Tomo un par de fotografías para analizar las luces y sombras. Ajusto la lente y hago nuevas pruebas, quedando satisfecha con las últimas.
Algunos pensarán que fotografiar maquillajes es fácil, trivial o aburrido, pero a mí me apasiona. Volver a tomar una cámara después de años, poder trabajar de esto y sentirme útil no tiene precio.
La dueña de la agencia es una mujer amable y trabajadora. Admira a las mujeres independientes, decididas, que luchan por salir adelante por cuenta propia. No tuvo reparos en contratarme, siempre que demostrara mi valía. Tampoco le importó que estuviera embarazada; al contrario, me apoya. Ella también es madre soltera.
Ahora entiendo por qué mi amiga la admira tanto y siempre habla bien de ella.
Termino las fotos y me dirijo a mi escritorio improvisado para empezar a editarlas.
Debería irme a casa, pero prefiero quedarme un rato más.
Reviso el celular. Hay mensajes de Calix y de mi madre. Parece que mis padres ya se enteraron de la separación, y quizás también saben que volví a hablar con mi hermano.
No me importa. Nada de lo que digan cambiará mi decisión.
Abro los mensajes.
Madre: ¿Cómo es eso de que te quieres divorciar? ¿Qué bicho te picó? ¿Acaso te quieres quedar sin nada? Tu padre aún no lo sabe. Aprovecharé que está de viaje para hacerte recapacitar.
Presiono responder.
Victoria: Mamá, ya tomé una decisión y no hay marcha atrás. Papá y tú pueden aceptarlo o desterrarme como hicieron con John, y no cambiará nada. Durante mucho tiempo intenté adaptarme, pero ahora necesito hacer lo que me haga bien. Me duele cortar lazos porque, a pesar de todo, los quiero. Pero estoy cansada, y esta vez haré lo que me haga feliz.
Presiono enviar y abro el mensaje de Calix.
Calix: No quiero divorciarme, pero tampoco quiero que sigas conmigo sin desearlo. Firmaré los papeles. Puedes pasar mañana por mi oficina.
Un dolor sordo y punzante me atraviesa el pecho.
Una parte de mí, la ingenua y soñadora, llegó a pensar que le importaba. Que aquella escena de celos no era solo para hacerme quedar mal creyendo que lo engañaba, sino porque realmente le dolía verme con otro.
Fui ingenua. Creer que su negativa a darme el divorcio y su enojo tenían algo que ver con amor fue un error. No era amor.
Es hora de dejar atrás las fantasías y enfrentar la realidad.
Me divorciaré de Calix. Y cuando todo sea oficial, le diré que estoy embarazada. Si quiere formar parte de la vida de su hijo o hija, lo aceptaré. Si no le importa, no le suplicaré ni le exigiré nada. Yo me encargaré de darle lo mejor, de asegurarme de que crezca rodeado de amor, ayudándolo a perseguir sus sueños, apoyándolo siempre. Quiero que sepa que no importa cuántas veces se equivoque, ni qué camino elija, yo estaré ahí.
Mi bebé tendrá dos tíos que lo van a consentir. Elle ya quiere saber si será niña o niño para empezar a comprarle cosas —aunque desea que sea una niña—, y John ya está buscando al mejor médico para que me atienda.
El sonido del celular me saca de mis pensamientos. Sé que es mi madre, porque le puse un tono especial.
Respiro hondo, exhalo lentamente y decido responder para terminar con esto de una vez.
—Hola, mamá.
—Por fin contestas. Es inaceptable que tires todo a la basura solo porque quieres vivir tu vida, Victoria. No te crié para esto.
Cierro los ojos. Me armo de paciencia y valor para no flaquear. Ella siempre supo cómo manejarme, convencerme, aunque yo también tengo la culpa por permitirlo y no ponerle un alto, olvidándome de que tengo voz propia. Pero ya no más. No tengo miedo. Tengo que ser fuerte por mi bebé, a quien quiero enseñar a ser valiente y a luchar por lo que quiere.
—No. Me criaron para cumplir un papel que nunca fue auténtico para mí, que me hizo sentir vacía. Ahora necesito encontrar mi voz. Tal vez ese papel te sienta bien a ti, pero a mí no. Sentía que me apagaba por dentro, que perdía la alegría de vivir. No podía seguir así. ¿Eso es lo que querías?
—Estás exagerando. Como si Calix te maltratara. Es un buen hombre, te ha dado todo.
—Todo, menos lo que realmente quiero. No me dio amor.
Ella suelta una carcajada.
—Cariño, el amor no es lo más importante. No garantiza una buena relación; a veces, es todo lo contrario. Hay que usar la cabeza.
Paso la lengua por los labios y miro la primera fotografía que tomé hoy.
—Yo no pienso así. Y, en cualquier caso, ya no importa. No estoy buscando el amor de Calix ni de ningún otro hombre. Estoy buscando el amor propio. Me olvidé de mí misma por atender a un esposo que no me valoró. Lo siento, mamá, pero si tú estás conforme con tu papel junto a papá, bien por ti. Yo ya no puedo ser así.
—Vas a perderlo todo, ¿lo sabes?
—No, mamá. No voy a perder. Voy a ganar. No me importa el dinero ni el estatus.
Ella vuelve a reír.
—Eso dices ahora. Quiero ver si opinas igual cuando empiece a faltarte y no puedas comprarte lo que quieras.