En estas calles coloridas, no siempre existieron historias hermosas llenas de alegría, decía mi abuela que hace muchos años existió una historia de amor nacida en la hacienda en la que ella trabajaba como sirvienta de una gran señora, mi abuela con sus cabellos negros rizados y su piel negra nos hacía sentarnos a sus pies mientras cocinaba arepas en su viejo horno de leña.
Soy una mujer afrodescendiente, voy a la universidad, me encanta bailar y vestirme de colores brillantes, mi cabello es indomable casi como el de mi abuela o el de mi madre, o el de la madre de mi abuela, tengo un grupo bastante grande de amigos de todas las razas y debo decir que esto en otras épocas pudo ser el preámbulo para una tragedia como la que recuerda mi abuela.
Comentaba ella con una dulzura enorme que se reunían todos los sirvientes de la hacienda, que en su mayoría eran negros o mestizos ,en las caballerizas o en el trapiche donde molían caña de azúcar y a la luz de una gran fogata, empezaban a hablar todos de las largas jornadas que se vivían dentro de la hacienda y de la dura mano que su dueña aplicaba en cada uno de ellos, la patrona se caracterizaba por su semblante serio, ojos azules que aunque hermosos producían un miedo penetrante, y es que en la región se decía que la mujer era una bruja, nada más zafado de la realidad, la patrona era dura porque a la muerte de su esposo tuvo que hacerse cargo de dos niñas recién nacidas, y una hacienda productora, se ganó el respeto de los capataces de las otras haciendas y aun a su edad no le faltaban pretendientes, y cómo no! Si su hacienda era una de las más grandes-
-Juanito mambo escondía entre las cañas de azúcar dos pequeños bongos y empezaba a tocar y nosotras todas a bailar – decía mi abuela mientras movía sus grandes caderas al ritmo de una música imaginaria de tiempos pasados – La señora Ivonne tenía dos hijas jóvenes casi de su edad, un poco más pequeñas, tenían un cabello dorado hermoso, ojos verdes, y una piel blanca como la de un papel, debo decir que una de las niñas brillaba por su gentileza, la pequeña Bet era la niña querida de la hacienda, le encantaban las frutas, y cabalgar con la negra Teresa, su nana, en su potra Celestina-
Mi vieja se sentó en un pequeño banco de madera, vigilaba las arepas que se cocinaban con el fuego:
-Uno con los años se da cuenta de cosas, y yo lo supe desde el momento que vi llegar al pobre joven temblando a los pies de la patrona, Daniel , lo encontraron robando huevos del gallinero de la hacienda, la patrona no tenía cabeza para planear un castigo ejemplar, así que le dijo que sería el quien limpiara las pesebreras, las caballerizas, y los gallineros todos los días, Daniel era un joven alto, con un cuerpo atlético y una sonrisa descomunal , con unos dientes blancos como perlas, un sentido del humor grandioso y una chispa de audacia que le hacía falta a muchos dentro de la hacienda, aún recuerdo el primer dia que se conocieron, la joven Bet venia corriendo de Teresa a quien le habían ordenado bañar y peinar a la joven, pero la niña no quería usar vestidos, no quería que jalaran su cabello, así que la vimos correr hasta los potreros mientras su nana gritaba desesperada y a punto de lloriqueo.
En su carrera la joven tropezó con Daniel que cargaba unos bultos pesados de heno, él se fue de espaldas y la joven callo sobre su pecho sudoroso y ennegrecido por el sol, me acerque para ayudar a Bet a levantarse y mientras lo hacia el pobre chico se quedó de rodillas frente a ella.
-perdón- dijo Bet con un hilo de voz - mientras su nana la tomaba de un brazo y la limpiaba con su delantal de pies a cabeza y cuidando de que la señora Ivonne no hubiera visto la escena
-¿estás bien? – le respondió el joven que tenía su espalda llena del polvo.
La joven sonrió un poco y fue arrastrada por Teresa de nuevo a la casona, Daniel se quedó parado mirando como la joven desaparecía-
Mi abuela empezó a poner las arepas en un plato hondo, uno de mis primos el más pequeño intento robar del plato, pero mi abuela lo reprendió – todavía no - yo me reí un poco y abrace al niño que se acurruco en mi pecho a lloriquear
-Pue bien pasaron los años y la joven Bet se sentía cada vez más atraída por Daniel, debo aceptar que ambos florecieron como la flor de guayaba ,Bet con su gentileza siempre estaba dispuesta a ayudar inclusive a nosotros, era una muchacha inteligente, con mucha energía, por otro lado Daniel, era un joven fuerte, que al igual que Bet y por haber crecido tan cercanos cultivo una gentileza admirable, una amabilidad y una persistencia de hierro, se hicieron muy amigos a espaldas de la señora Ivonne y de la joven Suzette, salían a cabalgar al atardecer en Celestina y en Indio, uno de los sementales más queridos por Daniel- Mi abuela suspiro como si recordara la imagen– todo era muy hermoso, verlos reír, hacían que la sequía no pareciera tan terrible; por esa época la señora Ivonne estaba sumamente exigente, ya habían muerto algunos animales por la falta de agua, por lo que Daniel tenía mucho más trabajo de lo normal, además de esto se sumaba la presión que ejercían los pretendientes de otras haciendas por desposar a Bet, la joven Zussete aunque hermosa nunca tuvo tantos pretendientes como su hermana debido a su expresión que recordaba que no venía de estas tierras, esas dos mujeres , madre e hija venían de tierras heladas y se les notaba en la sangre, nosotros los de tierra cálida venimos con la primavera entre las venas, con la música, con la algarabía!, la joven Bet estaba siendo pretendida por un joven hijo de un español, resulta que el joven Alejandro era el amor no correspondido de su hermana – Mi abuela se limpió la masa que le quedaba en los dedos, mientras nos seguía contando con una voz pausada – este triángulo amoroso hubiera sido inofensivo pero no lo fue, escuche discutir a Daniel y a Bet cerca de las caballerizas: