Lo que calla el corazón

Capítulo 14: Calix

Cuando llego a casa, Marge me recibe con una sonrisa. Le pregunto por mi esposa y responde que se encuentra en el jardín, en compañía de su hermano y de su amiga.

Genial. Pensé que podríamos hablar con tranquilidad, y ahora no solo tengo que enfrentar a mi cuñado, sino también a la mejor amiga que apenas me tolera.

—¿Llevan mucho tiempo aquí?

—La amiga llegó con ella una hora atrás, y el hermano hace media hora. Les pregunté si se quedaban a cenar, pero ambos dijeron que no.

—Gracias, Marge.

Al menos no se quedarán.

Me dirijo al despacho y le pido a Marge que me avise cuando la cena esté lista y los invitados se hayan ido.

Imagino que Tori les habló de nuestra discusión en la oficina. Es probable que ahora me miren peor que antes.

A veces no entiendo por qué insiste en pensar que hay algo entre mi asistente y yo. Sé que ella puede ser algo coqueta, pero siempre he dejado claro los límites, como cuando intentó abrazarme y lo impedí.

Creí que mi suegro se molestaría por lo que ocurrió. Me interrogó después de escuchar las preguntas en la rueda de prensa. Le dejé claro que no había nada, ni lo habría. Su consejo fue que evitara mezclar lo personal con el trabajo; lo último que deseaba era un escándalo innecesario.

Incluso insinuó que, si algún día llegaba a involucrarme con alguien, me asegurara que él no se enterará porque no respondería de sí mismo.

No sé si lo dijo preocupado por la empresa o por su hija, pero hablaba en serio.

Claro que no seré infiel. No me siento cómodo con la idea de faltar a mi compromiso. Prometí respetar a Tori, y pienso cumplirlo. No quiero parecerme a mi padre.

Osvaldo también me preguntó cuándo tendríamos hijos. Cree que un bebé podría solucionar los problemas entre Tori y yo. Le dije que vendría cuando viniera, para no decirle que a esta altura no tendrá nieto de nuestra parte. No sabe el acuerdo que hicimos.

Después de que se fue, estuve pensando en eso. Es un tema que sigue rondando en mi cabeza. Pero, sinceramente, no lo veo posible.

Mi madre quedó embarazada para retener a mi padre, y lo logró. Pero él fue un hombre difícil, distante, infiel y un mal esposo. Tampoco fue un buen padre.

Por eso nunca quise traer un hijo a un matrimonio sin bases reales. Aunque no puedo negar que alguna vez imaginé una familia.

Ahora es difícil pensar en eso y menos con mi esposa. Apenas me dirige la palabra. Dudo que quiera formar una familia conmigo en estas condiciones.

Al llegar a la puerta del despacho, cambio de dirección y voy al jardín.

No tengo nada que esconder. Sé que he cometido errores, pero no he hecho nada malo. Puede que no haya sido el mejor esposo, pero tampoco soy un monstruo.

No me he rendido con Tori. Si tanto le molesta mi asistente, quizá hay algo más detrás. Ella dijo que no le importa lo que piense la gente, así que no es solo por imagen. Incluso, salir perjudicada públicamente podría beneficiarla.

Camino directo hacia la zona arbolada. Sé que ahí estará. Le gusta ese rincón, cerca del despacho, donde suele sentarse a pensar.

—No entiendo a tu esposo —dice John—. A veces parece que le importas, pero otras actúa como si no. Es confuso.

Me detengo. Sé que no debería escuchar, pero ya estoy aquí.

—No sé si tiene algo con su asistente, pero nadie puede culparme por dudar. —responde Tori.

—Claro que no —añade Elle—. Yo también desconfiaría si notara el perfume de otra mujer en la ropa de mi pareja, sobre todo si es el mismo que usa alguien cercana. Y luego verlo reír con ella, mientras contigo apenas habla… Y no creer en ti cuando diste la cara por lo de la rueda de prensa… eso sí que es injusto. Si te conociera de verdad, sabría que no mientes.

—¿Todavía lo quieres? —pregunta John.

—Lo quise porque creí que había algo especial en él debajo de esa frialdad—admite Tori—. Sin embargo, ya no siento lo mismo. Poco a poco, fue apagando lo bueno que sentía. Ya no tengo esperanza para nosotros.

Siento que un puñal se clava en mi pecho y no logro comprenderlo.

—Cumple con el acuerdo, y luego empieza de nuevo —comenta Elle—. Mi jefa está feliz con tu trabajo. No quiere perderte. Tienes talento y una visión que no se ve todos los días.

Él ríe.

—Siempre con la cámara en mano, fotografiando todo.

—Sí —responde ella con una sonrisa—. Y mamá diciéndome que dejara de perder el tiempo.

—A veces agradezco no haber tenido padres. Agradezco que me dejaran.

—Elle…

—No sientas pena, John. Estoy bien. Tengo una vida que me gusta.

Me quedo pensativo.

Quizá fui injusto al culpar a Tori. Tal vez debí defenderla mejor, pero estaba molesto. Me dolía su frialdad. Me enojaba su indiferencia. Y no supe manejarlo.

Se cansó de dar sin recibir nada a cambio.

Ella solo me pidió dos cosas: amor, y que despidiera a mi asistente. Quizá podría cumplir lo segundo si me da otra oportunidad. Lo primero es más difícil, pero tal vez pueda empezar por pequeños gestos. Estar presente, conversar, escucharla más.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.