Lo Que Juramos

Capítulo 26: "Lo que juramos"

Ya estaba por cumplirse 1 año desde que Leo y Eli, iniciaron su romance, un romance que cada día que pasaba se fortalecía más con cada acción que cada uno de ellos hacía por el otro, un romance que los llenaba de dicha. Ambos desde que iniciaron su relación de manera formal, cada quince días iban al orfanato a dejar víveres, ropita o juguetes para los niños, además Leo, había usado parte de lo que había ahorrado de su trabajo en la remodelación de las habitaciones de los niños del orfanato y de algunos espacios de esparcimiento, así mismo, ambos habían también donado dinero al pueblo donde nacieron para que continúen con su reconstrucción, también mandaron acomodar las tumbas de sus padres a quienes visitaban cada fin de semana.

Durante esos meses, Enrique ya se habían casado con Clarisa, siendo Leo y Matías, los únicos que aun seguían viviendo con los señores Colbergs.

Malena, después de la manera como Leo la humillo en su boda, decidió irse al extranjero, mientras sus padres decidieron olvidar todo el mal momento, pues la señora Camphell, los había contentado dándoles algunas acciones en su constructora y una casa a Malena en el extranjero.

El señor Camphell, durante ese tiempo busco a Eli, y le pidió disculpas, ella debido a su buen corazón, acepto está, siendo así que su ex padre adoptivo se convirtió en uno de sus principales apoyos para el termino de la reconstrucción de su pueblo y el orfanato, así mismo, él le pidió a ella, que vuelva a trabajar con él en la constructora, la joven decidió tomar esa oportunidad, eso sí, con la condición de que él respetará sus decisiones.

Eli, no podía ser más feliz, tenía un novio que la amaba, unos padres, que aunque en papeles ya no lo eran, le mostraron tras su reconciliación como familia, ello, ser los padres adoptivos que ella necesitaba a su lado, además tenía una familia aún más grande, pues la familia de Leo, también era ello, su familia, y la querían muchísimo.

Ya estaban en un nuevo año, precisamente en el mes de febrero, un nuevo día de San Valentín se acercaba, pero este sería completamente diferente para Eli y Leo, ya que ya no habría tristeza en sus corazones sino alegría.

Ambos habían decidido compartir ese día con sus amigos del orfanato, haciendo para ellos una deliciosa cena y llevando diversos juegos de diversión para los niños para que pasen un bello día, aunque ese día no solo sería bello para los niños, sino también para Eli, pues Leo, le tenía preparada una gran sorpresa.

—¿Ya estás listo hijo? — decía emocionada la señora Colbergs, posando su mirada en el joven de ojos color cielo.

—Si mamá — respondió Leo, con calidez.

—No se te olvida el anillo, ¿Verdad? — agregaba la mujer con una gran sonrisa en su rostro.

—No mamá, claro que no, coloque la cajita del anillo desde ayer en el bolsillo de mi chaqueta — contesto Leo, con una amplia sonrisa en su rostro.

—Ya quiero empezar a preparar tu boda, como la hice con la de tu hermano — añadió la mujer.

—Pues eso dependerá de Elí, espero y acepte casarse lo más pronto conmigo — dijo Leo, sonriendo.

—De hecho, que aceptará, la señora Camphell, me dijo que Eli sueña con algún día ser tu esposa — expreso la señora Colbergs.

—Y yo con ser su esposo...

En tanto, en un departamento, una castaña, que sostenía unos pendientes en una de sus manos, sonreía al ver a su pequeña muñeca de trapo sobre su cama.

—«Hoy es mi primer San Valentín de los muchos que tendré con él, con mi único amor, ahora no será un San Valentín triste, sino un San Valentín lleno de alegría» — pensó la joven, mientras se colocaba sus pendientes.

Una vez que termino de colocarse sus pendientes, tomo una cartera, y salió de la habitación, hacia la sala del departamento, en donde espero a su novio, quien llego luego de algunos minutos de espera, llevando consigo un hermoso canasto de flores.

—¡Hola amor¡ ¡Feliz día de San Valentín¡ — pronunció Leo, dándole el bello canasto con rosas rojas a la joven, seguido de un fugaz beso.

—¡Gracias, están bellísimas¡ y ¡Feliz día de San Valentín también¡ — contesto Eli, con una cálida sonrisa.

La castaña, dejo sus rosas sobre una mesa de centro que había en la sala, para que segundos después salir del departamento junto a su novio, para ir rumbo al orfanato. Luego de varios minutos de viaje, llegaron al orfanato, en donde ya los esperaban sus amigos y niños del orfanato, quienes al verlos corrieron a abrazarlos.

Leo y Eli compartían un delicioso desayuno con sus amigos y niños del orfanato, quienes disfrutaban de todos los platillos apetitosos que se habían colocado en una larga mesa.

—¡Gracias por darles tantas alegrías a los niños¡ — expreso Lulú.

—No agradezcas lo hacemos con gusto — contesto Leo, con calidez.

—Si lo sé, pero los dos deberían estar pasándola juntos un día como hoy no compartiéndolo con nosotros — agrego la mujer, mirando a Leo y Eli.

—Lo hacemos con gusto, porque ustedes son nuestros amigos, además queríamos darles una alegría a todos estos niños — expreso Eli, haciendo una breve pausa para agregar con una cálida sonrisa plasmada en su rostro — No se te olvide que nosotros fuimos parte de este orfanato.




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