Debido al incidente climatológico que se había presentado al momento en que Leo y Eli, pensaban regresar a Metrópoli, ellos se vieron obligados a buscar un lugar donde pasar la noche, hasta esperar que el clima mejore y así poder volver a la ciudad donde vivían.
—Al menos encontramos habitaciones — expresaba la joven de cojos color miel, mientras caminaba junto al joven de ojos color cielo por un pasillo.
—Si, lo malo es que dicen que el clima estará así por todo el fin de semana, lo que significa que no podré movilizar mi auto, además ningún medio de transporte hace su ruta con este clima — contesto Leo, en tono preocupado.
—Entonces, estaremos todo el fin de semana aquí — respondió Eli preocupada.
—Si, si sigue nevando con la misma fuerza no hay forma de volver — expreso Leo, con nostalgia, haciendo una pausa para agregar con tristeza — Debí averiguar antes de venir como estaba el clima.
—Tú no tienes la culpa, son cosas que pasan...
—Sí, lo sé, pero también sé que son cosas que se pueden prever. Fui un tonto, debí ver las proyecciones climatológicas de la semana — pronunció el joven con molestia.
—Leo, no te culpes…
—Además tenemos que comunicarnos con nuestras familias, de hecho, se deben estar preocupados si ya notaron nuestras ausencias — acotaba el joven.
—La verdad no creo que ese sea mi caso — expreso Eli, con la mayor calma que pudo.
—¿Por qué dices eso?
—Yo para mis padres adoptivos solo soy un nexo para concretar sus negocios — dijo la joven con tristeza.
—Nunca pensé que los Camphell te vieran así —respondió Leo, con nostalgia, deteniendo su andar en el pasillo, al igual que la castaña.
—Ellos no han sido malas personas conmigo, me han dado todo lo que jamás pensé que podría tener, pero….—decía Eli, guardando silencio, por algunos segundos, luego de los cuales expreso — Llama a tu familia, antes de que entremos al cafetín, llama a tu familia, no los preocupes.
—Es que…
—Hazlo, yo voy entrando para apartar una mesa — añadió la joven.
—Bien — respondió Leo, sacando su celular de su bolsillo, para contactar a alguno de sus familiares.
Luego de marcar por cuarta vez al teléfono de la casa de los Colbergs, decidió llamar al celular de Enrique.
—Leo, hasta que te comunicas, ¿Dónde estás?, no tienes preocupados, ni siquiera llegaste a cenar y ya van hacer las diez de la noche — escucho.
—Fui a Ciudad Paraíso — expreso Leo, con calma.
—A Ciudad Paraíso — escucho.
—Si, estoy con Eli, ella quería conocer la tumba de sus padres, pero justo cuando estábamos de regreso el clima cambió, ahora el clima esta terrible, está nevando mi auto se quedó atascado y dicen que todo el fin de semana será así, por eso Eli y yo estamos ahora en un hotel, nos quedaremos en el pueblo hasta que el clima se normalice y podamos volver, comunícales a papás — dijo Leo, luego de ello corto la llamada no dándole opción a cualquier cuestionamiento de Enrique.
Tras de ello, el joven de ojos color cielo entro al cafetín del hotel, en donde sentada en una de las dos sillas que estaban alrededor de una pequeña mesa de forma circular, se encontraba la castaña, que, al verlo, le regalo una cálida sonrisa.
En tanto, en Metrópoli, Enrique que estaba junto a su prometida Clarisa viendo una película en el área de entretenimiento de la casa miraba su celular, luego de que su hermano dejara de hablarle.
—Me colgó — expreso Enrique.
—¿Quién te colgó cariño? — respondió la joven.
—Leo — dijo el joven de ojos verdosos.
—¿Leo?, ¿Qué no estaba en su habitación? — añadió Clarisa.
—No, salió, por eso no ceno con la familia. Yo pensé que estaba en algún lugar del pueblo, pero no fue así, el se fue a Ciudad Paraíso — contesto Enrique con la mayor calma que pudo.
—¿Qué hace Leo en Ciudad paraíso? — expreso Clarisa intrigada.
—Esta con Elizabeth Camphell — dijo Enrique, con la mayor calma que pudo.
—¿Quéeeeeee?
—Fueron a ver las tumbas de sus padres biológicos y parece que el clima cambio y no pueden volver hasta que este se normalice — agrego el joven.
—Vaya, sin duda el destino los quiere junto — expreso Clarisa sonriendo.
—¿Qué?
— Están los dos solitos allá, cualquier cosa puede pasar — dijo la joven sonriendo, causando preocupación en su prometido, quien empezó a marcar el número de su hermano.
—Lo apago — pronunció el joven.
Mientras tanto, en Ciudad Paraíso, Leo y Eli, cenaban en el cafetín del hotel mientras platicaban.
—Entonces, Lulú trabaja en el orfanato — decía Eli, con una sonrisa plasmada en su rostro.
—Si, ella y Sarita son las únicas que siguen allá — respondió Leo.
—¿Y la bruja?, ¿Sigue igual de mala? — añadió la joven sonriendo.
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Editado: 22.02.2025