Linaje: Secretos de Sangre

Capítulo IX: Alteraciones

• ALTERACIONES •

Mientras caminaba de la mano de Matthew, yo iba pensando en lo bien que él se veía y en todas y cada una de sus atenciones. Era la primera vez en mucho tiempo que volvía a sentirme de esta manera, en cierta forma agradecía que él fuera tan lindo y detallista conmigo, era por eso que quizá estaba pensando en darle una nueva oportunidad.

Matthew es una buena persona y quizá si lo intentaba… algo entre él y yo podría funcionar.

—Gracias —susurré avergonzada. Él volteó a mirarme—. Por todo esto —dije casi enseguida—. Es muy lindo de tu parte.

Él amplió su sonrisa.

—No es nada. —Me respondió sin borrar aquel hermoso gesto—. Yo quería darte algo mejor, pero con el poco tiempo que me disté... Bueno, esto fue lo mejor que pude encontrar.

Al escucharlo sonreí para mis adentros. Él en verdad se había esmerado, las flores, el auto, su traje; todo era perfecto, incluso la cálida noche.

Le estaba sonriendo cuando de repente un fuerte escalofrío me recorrió, me giré un poco hacia la calle y ahí lo miré. Frente a mí y del otro lado de la acera se encontraba Edward que me miraba con una pérfida y exótica sonrisa.

Chasqué los dientes y lo maldije.

Me molestaba que él se creyera demasiado. Sí, lo sé, él es un hombre realmente apuesto, tanto que merecía tener a la mujer que estaba parada a su lado, mirándome como si quisiera matarme, entrecerré un poco más los ojos en ellos y continué mirándolos.

Ambos mantenían un aspecto rígido y sombrío; y al igual que Matthew y yo, vestían casi de la misma manera.

Edward usaba un pantalón y una camisa negra de vestir doblada hasta por los codos, tenía abiertos los tres primeros botones de su camisa, dejándole ver lo pálido de su pecho mientras que ella, usaba un vestido negro recto y corto, con mangas tres cuartos de encaje.

Ella como siempre estaba abrazada a él y creo que comenzaba a odiar eso.

«Cretina», pensé y de inmediato la vi venir hacia mí o eso fue lo que me pareció ver ya que enseguida detuvo sus pasos cuando Edward volteo a mirarla.

¿Qué rayos le estaba pasando?

Sin dejar de mirarlos entre en el auto, Matthew también hizo lo mismo. A pesar de que él demostraba una cara dulce se veía disgustado, no me fue difícil saber el porqué; sus ojos azules estaban centrados en Edward.

Por unos momentos los miré, no me gustaba la forma en la que ambos se estaban mirando.

Tomé a Matthew del brazo y él me miró. Su sonrisa trataba de compensar su enojo, sin embargo, su frustración comenzaba a ser obvia. Suspiré porque de todas las rivalidades que pude haber imaginado en esos momentos esa había sido una de las últimas y de las más absurdas.

Meneé la cabeza y eso fue todo.

Para cuando llegamos al baile tuve que respirar profundo más de una vez, me sentía nerviosa, no solo por el hecho de estar ahí, sino porque sentía que había algo extraño en el aire.

Observaba a través de la ventana a mis compañeros. Todos, sin excepción alguna se veían bien, aunque una vez que entramos en el edificio no pude evitar percatarme de todas esas personas que nos miraban. Me preguntaba: ¿Qué era lo que los hacía mirarnos tanto? Yo no me sentía especial, mucho menos bonita o fuera de lugar como para que viera en algunos rostros expresiones desencajadas, las cuales intente ignorar durante toda la noche.

Sobre todo, cuando Matthew me dejo sola.

No esperaba que él se quedará para siempre conmigo, pero al menos esperaba que hubiera sido un poco más atento.

Durante algún rato lo esperé, sin embargo, ya había sido demasiado tiempo y no estaba dispuesta a seguir esperándolo.

Miré la hora en mi reloj, casi era medianoche, fue entonces que golpeé la mesa con la punta de mis dedos y sin volver a pensarlo me levanté, no iba tolerarlo. Torcí mis labios y suspiré más que enojada mientras avanzaba hacia la salida, abriéndome paso entre la gente que se había juntado en el centro de la pista para presenciar el último de los eventos.

Me sentía decepcionada, todo lo que había esperado de Matthew no había sido más que una falsa ilusión.

Estaba a punto de llegar a la salida cuando de repente detuve mis pasos en seco, sobre el escenario mis dos mejores amigos estaban siendo coronados. Por un breve momento creo que sonreí, ver a Cecil y a Matthew conseguir lo que realmente se merecían me hizo sentir feliz, aunque cuando los vi besarse... Toda aquella felicidad se congeló.

Era increíble lo que estaba mirando.

No, era increíble lo que yo había pensado.

Apreté los puños con fuerza y sin volver a mirarlos salí de ahí.

—¡Maldición! —gruñí con fuerza una vez que estuve sentada en una banca.

¿Cómo podía pensar que él y yo podríamos ser algo más que amigos?

Eso era algo...

—Estúpido. —Escuché detrás de mí e inmediatamente me giré—. Ese tipo sí que es un imbécil —dijeron al irse acercando.




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