Lo Que Juramos

Capítulo 20: "Mentiras, decepción y dolor"

Se estaban por cumplir las 48 horas que el señor Camphell le había dado a Eli, para que decepcione por completo a Leo y este vuelva con Malena.

48 horas que habían sido las más tortuosas de la vida de la pobre castaña, quien se la había pasado encerrada en su habitación, desconectada de todo, de su vida personal, de su trabajo, de su amor; llorando su desdicha, no saliendo ni siquiera a comer.

El señor Camphell, para no levantar ninguna sospecha, había informado en la constructora que su hija no asistiría por unos días, pues estaba resolviendo el cierre de un proyecto. En su casa, la señora Camphell, al ser conocedora de lo que estaba sucediendo, solo se había limitado a pedirle a la servidumbre que le lleven los alimentos a la castaña, más no hizo más, pues su esposo, le prohibió acercarse a ella, por ahora.

Pero el momento que tanto quería evitar Eli había llegado, y ella a pesar de todo su dolor sabía que tenía que obedecer a su padre, pues si no lo hacía su dolor sería peor, por ello, la joven decidió ponerse de pie, tomo su celular y le escribió unas cuantas líneas al joven de ojos color cielo, luego camino hacia su tocador, en donde tras ver su pálido rostro y lo hinchado de sus ojos, trataba de cubrir ello con maquillaje.

—Hoy es el día, ya no me queda más tiempo — expreso Eli, con nostalgia, tras terminar de maquillarse. Tras de ello tomo unos lentes de color negro que estaban sobre la mesa del tocador, se los coloco, luego camino hacia el lugar donde había unos sombreros, tomo el de color negro, y se lo coloco, posteriormente camino hacia el espejo del tocador vio su imagen, toda de negro, como si fuera a algún funeral, respiro hondamente y camino hacia la salida de la habitación.

Al salir al pasillo, se encontró con su padre adoptivo, que la miro con frialdad, al tiempo que expresaba — Solo te quedan 3 horas.

—Ya lo sé — respondió la joven conteniendo las ganas de llorar.

—Si no cumples, ya sabes que es lo que pasara ¿O quieres que te lo recuerde? — dijo el señor Camphell con firmeza.

—No es necesario — contesto con tristeza la joven.

—Entonces ve, ya sabes que estás vigilada — agrego el hombre con firmeza.

—Ya lo sé, no tienes que andármelo recordando — pronunció con molestia Eli, continuando su camino mientras marcaba un número en su celular, a los pocos segundos su llamada fue contestada.

—Te escucho hermosa, ¿Necesitas apoyo?

—Braulio, necesito de tu ayuda — dijo en voz baja Eli, mientras caminaba hacia la salida de la mansión.

—¿Para qué?; Ya sabes que yo siempre estaré dispuesto a apoyarte, solo dime lo que debo hacer — escucho.

—Necesito que vayas por mí a la “Cafetería Dulce Tentación” en una hora, tu no digas nada, pase lo que pase allí tu no digas nada, solo lo que yo te diré que digas — expreso Eli, conteniendo las ganas de llorar.

—No comprendo, explícame mejor, además no imagine que cerrarías un negocio en una cafetería, aunque esa es una cafetería muy exclusiva...

—Braulio, no estoy cerrando ningún negocio, yo, yo, tengo que decepcionar a Leo, él tiene que odiarme, para eso te necesito — contesto la castaña, mientras salía de la mansión y caminaba hacia su auto.

—¿Qué?

—Tú eres mi novio desde hace 4 años, yo solo me acerque a Leo por capricho, porque quería lastimar a Malena y vengarme de ella, pues siempre la he odiado, pero a quién amo es a ti, incluso nos casaremos en 6 meses — añadió la joven sollozando mientras subía a su auto.

—Eli eso es mentira — respondía un alarmado Braulio a través de la línea telefónica.

—Lo sé, pero es lo único que se me ocurre para decepcionarlo de mí y que vuelva con Malena — decía Eli, tras encender su auto y empezar a manejarlo, mientras su celular estaba en altavoz a un costado de ella.

—¿Por qué haces esto?, ¿Quién te está obligando a hacer algo así? — escucho.

—No puedo decírtelo, solo tengo que hacerlo, sino las cosas serán peores, ayúdame, si me amas ayúdame y no me preguntes más — añadió sollozando la joven.

—Está bien te ayudaré, solo espero y después no te arrepientas de ello — escucho.

—Me arrepentiré toda la vida, pero no puedo hacer otra cosa, es lo único que puedo hacer si quiero que todo siga como hasta ahora — agrego Eli, sollozando.

—Eli…

—Cuento contigo, no te preocupes por mí, estoy tranquila — agrego mientras trataba de contener su llanto.

Mientras Eli, daba por terminada su platica con Braulio, para que continue manejando hacia su destino, en la mansión de Colbergs, el joven de ojos color cielo, con el rostro radiante de alegría, bajaba unas gradas.

—¿A dónde vas hijo tan temprano?, pensé que hoy ibas al conservatorio por la tarde — dijo la madre adoptiva del joven.

—Voy a encontrarme con Eli — expreso Leo, con la mirada iluminada.

—Claro por ello tus ojitos brillan tanto y tienes esa bella sonrisa plasmada en tu rostro, me da gusto saber que ya pudiste hablar con ella — contesto la señora Colbergs.

—No precisamente, me envió un mensaje, quiere que nos encontremos hoy en una cafetería, supongo que luego irá a su trabajo — dijo el joven.




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