Llamado del Corazón

CAPÍTULO 11

░★░

—¡Gracias! —exclamó Kendra, dándole un beso en la mejilla y un abrazo—. Estoy muy, muy, pero muy feliz de que cantes en mi boda. Es el mejor regalo que puedo recibir.

—Me sentí mal cuando hablamos ayer —dijo Hania, apartándose un poco—. Al final me di cuenta de que mis problemas no eran tan graves, y además tú no merecías que yo rompiera el contrato por eso.

—Lo aprecio mucho. Y si vuelves a tener problemas, si hay algo que yo pueda hacer para ayudarte, no dudes en decírmelo.

Hania negó con una sonrisa.

—Te agradezco, pero todo está bien ahora.

—Qué bueno —respondió Kendra sinceramente, bebiendo un sorbo de café.

Hania desvió la mirada hacia su pequeña Maya, que corría tras una ranita en el jardín junto a Eva. Después de desayunar, se había lanzado a jugar. La felicidad de Maya la tranquilizó. Mientras su hija estuviera contenta, valía la pena arriesgarse a otro enfrentamiento con Alaric, aunque parecía que eso no ocurriría hasta el día de la boda.

¿Se habría ido realmente, o volvería en cualquier momento?

Volvió a mirar a Kendra.

—Vi que tu prometido se fue en el helicóptero —murmuró, atrayendo la atención de la pelirroja.

Kendra dejó la tostada con mermelada a medio comer y se limpió los labios con una servilleta.

—Tuvo que irse por algunos asuntos de trabajo. Qué vergüenza contigo, apenas se vieron y ni siquiera pude presentarlos oficialmente con todo lo que pasó.

—No te preocupes, lo entiendo. A veces pasan cosas que escapan de nuestro control —se pasó un mechón de pelo detrás de la oreja—. Pero dime, ¿él va a volver antes de la boda, o lo veremos ese día?

—Seguramente lo veremos el día de la boda. Mi futuro esposo no es precisamente un amante del campo.

Hania asintió débilmente. Sabía que así era. Eso le recordó una cita que tuvieron en el pasado cuando él le propuso matrimonio.

Fue en Central Park durante la primavera. El cielo estaba despejado, y el parque florecía con árboles frondosos y flores vibrantes. Aunque él no solía disfrutar del campo porque decía que los mosquitos no le gustaban, había organizado una pedida de mano al aire libre, rodeado de la belleza de ese entorno tan inusual para él, pero perfecto para ella.

Estuvieron tres horas allí. Bebiendo champaña, comiendo queso y frutos mientras él la llenaba de besos y hacían planes de su futuro juntos. Luego pasearon en bote por el lago, disfrutando del bello atardecer y finalmente regresaron al departamento donde hicieron el amor hasta el amanecer, en la cama llena de pétalos de rosa.

Esos tiempos habían sido realmente hermosos. Recordarlos ahora, mientras él se preparaba para casarse con otra, le causaba un dolor profundo en el corazón. A pesar del tiempo transcurrido, aún no lograba sacar al italiano de su mente y corazón. Él había sido el primer y único hombre que la trató con amor y ternura.

Algunas veces se reprochaba por haber provocado el fnal de su historia de amor. Sabía que en parte era su culpa. Ella le ocultó su pasado y aunque no quería, el miedo a perderlo la hizo permanecer en silencio. Al final, esa decisión de callar fue la que generó esa desconfianza en él y los separó.

Tuvo que ser sincera y dejar que él decidiera si quería estar con ella a pesar de haber sido una prepago. De haberlo hecho, su ex no habría tenido forma de chantajearla más que con arruinar su carrera. Hubiera sido más fácil lidiar con eso que con perder al amor de su vida y provocar las dudas de su propia paternidad.

Porque eso también surgió a raíz de su pasado. Hizo que las intrigas del perverso de su ex, Zac Adams, tuvieran más peso.

Hania se mordió el labio con fuerza. Tal vez estaba siendo demasiado dura consigo misma. No podía cargar con toda la culpa. Una cosa era haberle ocultado su pasado por temor y otra las dudas sobre su paternidad. Él fue muy injusto en esa parte. Podía comprobar al menos que si era el padre de Maya con una prueba de ADN, pero él dejó que sus celos y orgullo herido lo cegaran.

Y ahora.... Tal vez ya era tarde para que quisiera creer lo contrario. ¿O no?

¿Qué pasaba realmente por la mente de Alaric Moretti?

Sus acciones la desconcertaban. Le había dejado claro que no quería volver a verla, que la niña que habían tenido en una de esas noches de intimidad no le importaba. Pero lo que hizo esa mañana...

Fue amable con Maya, incluso la llevó a montar en el pony. Sin saberlo, había cumplido uno de los sueños más simples y preciados de esa niña, a la que seguía sin reconocer como suya.

¿Será que, en el fondo, sentía el inquebrantable llamado de la sangre, ese lazo que por más resentimiento que haya, es imposible ignorar?

¿Tal vez el reencuentro lo estaba llevando a reconsiderar su paternidad?

Vicenzo se sentó a la mesa, notando el silencio contemplativo de Hania, que indicaba que estaba sumida en sus pensamientos.

—¿Por qué demoraste tanto? —preguntó Kendra, rompiendo el silencio.

Hania giró lentamente para ver a Vicenzo, el hombre que acababa de conocer pero que, con una sola mirada, la había hecho estremecer. No entendía por qué se sentía así, pero no podía evitarlo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.