Ya habían pasado siete años, desde que Leo y Eli, fueron separados debido a su adopción. Siete años durante los cuales ninguno supo nada del otro, pues el caprichoso destino así lo quiso a pesar de que ambos estaban en el mismo pueblo, sus caminos no se volvieron a cruzar.
Leo fue inscrito a la mejor escuela privada de Metrópoli, mientras Eli fue inscrita en otra exclusiva escuela de la ciudad, pero que solo era de niñas, ella debido al trabajo de sus padres adoptivos no siempre estaba en la misma escuela, tal vez ello fue uno de los motivos por los cuales el señor Colbergs, nunca pudo dar con ella en ese tiempo, a pesar de que había contratado a investigadores para que la localicen con lo único que se les proporciono, un retrato hablado, el cual había sido dibujado por el mejor dibujante del pueblo con las características que Leo le dio de su pequeña amiga.
Leo al no tener noticas de Eli durante esos años, tuvo que conformarse con hacer nuevos amigos, pero su juramento era algo que aún con los años no podía borrar de su mente.
Eli por su parte con su llegada a la casa de los Camphell, había generado una gran rivalidad con Malena, quien siempre trataba de humillarla haciéndola sentir mal al decirle que era adoptada, claro sin que sus tíos se diesen cuenta y Eli por no aumentar el conflicto prefería callar sus enfrentamientos tratando de solucionarlos ella sola.
Eli y Malena asistían a la misma escuela, al menos el tiempo que ella estaba en Metrópoli, pues había ocasiones en las que debido al negocio de su padre, ella se trasladaba a otras escuelas o llevaba sus estudios a la larga distancia, todo ello aumentando más la rivalidad de ambas por ver quién era la mejor en todos los aspectos.
—Así como les digo chicas Elizabeth solo es una pobre huerfanita que mis tíos adoptaron por compasión — decía Malena, mientras una rubia y una peli roja miraban a la nombrada, que estaba a algunos metros de ella.
—Pues para ser una adoptada se le ve muy refinada — expreso la rubia.
—Lo que dice Leti es cierto —, decía una joven peli roja mientras observaba a la castaña de ojos color miel, beber su vaso de refresco.
—Es que mis tíos la han pulido, pero a pesar de ello sigue siendo una corriente, se los digo yo, que la conozco más que ustedes — agrego Malena, al tiempo que la joven motivo de platica empezó a caminar por el pasillo.
—Creo que ya se va…
En tanto en otra exclusiva escuela del pueblo, un grupo de jovencitos se encontraban en un lujoso cafetín bebiendo unos refrescos.
—Así es hermano eso es lo que me comento Clarisa, su primita anda muy interesada en ti, y quiere le ayude a tratarte — decía Enrique.
—Pues ya te he dicho que yo no…. — respondía Leo, siendo interrumpido por el joven de ojos color verde.
—Leo, ya pasaron siete años, de seguro esa niña ya te olvido, tú deberías hacer lo mismo, Melissa es una buena chica, deberías tratarla un poco, si no es a ella a otras chicas, en unos meses cumples 16, deberías salir distraerte un poco, no te estoy diciendo que le pidas que sea tu chica, solo que salgan como amigos, además sería divertido salir los cuatro, te imaginas que tú y yo anduvieras con las primitas Bathinelli, decía Enrique sonriendo.
—Pues tú ya sales con Clarisa desde hace mucho — expreso Leo.
—Pues sí, es mi chica desde la primaria, pero tú también deberías salir con alguna chica, hasta Matías con sus 12 años tienes más amigas que tú y yo, incluso sale con ellas a mirar las tiendas o va a la feria, claro con el permiso de nuestros padres y de los de esas niñas — respondió Enrique sonriendo.
—No lo sé, lo pensaré — contesto el joven de ojos color cielo.
—Pues no pienses mucho, el próximo año es tu último año de estudios y de allí a la universidad, salvo que allí quieras conocer a la chica de tus sueños, porque si sigues cerrándole tu corazón al amor, nunca lo harás, y no me salgas con que aún estamos muy jóvenes, porque bien que al igual que yo tuviste novia en la primaria — dijo Enrique con una sonrisa plasmada en su rostro.
Leo ante las palabras de su hermano solo sonrió, mientras el joven de ojos color verde, se acercó a él para darle unas palmaditas en su espalda.
—No demores en pensarlo, pues la verdad no hay mucho que pensar, solo sal con ella como amigos, la idea es que te distraigas — agrego Enrique, dejando pensativo a Leo.
En tanto en otro lado del pueblo, una limosina se detenía para que de este segundo después bajara una castaña de ojos color miel que llevaba una mochila a su hombro.
—¡Gracias! — expreso Eli, tras bajar de la limosina, para minutos después empezar a caminar a paso firme hacia el interior de la gigantesca casa. ¡Buenas tardes papá! ¡Buenas tardes mamá! — añadió al entrar a la sala de la casa y encontrarse con sus padres adoptivos sentados frente a frente en los muebles.
—¡Buenas tardes hija¡ — dijeron los señores Camphell, mientras veían a la bella jovencita dirigirse hacia unas escaleras.
—Cada día se hace más bella — pronunció la señora Camphell.
—Sí, ya muchos de mis socios han notado su belleza y me la están pidiendo para esposa de sus hijos, sin duda hicimos nuestra mejor inversión con ella — decía el señor Camphell.
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Editado: 22.11.2024