En una habitación, un joven de ojos color cielo, y mirada nostálgica, terminaba de alistarse para el día menos esperado de su vida, pero que él tenía claro que había llegado, y por lo mismo, debía cumplir con su palabra, así lo decía su razón, aunque su corazón le indicaba lo contrario.
De repente la puerta de la habitación empezó a sonar, haciendo que el joven pose su mirada en la misma, al tiempo que escucho una cálida voz.
—Hijo ¿ya estás listo? — escucho.
—Si mamá — pronunció Leo, con tristeza, al tiempo que la puerta se abría y por ella entro la señora Colbergs, quien se quedo mirando el rostro de su hijo, por algunos segundos.
—Hijo, aún estás a tiempo, si bien es cierto que nosotros apoyamos tus decisiones, yo te dije el día que supe que retomaste tu relación con Malena que no me pareció correcto tu decisión, pues a pesar de que sé que ella te ama, también sé que tu no la amas, y si volviste con ella es porque te sentías mal, porque pensaste que le habías fallado y creíste que esta era la mejor manera para reparar el dolor que le causaste, pero ¿Tus sentimientos hijo?, ¿Dónde quedan ellos? — expreso con nostalgia la señora Colbergs, tras romper su silencio.
—Ellos no importan, lo importante aquí es Malena, ya le falle una vez mamá, no puedo volver a fallarle nuevamente, no puedo volver a causarle dolor. Es cierto que no la amo, pero la quiero mucho, ella ha sido muy buena conmigo, yo sé que con el tiempo aprenderé a quererla…
—Hijo — pronunció la señora Colbergs.
—No podría dejarla ahora, ya no está Eli, ella es la única que podría cambiarlo todo, pero ella no me ama, ella se casará con Braulio, entonces yo me caso con Malena — dijo Leo, con resignación.
—Hijo, estás actuando por despecho — expreso la señora Colbergs, con tristeza.
—Tal vez, pero solo con Malena, podré sentirme cómodo, ella conoce mi historia, será paciente conmigo, sino me caso con ella, no lo haré con nadie más, porque Eli, siempre estará en mi corazón y Malena, a pesar de saberlo me acepto, ella me dijo que me tendrá paciencia — respondió Leo, con nostalgia.
—Pues en verdad esa chica debe amarte mucho para querer casarte contigo sabiendo que amas a otra — dijo la señora Colbergs, con tristeza.
—Así es mamá, yo no merezco tanto amor de su parte, por ello, mi única manera de retribuirle su amor, es casándome con ella…
—Leo — expreso la mujer.
—¡Vamos mamá¡ Malena ya me espero mucho, por ello, no quiero hacerla esperar más, ella no merece que la haga esperar más — agrego el joven de ojos color cielo, caminando hacia la salida de la habitación.
—Bien, ¡Vamos! — dijo la señora Colbergs con nostalgia, caminando tras su hijo.
En tanto, en casa de los padres de Malena, específicamente en la habitación de esta, ella se encontraba frente a un gigantesco espejo, viendo su imagen, después de que varios estilistas habían concluido con su peinado y maquillaje.
—¡Está hermosa! — dijo uno de los estilistas.
—¡Gracias¡ — respondió Malena, mientras se miraba fijamente al espejo, su imagen enfundada en un hermoso vestido blanco.
—Su bouquet señorita — pronunció una de las empleadas de la casa que estaba apoyándola ese día, mientras le alcanzaba el ramo con rosas blancas, al tiempo que ingresaba a la habitación el padre de la novia.
—¡Estás hermosa hija¡ — dijo el padre de Malena.
—¡Gracias papá¡
—Nos retiramos — expresaron los estilistas, mientras el padre de la novia asentía.
—Es hora de irnos, mi hermano nos prestó su limosina para que te transporte, ya ves que es más grande que la nuestra —dijo el padre de la novia, mientras miraba a su hija.
—No esperaba menos de mi tiíto, ahora que ya no está la huérfana, yo soy la única princesa de la familia, por ello mi tiíto se está portando nuevamente como antes conmigo…
Ante las palabras de la joven, su padre sonrió, mientras ella se tomaba de su brazo para que minutos después salieran de la habitación. Mientras tanto, en la iglesia, donde se llevaría a cabo la boda entre Leo y Malena, la madre de esta platicaba con su cuñado, mientras esperaban la llegada de los novios.
—Cuñado, ¿A dónde fue mi hermana qué aún no llega? — decía la madre de Malena.
—Fue a Puerto Blanco, a cerrar un jugoso proyecto, pero no te preocupes, ya debe estar por llegar, ella por nada del mundo se perdería la boda de su única sobrina — contesto el señor Camphell.
—Te recuerdo que también es tú única sobrina — expreso la madre de la novia.
—Si lo sé cuñada — respondía el hombre, mientras miraba entrar a un rubio a la iglesia junto a una hermosa joven. ¡Braulio! — expreso el señor Camphell, haciendo que el rubio, le diga algo a la joven que iba junto a él, para segundos después caminar hacia el lugar donde él estaba.
—Padrino — pronunció Braulio, acercándose ante el llamado al lugar donde estaba el señor Camphell y la madre de Malena.
—¿Qué haces aquí? — dijo el señor Camphell, con firmeza.
—Mi novia recibió una invitación de Malena, y vengo acompañándola — contesto Braulio, con calma, mientras miraba al lugar donde había dejado a su novia, quien se encontraba platicando con unos conocidos de ambos.
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Editado: 22.02.2025