Eli se encontraba dentro de su habitación parada frente a un gigantesco espejo, mirándose el rostro mientras cepillaba su bello cabello castaño, el cual decidió llevarlo suelto esa noche, para que cubra parte de su espalda, la cual estaba descubierta, debido al modelo de vestido de noche que había elegido ponerse.
—«Malena, como siempre arruinándome la vida, por su culpa, no puede ni siquiera pasar un buen momento con mis amigas, lo único bueno es que continuaremos nuestra celebración de amistad aprovechando su ridícula fiesta de compromiso» — pensaba la joven, cuando el sonido de la puerta interrumpió sus pensamientos.
—¿Ya estás Eli? — escucho.
—Si mamá, ya bajo — respondió la joven, tratando de no mostrar su molestia.
—Bien, te esperamos…
En tanto, en un lujoso restaurante de la ciudad, que había sido elegido para la fiesta de compromiso de Malena y Leo, se encontraban ellos dentro del mismos y sus familiares, recibiendo a los invitados a la ceremonia de compromiso y posterior fiesta, en la puerta de entrada del lugar.
—Ya llegaron la mayoría de invitados — decía el señor Colbergs.
—Solo falta mi hermana y su esposo — agrego la madre de Malena.
—Pues ya llegara mujer, vayamos avanzando — expreso el esposo de la mujer.
—Si yo también estoy de acuerdo, entremos de una vez — pronunció la madre de adoptiva de Leo, mientras los hijos biológicos de esta se miraron entre sí.
—Enrique, parece que ya va a iniciar la ceremonia, hasta Leo ya empezó a tocar una pieza musical — dijo Matías, mientras su hermano posaba su mirada en un auto.
—Cierto — respondió el nombrado.
—Entonces entremos, nuestros padres, y los padres de Malena, ya ingresaron — añadió el jovencito.
—Anda pasando enano, voy a recibir a Clarisa, que acaba de llegar — respondió el nombrado, luego de ello, empezó a caminar hacia el lugar donde se había estacionado un auto, del cual bajaba su prometida.
—Claro — pronunció Matías, ingresando al lugar, mientras su hermano mayor se acercaba a su prometida a saludarla.
—Cariño, ella es Paulina, me tome el atrevimiento de invitarla a la fiesta de compromiso de tu hermano….
—No hay problema amor, y un gusto Paulina, yo soy Enrique, prometido de Clarisa.
—¡Hola! Eres tan apuesto como lo dijo Clari — dijo la rubia con una sonrisa plasmada en su rostro.
—¡Gracias! — respondió el joven, haciendo una pausa para añadir, mientras tomaba la mano de su prometida — Pasemos.
—Pero…
—Clarisa, ve con tu prometido, yo espero a Eli — dijo Paulina, llamando la atención de Enrique, pues ese diminutivo lo había escuchado muchas veces mencionarlo a Leo.
—¿Eli? — pronunció Enrique, un tanto extrañado.
—Si la prima de Malena, Elizabeth Camphell o Eli Camphell como Pau y yo la llamamos — respondió Clarisa.
—No sabía que los señores Camphell, los padrinos de Malena tenían hijos, Malena, pues ella nunca ha mencionado tener una prima — expreso Enrique.
—Pues si lo tienen, pero solo una hija, Eli, tal vez a Malena se le olvidó mencionarla — contesto Clarisa con una sonrisa plasmada en su rostro.
—Sí, de seguro ello a pasado — dijo Enrique, mientras pensaba — «Solo es una coincidencia»
—Bueno, ya que Pau, se queda a esperar a Eli, nosotros cariño, vayamos entrando — expreso Clarisa tomando de la mano a su prometido.
—Sí.
Tal lo acordado Clarisa y Enrique, ingresaron al local, luego de algunos minutos de su ingreso, la ceremonia de compromiso de Malena y Leo empezó con las palabras del señor Colbergs, como padre de Leo, y del padre de Malena, posteriormente Leo expreso unas palabras, seguidas de las cuales, llego el momento de que él le coloque el en el dedo anular de su mano izquierda el anillo de compromiso. Ante ello, los fotógrafos los rodearon para plasmar el momento con el lente de sus cámaras.
En tanto, fuera del lugar de recepción de la ceremonia, una lujosa limosina se detenía y de esta bajaban los señores Camphell, tras de ellos una castaña, quien, al ver a su amiga, les pidió a sus padres que le permitan presentarlos con ella y estos accedieron.
—¡Un gusto conocerlos señores Camphell¡ — decía la rubia.
—El gusto es nuestro, conocer a los hijos de mis socios y que estos sean amigos de mi hija me llena de satisfacción — respondió el señor Camphell.
—Yo pienso lo mismo, además trabajaras en la constructora de nuestra familia, ¿Verdad? — añadió la madre adoptiva de Eli.
—Sí, ¡gracias por la oportunidad! — expreso Paulina.
—No hay nada que agradecer, solo demuéstrame con trabajo, que no me equivoque al darte la oportunidad de ser parte de mi equipo de trabajo — dijo el señor Colbergs.
—Papá — expreso Eli, un tanto apenada.
—No te preocupes amiga, tu padre esta en su derecho de decirme lo que espera de mí, y yo le demostrare que no se ha equivocado al permitirme trabajar en su constructora — pronunció Paulina, al tiempo que unos aplausos se escucharon.
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Editado: 15.11.2024