Litneters Ya Somos 300!!!

WANDA QUICENO

Todos habían perdido la cabeza de un momento a otro, se arrancaron los ojos y gritaban de forma ensordecedora. Los relojes se detuvieron de forma repentina y el viento se detuvo también. ¿Qué estaba sucediendo? El mundo ya no tenía sentido o Dios se había cansado de nosotros, no lo culpo. El asunto es que yo había estado allí, justo en medio de la clase, el lugar perfecto para contemplar cómo la humanidad se destruía a sí misma en un segundo, estuve ahí para ver los cuerpos agonizantes y desear nunca haber existido. No estaba en aquel salón de clases porque quisiera, buscaba algo como muchos otros.

Así que dejé el lugar detrás de mí y caminé por los pasillos tratando de evitar rozar mi ropa con algún cuerpo en el camino, no es como si sirviera de mucho con mi atuendo ya manchado con la sangre de otros. En algún punto empecé a correr, asustada por lo que mis ojos veían y entonces llegué a la calle sin saber a dónde dirigirme. Vi hombres de negro caminar por allí y entrar a edificios a no sé qué, ninguno me miraba. Como si no existiera para ellos.

Decidí caminar alrededor y me lleve el susto de mi vida cuando al pasar por una pequeña plaza de mercado, una mano salió de debajo de una mesa y tomó uno de mis tobillos con fuerza. Grité y pateé, como si se tratara de una cucaracha, también pisoteé. Así, retrocedí sin querer averiguar qué o quién se encontraba allí. Entonces, sentí mi espalda chocar con algo y manos frías se posaron sobre mis hombros. Levante la cabeza, notando que detrás de mí se encontraba un hombre muy alto, cuyos ojos negros no parecían tener fin.

—Te encontré —dijo con suma seriedad. —Llevo mucho buscándola.

—Algo, algo extraño le está pasando a todo el mundo... —Dije con voz temblorosa, esperando recibir algún consuelo o explicación.

—No se preocupe, todo estará bien. —Su voz plana y fría no me brindó ni un poco de confianza, había sonado casi como un robot. —La llevaré a un lugar seguro —dijo, tomándome de un brazo y dirigiéndonos a un edificio.

No me parecía que tuviera mucho sentido; pero de todos modos no me resistí. Él abrió la puerta para que entráramos y cuando puse un pie adentro el panorama cambió frente a mis ojos. Estábamos en un espacio negro que parecía sin fondo, como si me hubieran empujado al vacío, pero en vez de caer, caminaba sobre o dentro de él. Me di la vuelta para regresar, sin embargo, ya ni siquiera existía aquella puerta. Rayos.

—Tome asiento —el hombre estaba muy por delante de mí, me ofrecía una silla que había salido de la nada, bajo una única luz, justo en el medio de todo.

—¿Es esta la última? —Escuche una voz magistral de ningún y cualquier lugar.

—Sí, señor.

— ¿Nombre?

—A… A… —No supe qué decir, la lengua se me enredaba.

—Amanda —dijo, quien me había traído.

— ¿Los demás?

El hombre no dijo nada y aquella voz no pregunto más.

—Señorita, le haré alguna preguntas y espero responda con honestidad.

Necesitaba despertar, porque esto no podía ser más que un sueño, el más absurdo de todos.

— ¿Mintió a sus padres alguna vez?

—No —, respondí al instante y entonces sentí mi mano izquierda romperse. —¡Dios! ¡¿Qué está pasando?!

—Creí haberle dicho que fuera honesta conmigo, de esa forma todo será más sencillo.

Busqué a mi acompañante, necesitaba que alguien me ayudara; pero, me encontraba completamente sola.

— ¿Le ha deseado el mal a alguien?

—No —dije, sin poder controlarlo y mi otra mano se rompió.

— ¿Robaste algo en algún momento de tu vida, aunque fuera pequeño?

—No —, al menos no que yo recordara y parecía que no lo hacía porque sentí algo más dentro de mi romperse. —Por favor… —

—Qué pena, todo un planeta lleno de personas y ninguno de ustedes pudo mantenerse dentro de las reglas. ¿Sabe lo que ha pasado? Las almas más grotescas no han podido hacer más que arrancarse los ojos para no ver su cruel destino.

— ¿Destino?

—Sí, mal uso de palabra, me refería más a su final.

—Final.

—Algunas almas simplemente están demasiado podridas y otras están llenas de grietas. Me temo que la suya tiene grietas. Dígame, ¿ha matado?

Mis ojos se abrieron llenos de sorpresa y mucho miedo, aquel hombre hablaba de almas. ¿Dónde estaba? ¿Qué significaba esto?

—Sí — un triste accidente. — ¿Por qué se me juzga?

—Para descubrir a donde enviarla. El final de los tiempos ha llegado, nadie debe quedar en la nada.

— ¿Acaso estoy muerta?

—Yo no lo llamaría así. Es sueño eterno o castigo eterno. ¿Se arrepiente de sus acciones?



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En el texto hay: relatos, relatos cortos

Editado: 18.04.2018

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