta mujer a pesar de su aspecto de inocente, es de temer.

―Desde luego, Lena es prioridad ―afirma girándose de nuevo hacia el ventanal―. ¡Ahí están! ―murmura con emoción. Supongo que da por hecho, que esto evitara que ella se vaya de Cádiz. Lo dudo. Y tampoco sería muy bueno, no cuando él no parece dispuesto a hacer algo más que observar. Como lo ha hecho hasta ahora.

Dirijo mi atención a lo alto del muro, donde Lena se encuentra. No importa la distancia, puedo ver su figura, que no parece haberse percatado de la presencia de Abiel o tal vez solo está fingiendo.

Esto no está bien. Ella evita su toque y dándole la espalda, baja rápidamente.

―¿A dónde va? Ella no debería alejarse… ―balbucea Elina. Tengo la respuesta y no me gusta. Se mueve, dirigiéndose hacia la entrada de la ciudad.

―Mierda ―maldigo tomando la bolsa que contiene sus cosas―. Parece que no siempre te puedes salir con la tuya ―reprocho molesta con el resultado.

―Pero… Espera…

―Esto ha sido un error ―mascullo dándole una mirada furiosa, mientras me encamino a la puerta de la residencia. Algo ha ocurrido, Lena parece resuelta a marcharse, incluso dejando a tras sus cosas.

Me olvido de Elina y sus protestas detrás de mí y me apresuro a llegar a la puerta. El hecho de que no esté corriendo, me permite alcanzarla al tiempo que ella cruza la entrada. Maldigo mentalmente a Abiel, que se ha quedado quieto aun costado, sin intentar ir tras ella o hacer algo para detenerla.

“Has fallado, Elina”, reprocho bloqueando su respuesta. Estará molesta y se lo merece. Si Abiel quisiera hablar con ella, lo haría. Es así de sencillo.  

―¿No se supone que debo acompañarte? ―cuestiono apenas nos alejamos unos metros.

―Estás aquí.

―¿Y tus cosas? ―señalo la bolsa. Me mira inquieta, sus ojos enfocando más allá de la ciudad, hacia la colina que oculta los senderos hacia las viejas ciudades.

―No… Me olvide ―balbucea sin detenerse y volviendo a dar un vistazo a la lejanía.

―¿Ocurre algo? ―inquiero frunciendo el ceño.

―No ―niega luciendo absolutamente insegura de su respuesta.

―Lena… ―digo sujetando su brazo, obligándole a detenerse―. ¿Qué ocurre?

―Nada.

―No me lo parece.

―No es nada, solo… quiero llegar antes del anochecer. ―Frunzo de nuevo el ceño, mirando el sol aún se encuentra en el horizonte. Quedan al menos un par de horas antes de que se pierda la claridad. Miente.

Entiendo que nunca hemos tenido este tipo de conversaciones, pero no soy idiota para no percatarme que algo anda mal.

―¿Qué te hizo Abiel? ―pregunto sin rodeos. Suspira, sacudiendo la cabeza, liberando mi mano de su brazo.




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