Para Andrés.
Porque fuiste la brújula cuando perdí el norte y la risa cuando solo había silencio. Donde quiera que estés, espero que la música suene alto y que no existan las balas perdidas. Te prometí que viviría por los dos, y aquí estoy, cumpliendo.
A todos los que se levantan cada mañana, se lavan la cara, y salen a conquistar el mundo, aunque por dentro sientan que se están cayendo a pedazos.
A los que aprendieron que ser productivo es, a veces, la única forma de anestesiar el dolor. Esta historia es la prueba de que, eventualmente, las piezas vuelven a encajar.
A la niña de la Sección B que soñaba con pintar el mundo. Perdón por haberte roto tanto el corazón intentando salvar a quien no quería ser salvado. Al final, no conseguimos el príncipe azul, ni el título de diseñadora, pero conseguimos algo mejor: nos encontramos a nosotras mismas.
Tú eras el verdadero amor de tu vida.