Lo que calla el corazón

Capítulo 1: Victoria

—Estoy cansada, Elle. Llevo tres años esforzándome por ser una buena esposa, estando ahí para él, y lo único que he recibido es distancia y tratos fríos. En los momentos en que parece acercarse es cuando estamos solos en la habitación. En esos instantes pienso que todo puede cambiar, pero luego vuelve a ser como siempre. Sé que no nos casamos por amor, al menos él no me amaba, pero tenía la esperanza de que llegara a hacerlo.

Mi amiga toma mi mano con ternura.

—Te lo dije, Tori. Déjalo y empieza de nuevo. Puedes trabajar conmigo y lo harías genial. No eres una tonta, aunque no hayas ejercido tu carrera.

—Mi padre me dijo que ni pensara en dejar a Calix, y mi madre está de acuerdo. No solo perdería a un esposo, también perdería a mis padres.

Ella rueda los ojos.

—¿Y vale la pena todo eso? Solo te han usado para sus propios planes —alza las manos, resignada—. Ya sé que no te gusta que te lo diga, pero como tu mejor amiga, ya no me lo puedo callar. Tus padres no valoran lo que eres y Calix tampoco.

Quiero decirle que se equivoca. Hace un año lo habría hecho, pero ahora no puedo.
Calix ha estado muy ocupado con el trabajo. Últimamente llega tarde y se va temprano. Antes, aunque hablábamos poco, al menos compartíamos el desayuno.
En ciertos momentos se mostraba cercano conmigo, pero últimamente ni eso.
De vez en cuando me cuenta cosas del trabajo y escucho, doy mi opinión y ahí queda todo. Nunca ha sido grosero ni me ha tratado mal, pero el silencio y la indiferencia… también pueden doler. Mucho.

Durante un tiempo pensé que había otra persona. Luego dejé de pensar en eso. Y ahora, vuelvo a pensar en lo mismo tras sentir olor a perfume femenino en su ropa, aunque, sinceramente, ya no me importa.

Me casé con ilusiones, con cariño. Ahora solo me siento triste y con ganas de llorar sin razón.

La ama de llaves me ha dicho que él me quiere, solo que no sabe demostrarlo.
Una vez, cuando me enfermé, se quedó pendiente de mí y fue bonito. Después me recuperé y todo volvió a ser como antes.

—No lo sé, Elle.

—¿Y tu hermano? ¿No vive en la ciudad?

—No hablamos desde que se fue a estudiar medicina. Quiso dejar todo atrás, la empresa, las expectativas familiares y a mí. No sé nada de su vida. Él nunca me llamó y yo tampoco lo busqué.

—Tal vez te sorprendería si lo hicieras. Y aunque no, me tienes a mí. Mi casa no es como la tuya, pero está abierta para ti—termina de beber su café—. Y sobre el trabajo, ya sabes lo que opino. Me encantan tus fotografías y fue una pena que dejaras la cámara cuando te casaste. Eras increíble en eso.

Sonrío con tristeza.
Me encantaba la fotografía, la practicaba todo el tiempo, incluso cuando mis padres decían que era una pérdida de tiempo.

Conseguí una beca y estudié fotografía profesional. Mis padres no me la hubieran pagado. Mi madre pensaba que tomaba clases de protocolo y ceremonial, y mi padre no preguntó. Él había dejado en manos de mi madre el trabajo de convertirme en una "esposa ideal".

Me casé con Calix cuando mi hermano se alejó de todo y nadie más podía encargarse de la empresa familiar.
Calix tenía problemas financieros por las malas decisiones de su padre. Aceptó el matrimonio porque eso le traía los recursos que necesitaba para salvar su negocio. Ahora, ambas empresas están fusionadas y Calix hace un gran trabajo. Es muy distinto a su padre.
La empresa fabrica, comercializa y exporta muebles de lujo, los mejores del país. Solo los clientes más exclusivos pueden acceder a ellos. Y todo es debido al gran trabajo que han hecho mi padre y Calix.

Miro la hora y me pongo de pie. Elle también lo hace, tiene una reunión.

—Gracias por estar aquí y por escucharme. Sé que no he sido la mejor amiga.

—Es cierto que me cancelaste algunos planes por tu esposo, pero lo entiendo —me abraza fuerte—. Puedes contar conmigo siempre. Y en la agencia tienes un lugar, tanto como asistente, porque eres muy organizada, y yo no, como en fotografía para nuestras campañas.

Elle es una mujer admirable. Se crió en una casa de acogida. La conocí en una actividad de caridad. Mis padres nunca aprobaron nuestra amistad, pero yo nunca la abandoné.
Vi cómo se esforzó. Estudió con beca, se graduó con honores, trabajó duro y hoy dirige su propia agencia de publicidad antes de los treinta.

Es una mujer fuerte, decidida y libre. El único tema en el que no ha tenido suerte es el amor.
Ha tenido algunas relaciones decepcionantes, pero nunca ha puesto su vida en pausa por un hombre. Creo que hace bien.

Yo llevo tres años centrada en un solo hombre y empiezo a pensar que fue un error.

Nos despedimos.

—Gracias de verdad.

—Considera hablar con tu hermano. Tal vez no sea como te dijeron. No pierdes nada con intentarlo. A lo mejor es justo la persona que te hace falta ahora.

—Lo pensaré.

Nos prometemos volver a vernos pronto. Subo al auto y el chofer me pregunta si volvemos a casa.

—No. Llévame a la empresa, por favor.

Quiero hablar con Calix. Hoy necesito saber si todavía quiere luchar por este matrimonio, o si solo sigue aquí por compromiso.
Aunque dudo que mi padre pueda amenazarlo. Calix tiene el control de la empresa, y no se puede negar que es brillante.




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