Elizabeth se encontraba acostada en su cama pensando en la plática que había tenido la noche anterior con Braulio, una plática que la había dejado algo inquieta debido al consejo que el joven dio.
-.Recuerdo..-
—Eli, te daré un consejo decía un rubio.
—¿Un consejo?
—Sí.
—¿Qué consejo? — expresaba una castaña.
—Si en verdad lo amas, y él no es solo un capricho para ti; entonces lucha por él, aún no está casado.
—Luchar por él — decía la joven.
—Si, sé que no debería aconsejarte algo así, pero no se me ocurre otra cosa para dejar de verte así — expresaba el rubio.
—Quitárselo a Malena.
—Si, pero solo si lo amas de verdad y si el corresponde a tus sentimientos, no lo hagas por capricho.
-.Tiempo actual..-
—«No, no puedo hacer algo así, aunque no me lleve bien con Malena, yo nunca me interpondría en su relación, a pesar de yo amarlo, no sería capaz de algo así, además Leo la eligió a ella, aunque se muestre arrepentido, olvido nuestro juramento y la eligió a ella, la beso primero a ella, y vaya a saber hasta qué otras cosas ha hecho con ella, por lo mismo, yo no podría volver con él, si lo hiciera, solo lo haría para vengarme de él, si para vengarme por haberse olvidado de mí» — pensaba la joven, cuando el sonido de la puerta de su habitación interrumpió sus pensamientos.
Toc toc toc
—Adelante — expreso la joven, poniéndose de pie.
Ante la respuesta de la castaña, la perilla de la puerta giro, y luego de algunos segundos una elegante mujer madura ingreso al lugar.
—Eli, venía a verte para que me acompañes a hacer algo importante en este momento — decía la señora Camphell.
—Está bien, ¡Vamos! No tengo planes para hoy — respondió la joven, caminando al lugar donde estaba su madre adoptiva, para que juntas salieran de la habitación.
Tras varios minutos de camino, en completo silencio, Eli, decidió romper el mismo, al subir a la limosina familiar.
—¿A dónde vamos? — expreso la joven en tono curioso.
—A ver a un exclusivo diseñador de modas que conozco — respondió la señora Camphell.
—¿Diseñador?, ¿para qué? — dijo Eli, tratando de mostrarse calmada, pues ya intuía la respuesta, y de solo pensar en confirmar su suposición, sentía molestia.
—Es que como seré la madrina de bodas de Malenita, yo le regalaré su vestido, por eso vamos a verlo.
—¿Y por qué no fuiste con ella? — expreso molesta la joven.
—Por qué Malenita está muy ocupada con su suegra costeando otras cosas hija, una boda demanda tiempo, además ese diseñador también nos hará el diseño de nuestros vestidos y con su equipo lo confeccionaran, entonces pensé que podríamos aprovechar este momento para ver ello de una vez — contesto la mujer madura.
—Yo no pienso ir a esa boda — pronuncio con firmeza Eli.
—¿Qué?
—No pienso ir a esa boda — dijo la joven nuevamente, con mucha más firmeza.
—Eli, es tiempo de que limes asperezas con tu prima, Malenita me dijo que ella te pedirá que seas su dama de honor para que lleve sus aros….
—¡Quéeeeeeeeeee¡ — expreso alarmada Eli.
—¿Qué te pasa? — respondió la madre adoptiva de la joven.
—Yo no seré su dama de honor. Malena está loca si cree que yo aceptare algo así — dijo con molestia la joven, girando su rostro hacia la ventana, mientras pensaba — «Malena lo hace al propósito, yo no creo en su cambió, no lo creo, además yo nunca sería dama de honor de la boda de alguien que siempre se burló de mí y que además se casa con el hombre que amo»
—Eli, no comprendo tu actitud, pero en este momento no quiero discutir contigo — pronunció la señora Camphell.
Eli no respondió nada solo continuaba con la mirada fija a la ventana, mientras empuñaba sus manos, para contener las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos.
—«No voy a llorar, no voy a llorar» — se decía así misma la joven.
A Eli no le quedo más que acompañar a su madre adoptiva a ver al diseñador que se encargaría de diseñar el vestido que Malena llevaría el día de su boda. La joven permaneció en silencio el tiempo que duro la platica de su madre adoptiva con el diseñador, ella solo se limito a escuchar y solo pronunció unas palabras para decir que aún no quería ver lo de su vestido. A la señora Camphell, no le quedo más que elegir el diseño de su vestido y quedar con el diseñador sobre el día en que iría a su casa para que platique en esta con la novia sobre el diseño que quería lucir el día de su boda y que le tome las medidas a la joven.
—En verdad no comprendo tu comportamiento Elizabeth — dijo la señora Camphell, tras subir a la limosina, antes que la joven. ¿No piensas subir? — agrego en tono molesto.
—Recordé que quedé en encontrarme con Paulina y Clarisa para ir de compras — mintió la joven.
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Editado: 14.12.2024