~Farah~
―Entonces, ¿está todo listo? ―pregunto mirando la enorme pila de registros colocados sobre la mesa, en donde se enlistan el nombre de cada habitante activo de la ciudad y sus respectivas tareas.
Caden asiente, manteniendo la misma expresión serena que muestra cuando estamos cenando o simplemente tocando temas triviales. ¡Joder! Si fuera yo, estaría alardeando de terminar la coordinación de labores antes del tiempo esperado y sin necesitar ayuda alguna. Habría sorprendido a Pen y a Knut. Pero no, él simplemente se limita a cumplir con el deber, como si se tratara de algo tan sencillo como freír un huevo o lavar un plato. No cabe duda de que tiene madera de líder. El chico es una mezcla equilibrada de la astucia de su padre y la bondad de su madre. Algo muy distinto a ese hermano suyo. Definitivamente, me hubiera gustado que fuera él y no Josiah, el que estuviera detrás de mi hija, pero mierda, que en eso solo ella decide.
―Sí, todo en orden ―explica con el mismo tono de voz―. Klaus me entregó el orden para las rondas de los próximos meses, así que sí, todo completado.
Hago una mueca al escuchar su declaración, organizar las rondas de la guardia debería ser tarea de Airem y no Klaus.
La sonrisa que se dibuja tenuemente en su cara, indica que sabe lo que estoy pensando.
―Es imposible que lo haga, ¿cierto?
―No, no lo es ―responde con amabilidad―, es solo que ella prefiere la acción, que el papeleo.
En eso ni siquiera yo puedo culparla, yo pase por eso en su momento, pero es algo que se tiene que hacer, por mucho que resulta molesto.
―Hablare con ella.
―No hace falta, señor. Klaus es bueno con eso y está más que encantando de ayudar. El manejo de las armas no parece ser lo suyo.
―Lo imagino, no entiendo porque quiso hacer el cambio y dejar el invernadero. ―Él sí parece conocer la respuesta, pero es demasiado reservado para decirlo en voz alta. Otra de sus cualidades que me agradan―. Y volviendo al tema de las rondas, es su responsabilidad. No puede ignorarla, incluso el mismo Knut tuvo que hacerlo.
Llevar un orden al inicio me pareció una pérdida de tiempo; sin embargo, eso agiliza las tareas y evita que haya pérdidas de temporada o confusiones. Todos asumimos un rol y eso nos permite tener un periodo de “descanso”, por decirlo así, porque algunas cosas no se pueden suspender por mucho que se intente.
―Airem es Airem ―se limita a decir, sin reproche ni malestar. Siempre intentando cubrirle las espaldas, pero sin descuidar su bienestar―. Además, como ha dicho, todo está listo.
―Mmm ―murmuro golpeando los dedos en la superficie de madera―. Hay algo de lo que me querías hablar, ¿correcto? ―Asiente, cuadrando ligeramente los hombros, como siempre que cree que necesita mi aprobación para proceder. Es muy considerado de su parte, teniendo en cuenta que en un par de meses, será él quien tenga el mando y la última palabra.
El nombramiento será dado durante la celebración de la fundación de las ciudades y la unificación de estas como una comunidad. Aunque las fechas exactas no son coinciden, por conveniencia se eligió un día. Que es de los pocos en que las puertas de Cádiz se abren para permitir la entrada de todo el humano que desee asistir y convivir con sus pálidos vecinos. ¿Quién lo hubiera dicho? Vampiros y humanos cenando y bailando en un mismo lugar. Eso ni pensarlo hace más de 25 años.
―Sí, es sobre la construcción de las nuevas viviendas. ―Sí, él sabe tan bien como yo, que habrá que organizarlo cuanto antes, para evitar las prisas.
―Eso mismo he estado pensado. Es un hecho, que en un par de años, nuestros jóvenes comenzaran a formar sus propias familias y es importante poder asignarles un espacio propio. ―Me froto la barbilla, pensativo. En 20 años, el amplio espacio libre del que disponíamos después de la construcción de Jaim, ha disminuido considerablemente. El número de bocas que alimentar ha aumentado, no de modo alarmante, pero esas pequeñas bocas ahora son adultas y tienen mayor necesidad de alimento, así que con ello, es indispensable ampliar los campos de cultivo, los establos y granaderos. Durante invierno, es importante mantener un equilibrio no solo con las semillas, también con el pasto de los ganados.
―He estado analizando las opciones ―comenta tomando un viejo mapa de la ciudad, que extiende sobre la madera. No me sorprende ver que tiene incorporados los esquemas de los nuevos edificios. No sé cómo lo hace, siempre va un paso adelante―. Airem es buena con los dibujos ―explica respondiendo mi duda no formulada.
Imposible no sentirme orgulloso de ella, pero trato de demostrarlo demasiado. Aunque eso no resta que se escabulla la mayor parte del día, desde algún tiempo con más frecuencia. Y prefiero mejor no pensar en que hace o con quien. Es joven y quiere experimentar y vivir, lo entiendo perfectamente, pero no es tan divertido como cuando era yo quien trataba de romper la guardia de su madre.