Lo que calla el corazón

Capítulo 15: Victoria

Juego con mi ensalada, sin poder sacar de mi mente lo que Calix me dijo anoche.

Está dispuesto a despedir a su asistente y a abrirse conmigo, siempre que yo olvide el tema del divorcio. No le dije nada. Me cuesta confiar en sus palabras. Es difícil creer en él.

No entiendo bien por qué quiere seguir casado conmigo si parece que no me ama. Dice que no desea a otra mujer como esposa y que mis cambios no le han molestado. Incluso asegura que le gustan.

Acepté cenar con él la noche anterior para entender qué busca realmente. Por un rato, fingimos que no había un acuerdo de divorcio entre nosotros.

Me preguntó si mi padre alguna vez fue infiel a mi mamá, y no supe qué responder. Lo dudo, pero si lo fue, nadie lo supo. Después me hizo preguntas sobre mi trabajo y le hablé un poco de este.

Bajé la guardia porque no puedo seguir ocultando lo evidente: el bebé. Calix debe saber que será padre. Tal vez la noticia cambie algo, para bien o para mal, pero quiero dejar claro que no me quedaré con él solo por el bebé.

Sé que su mamá se quedó con su papá por un embarazo y que no fue una experiencia buena para ella.

Calix nunca me ha tratado mal y sé que no lo haría. No es como su padre, pero eso no significa que sea el esposo que yo quiero.

Una cena agradable no borra todo. Se necesita tiempo, compromiso y sinceridad. Justo en este momento estoy enfocada en mí misma.

—No entiendo a tu esposo. —comenta John.

—Creo que ni él mismo se entiende. —respondo.

—No puedes ceder solo porque te pidió disculpas y tuvieron una cena tranquila.

—No lo haré. Accedí por el bebé. No quiero que mi hijo pase por una batalla campal.

—Que despida a su asistente no significa que no pueda verla fuera del trabajo.

Dejo el tenedor en el plato y exhalo despacio.

—Gracias por el consejo, pero lo tengo claro. Por eso le dije que no la despidiera solo por mí. Que hiciera lo que consideraba correcto. Si él cree que lo correcto es mantenerla, que lo haga. Si quiere despedirla, que lo haga. Le dejé claro que no fuera por mí. Eso no va a cambiar lo que pienso de él.

—Me ofrecería a hablar con su asistente para saber qué tanto interés tiene en él. Tal vez, si supiera que soy hijo de Osvaldo, se animaría...

—Ni se te ocurra. Falta que te termine gustando y la conviertas en mi cuñada...No, no creo que eso pase. —le señalo, medio en serio, medio divertida.

Él ríe.

—Déjame terminar —dice levantando las manos—. No podría hacerlo. No es mi tipo. Es… una mujer común, con curvas.

—Gracias por la sinceridad.

—Te lo digo en serio. Tú eres más linda, más elegante e inteligente. Estoy convencido de que esa asistente debe estar llena de celos por no haberse divorciado Calix de ti.

—Lo dudo. Probablemente piense que soy tonta por seguir con él.

—Dejando a un lado ese tema... ¿Estás considerando darle una oportunidad? ¿Le vas a contar lo del bebé?

Llevo la mano a mi vientre y lo acaricio con suavidad.

—No voy a olvidar el divorcio, pero sí quiero ver qué está dispuesto a hacer. En cuanto al bebé, planeo decírselo. Prefiero que lo escuche de mí y no por accidente porque podría pelear por la custodia con tal de ir en contra mía por no decirle. Solo Elle, Marge y tú lo saben, y confío en los tres. Pero Marge podría decir algo sin querer, y no quiero que él se moleste con ella por eso.

John asiente.

—Me parece lo más sensato. No estoy de acuerdo con que le hayas ocultado el embarazo, pero si se lo vas a contar ahora, está bien. Mejor saber desde el principio si va a estar contigo o no. Dudo que pelee por la custodia y, en todo caso, no estás sola. Los jueces no separan a los niños de sus madres al menos que representen un peligro. Sabemos que no es tu caso. Aunque te divorcies de él, está obligado a pagarte una pensión por el niño. Me tienes a mí. No dejaré que nada le falte a mi sobrino y sobrina.

La puerta se abre de repente, interrumpiendo nuestra conversación.

—Lo siento, no sabía que estabas ocupado. Fiona dijo que no estabas con ningún paciente.

—Pasa, Gabriel.

Me giro hacia el hombre que acaba de entrar al consultorio. Lo reconozco por fotos en casa de mi hermano. Es el socio y mejor amigo de John. Estudiaron juntos y fundaron la clínica. Gabriel es el socio capitalista, apoyado desde el principio por su padre.

Me levanto para saludar y le tiendo la mano.

—Un gusto conocerte. Soy Victoria. Puedes decirme Tori.

Él sonríe, y debo admitir que es agradable. No es el tipo que llama la atención en la calle, pero su mirada y su sonrisa transmiten calidez. Incluso con la nariz algo desviada.

—El gusto es mío. John, no me dijiste que tu hermana era tan guapa.

Mi hermano ríe.

—No había motivo para mencionarlo. Y no te hagas ilusiones, no está disponible. Y aunque lo estuviera, no tendrías oportunidad.




Reportar suscripción




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.