Lo que la Ambición nos quitó

CAPÍTULO 1

Tres Años Después.

6 de Junio 2022.

La luz del sol iluminaba el jardín decorado con globos rosados, serpentinas doradas y un letrero que decía: "Feliz Cumpleaños, Maron". El aire olía a pastel recién horneado, y las risas infantiles llenaban el ambiente con una energía contagiosa.

Galilea, de pie detrás de la mesa principal, sostenía a Maron en sus brazos. La niña, con un vestido rosa pálido a juego con la decoración, miraba al suelo, tímida y nerviosa. Sus rizos castaños caían sobre su rostro como una cortina que la aislaba del mundo.

Cuando los invitados empezaron a cantar "Feliz Cumpleaños", Maron se aferró más fuerte a su madre, inclinando la cabeza contra su pecho.

—Todo está bien cariño —le susurró Galilea con ternura.

La pequeña no dijo nada. Desde hacía meses, las palabras no salían de su boca. Cuando su bisabuelo murió, ella no volvió a hablar con nadie. Se sabía que la pequeña era muy unida a Daryl Sinclair y su perdida le afectó.

La canción llegó a su fin y Galilea, con esfuerzo logró hacer que la niña soplara las velas. El momento quedó capturado en una foto que el día siguiente saldría en los diarios más importantes del país.

—Maron, mira a la cámara —instó su padre para que pudieran hacer la última foto, pero la pequeña siguió escondiéndose en los brazos de su madre. Aquello hizo que Fred Sinclair se exasperara, pero mantuvo la calma. No le convenía enfadarse y poner en duda lo "buen padre" que era a los ojos de todos.

Cortaron el pastel y lo repartieron entre todos los presentes.

Más tarde, los niños regresaron a jugar en los juegos inflables. Maron se dejó contagiar por la alegría de los otros niños y salió a divertirse en la saltarina.

—Tranquila Gal —murmuró Paula, la amiga de Galilea al notar la nostalgia con la que miraba a la niña.

—Esperaba que hoy volviera a hablar, pero la verdad es que, cada vez se cierra más.

—La terapeuta te dijo que podría llevar algo de tiempo. Sé paciente, Maron volverá a ser la de antes —le dio una palmadita reconfortante en la espalda.

—Gracias por estar aquí y por ayudarme a organizar esta fiesta.

—Desde luego. Sabes que siempre puedes contar conmigo.

—Gal —dijo su esposo Fred, tenía el móvil en la mano lo que significaba que acababa de recibir una llamada—. Tengo que irme. Hay un asunto importante del que debo ocuparme en la empresa.

—¿No puedes cancelar? Es el cumpleaños de Maron.

—Sabes que si pudiera lo haría. Para mí ustedes son lo más importante —dijo como si aquello le doliera más a él. Se acercó y le dio un beso en los labios—. ¡Maron! —la llamó. La pequeña volteó a verlo. Su padre se estaba despidiendo de ella con un gesto de la mano. Maron solo lo observó y regresó a jugar.

—No regreses muy tarde —le dijo Galilea.

—Claro que no, estaré aquí para ayudarte a acostar a la niña.

Se despidió y finalmente se fue.

Galilea dejó escapar un suspiro.

—Percibo algo —dijo Paula—. ¿Las cosas entre ustedes están bien?

—Sí, claro —respondió Galilea—. No tengo quejas, hace lo posible por ser un buen esposo y padre. Solo que desde que su abuelo lo nombró presidente de la empresa ha tenido mucho trabajo. Especialmente con su muerte.

—Fue muy triste lo que pasó. El covid se ha llevado la vida de muchas personas.

Galilea asintió y volvió a posar sus ojos en la niña.

Maron bajó de la saltarina y se sentó en el césped agitada, mientras sentía como su pequeño corazoncito latía de forma irregular.

Galilea al verla se acercó a ella.

—¿Qué pasa, mi amor? ¿Ya te cansaste?

Maron asintió con la cabeza, llevándose una manito al pecho. Poco a poco su palpitar se fue normalizando y extendió su brazo para darle la mano a su mamá.

Galilea la levantó en brazos y luego llenó su carita de besos. Maron soltó una risita.

—¿Qué fue eso? —le preguntó su madre—. ¿Mi pequeña se está riendo? —la miró como si fuera una gran noticia, esperando que la niña dijera algo, pero no pasó—. Está bien, si todavía no te sientes lista para volver a hablarme —le dio un beso en la frente—. Por ahora, me voy a conformar con escuchar tu risa, así que comencemos de una vez.

Atacó a la pequeña con sus besos y le hizo cosquillas, logrando su objetivo. Maron se rió como hace mucho tiempo no lo hacía.

Galilea la amaba con todo su ser, aunque en el pasado habia dudado del lazo que existía entre ellas. Aquella primera vez que la tuvo en sus brazos se sintió confundida, creía que su hija había muerto. Pero todo quedó como parte de una confusión, debido a lo complicado que fue su parto.

Mientras Galilea se encargaba de que su pequeña siguiera riendo y disfrutara de su fiesta de cumpleaños, Fred se ocupaba de sus asuntos, solo que no tenían nada que ver con el trabajo como le dijo a su esposa.




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