Lo bonito de un día nublado

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Los siguientes días fueron mejorando, platicaban cuando podían o cuando ella no estaba con Simón, Dan se sentía bien cuando estaba con ella, ambos sonreían mucho, toda la espera no había Sido en vano.

Se preguntaba quienes eran los dueños de la nueva casa, sabía que ya había gente viviendo ahí pero el único movimiento que veía era el entrar y salir de los autos, bastante caros por cierto, pero todos tenían los cristales polarizados, así que le era imposible ver a los dueños. Lo gracioso de la mansión, era que no tenía ni barda y por ende tampoco portón, desde su habitación podía ver directamente al porche.

Pasó una semana desde que sus nuevos vecinos llegaron. Cuando cayó el sol, se puso una sudadera con capucha y el pantalón y los tenis del mismo color, quería averiguar  qué clase de personas vivían ahí, salió de su casa sigilosamente, las luces de la casa de enfrente estaban apagadas, y no habían carros, se sintió más tranquilo, al parecer no había nadie, corrió y se detuvo a un costado de la casa, una luz estaba encendida y está se filtraba por un enorme ventanal, rodeo la casa y en la parte trasera había un balcón y un ventanal aún más grande que el anterior, enfrente o mejor dicho, aún lado del  Balcón, había un árbol grande y una de sus ramas llegaba a la orilla de concreto, era muy bueno trepando árboles, se sujeto bien de las ramas intentando a su vez no hacer mucho ruido y con el mismo cuidado piso la alcoba, la ventana estaba entre abierta, se acercó despacio, una vez estando ahí se pregunto ¿Y si los dueños si están en casa? Peor aún ¿Y si está es su habitación?. Tenía miedo, pero ya estaba echo, lo único que le quedaba era rezar para que no lo descubrieran. se acercó a la ventana, y todo quedó en silencio, un silencio que finalizó con una razgadura de cuerdas.
«¿un violín?» se pregunto, estaba confundido, no conocía a personas adultas que tocaran algún instrumento para matar el tiempo, se pegó a la pared y siguiente escuchando la melodía emitida por el violín.

Una semana.

Ya llevaba una semana llendo de noche a aquel balcón, diario había una melodía diferente, cada vez se sentía más intrigado por saber quién era la o él artista que tocaba de tal manera.
Esa mañana despertó temprano, era domingo así que se maldijo por no haberse quedado en la cama, tenía ganas de salir a correr, se puso su ropa deportiva, y cuando salió vio que de la casa de enfrente salía una mujer de cuerpo atlético y cabello rubio platinado, con la tez blanca, cuando vio su tono de piel, enseguida se acordó de April, sonrió ante el recuerdo, se olvidó del echo de que había conocido a su vecina, y echo a andar, se colocó los audífonos  y mientras la música sonaba el pensaba en ella.

 



#40745 en Novela romántica

En el texto hay: despedidas

Editado: 20.03.2019

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