Lo que fuimos en Saturno

Capítulo 9

A veces solo necesitas a alguien con quien puedas dejar fluir la locura que se oculta tras tu cordura.

Omar Concepción

 

Hilari

-Li, ¿me estas escuchando?-pregunto Enmanuel y la verdad es que aunque lo disimulaba no le estaba prestando ni la más mínima atención, mi cuerpo podia estar sentado junto a el, en la cafetería, pero mi mente estaba en Max.

Esta era la ultima semana de su suspensión, lo supe por el director que al día siguiente me pidió que le facilitara los apuntes de las clases que veríamos en ese tiempo, me atreví a preguntarle el porque de la pelea y me dijo que fue debido a que Oliver le debía dinero y por eso había iniciado la pelea, pero estaba raro porque Max nunca me lo comento.

Aunque no creia mucho la versión del director había intentado llevarme mejor con Oliver, como una manera de disculparme en nombre de Max.

-La verdad, no-admití avergonzada.

-Adivino-se acaricio el mentón pensativo-estas pensando en Max-afirmo y asentí.

En estas tres semanas me había conocido muy bien.

-¿Podrías llevarle tú los apuntes?

 No quería verlo.

Pensaba que talvez tomando distancia lograría deshacerme de estos sentimientos que amenazaban con enterrar nuestra amistad, por eso no había contestado sus llamadas y mensajes, también por eso no había ido a verlo a su casa, así como tampoco había aceptado verlo cuando llegaba a buscarme.

Podría aceptar perderlo como pareja, pero jamás podría aceptar perderlo como amigo, su amistad era lo más importante para mi.

-No lo hare, creo que debes hablar con el y aclarar las cosas-apretó mi mano sobre la mesa, observe la hora en mi teléfono, en unos minutos debíamos entrar nuevamente a clases.

-No quiero hacerlo-confesé, haciendo un mohín.

-Te entiendo, pero debes darle una oportunidad para que te explique las cosas-sonrió de forma dulce y me reconfortó mucho.

Tome aire y clave mi mirada en la entrada-salida-de la cafetería.

Tiene razón, es hora de enfrentar el problema.

-Tienes razón, gracias-le devolví la sonrisa.

Enmanuel solto mi mano y me miro fijamente.

-Así se habla- cogí mi refresco y le di un sorbo, Enmanuel me lo arrebato riendo-Entonces, ¿qué esperas para irte?

-Espero que terminen las clases-intente recuperar mi refresco, pero el aparto su mano.

-No dejes para después lo que puedes hacer hoy-se inclino hacia atrás y tomo de mi refresco.

-Oye, eso es mío-refunfuñe cruzándome de brazos.

-¡Chsss!-puso el dedo índice en sus labios-No te distraigas, debes ir a hablar con el ahora.

Entrecerré los ojos y me incline hacia el para quitarle el refresco.

-Vale, pero excúsame con los demás maestros por favor- me puse de pie para salir de la cafetería.

Fui a casa por su mochila y  corrí hasta su casa, toque el timbre varias veces hasta que el abrió, traía una sudadera negra y el cabello enmarañado. Mi pulso se acelero al instante.

-¿Puedo pasar?-me obligue a decir y el asintió, haciéndose a un lado para que pasara y eso hice.

Su olor inundo mis fosas nasales.

Dios, cuanto había extrañado su olor.

-El director me pidió que te trajera los apuntes de lo que hemos visto y también te traje tu mochila-puse los cuadernos sobre la mesita de la sala de estar y deje la mochila en uno de los sillones.

El guardo silencio a la espera de que siguiera hablando y yo me limite a torcerme los dedos del nerviosismo.

¿Y ahora qué?

-¿Es todo lo que dirás?-subí la vista de mis dedos a sus ojos, esos ojos tan verdes como las hojas nuevas de los arboles, esos que para mi eran el color de la vida.

Trague saliva y asentí, sus ojos estaban llenos de decepción.

-Es mejor que me valla-me gire para irme pero el hablo impidiendo que lo hiciera.

-Te extrañe todo este tiempo-su voz era débil y no pude evitar que una lágrima rodara por mi mejilla-¿Por qué no has querido verme?-me di la vuelta y el se paso las manos por el cabello.

Quise decirle tantas cosas que todas esas palabras se aglomeraron en mi garganta impidiendo que pudiera pronunciarlas, el camino de un lado a otro de la sala, desesperado por mi respuesta.

-Mierda, di algo, que tu silencio me esta volviendo loco-empezó a jalarse el cabello con frustración, no era el mejor momento para hablar, él estaba alterado y yo seguía molesta por su actitud.

-Debo irme-dije en voz baja.

Ese pareció ser el detonante que el necesitaba para explotar.

-Me ignoras por tres putas semanas y ahora que por fin tenemos la oportunidad de hablar me dices que debes irte, acaso has pensado en lo mierda que me siento-me recrimino herido.

Y no pude contenerme, me había guardado muchas cosas.




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