Lo que la envidia nos arrebató.

Capítulo 4. ¡Comprometidos!

¡Comprometidos!

 

Arely.

 

Una historia de terror era lo que estaba viviendo y escuchando de los labios de mi propia hermana.

 

—No solo lo lograré yo si daré él sí, no como tú que te dejo plantada, yo si me convertiré en la señora Valmiera—. No sabía si mirarla o golpearla.

 

—Valeria deja a tu hermana tranquila—.

 

—Descuida mamá ya voy atender a mi novio—. Me sonríe. —Supongo que ese el hijo de tu amante—. Salió de la habitación con una gran sonrisa.

 

Yo no podía creer que esa era mi hermana en verdad ella era mi hermana.

 

Alimente a mi hijo tratando de no pensar en nada, pero era imposible Ariel estaba afuera.

 

—Arely hija perdóname yo no quise, no estuve de acuerdo con su relación, pero ya conoces a Valeria—. Negué.

 

—Por favor mamá ya no más no quiero saber de nada—. La mire con suplica.

 

—Está bien mi amor no deberías estar tomando estos disgustos recién diste alumbramiento—.

 

—Estoy bien mamá en verdad, lo único que me importa en este momento es mi hijo solo él—. Mire a mi hijo como succionaba mi pecho es un glotón.

 

Al terminar de alimentarlo le saque los gases y lo cambie, enseguida se durmió, salí a cenar después de todo yo le había insistido a mi madre que invitará a Valeria junto a su novio, claro que no me espere que su novio fuera mi ex prometido y ex novio.

 

Salí con la frente en alto como lo vengo haciendo desde hace meses cuando veían mi pancita y me preguntaban que donde estaba el padre y solo decía que él estaba lejos.

 

—Mi amor deberíamos quedarnos esta noche aquí—. Le decía Valeria sentada en el regazo de Ariel.

 

—Sera mejor que pasemos al comedor antes que la cena se enfríe—.

 

—¿Te ayudo en algo mamá? —. Le pregunté.

 

—No mi amor, ya solo es de servir la cena, Ariel me ayudo a poner la mesa—. Asentí y fui junto con mi madre.

 

No quería verle la cara ni a mi hermana ni Ariel sentía repelús de solo verlos juntos nunca me imaginé algo así ni en mis pesadillas lo vi venir.

 

Tome asiento y ellos aparecieron tomados de la mano, Ariel cómo siempre había sido caballeroso abrió la silla para Valeria y mi madre como lo hacía antes.

 

—Se ve deliciosa la cena suegra—. Internamente rezaba para no explotar de la ira.

 

—Arely y cuando traerás al padre de tu hijo a casa deseo conocerlo—.

 

—Eso no podrá ser Valeria desafortunadamente él murió para mi hace meses—. Tal vez si estaba aceptando que tenía un amante, pero ya que importaba lo que yo aceptara o no.

 

—Seguramente te dejo por infiel—. La mire a los ojos. —Es una lástima que tu hijo no tenga padre—.

 

—Y no le hace falta al igual que a mí nunca me hizo falta y si su padre me dejó no fue por infiel si no porque es un desgraciado que algún día se va arrepentir de lo que hizo—. Ya hasta el apetito se me había ido.

 

—Ya es suficiente las dos, Arely te dije que no puedes estar teniendo estos disgustos no te hacen bien a ti ni al bebé—.

 

—Si mamá lo siento—.

 

—Descuida mamá solo nos estamos poniendo al día no hermanita—. Tomo mi mano, en su dedo había un hermoso anillo de compromiso. —Está lindo verdad Ariel me lo dio estamos comprometidos no amor—.

 

—¿¡Comprometidos!?—. La mire interrogante.

 

—Si dentro de tres meses será nuestra boda te traeré la invitación mañana—. Mire Ariel quien sólo agacho la mirada.

 

Mi corazón se terminó de romper, ahora si ya no había vuelto atrás, Ariel se iba a casar con mi hermana, no estaba albergando ninguna esperanza hacia lo nuestro, pero me dolía que se casara con mi propia hermana no pudo ser con otra.

 

—No pudiste comprometerte con otra mujer que tenía que ser mi hermana ¡precisamente mi hermana! —. Le reclamé, mi sangre estaba hirviendo del enojo. —No había más mujeres que tenías que fijarte en mi hermana—. Dije ya casi a punto de que me diera algo.

 

—¿Y que tiene no seas envidiosa Arely?, Ariel me ama y yo lo amo a él y por ello nos vamos a casar—. No pude más me levanté y me retiré.

 

Comprometidos, comprometidos esa palabra no dejaba de resonar en mi cabeza.

 

—Desde hoy as muerto para mi Ariel Valmiera, jamás sabrás de la existencia de tu hijo—. Susurre, sé que tiene derecho de saber de la existencia de su hijo, pero no voy a ser una piedra para su felicidad.

 

El estómago lo sentí revuelto estuve que ir al baño y vomitar la pequeña porción que había comido.

 

Al salir me acosté junto a mi hijo. —Estaremos bien mi amor, mamá te dará todo el amor que necesites no nos hará falta un hombre, yo seré tu madre y tu padre—. Deposite un beso en sus pequeñas mejillas, unas cuantas lágrimas rodaron por mis mejillas estás serían las últimas lágrimas que derramaría por ese hombre que ame una vez.

 

Me dormí con esa promesa en mente y en mi corazón, él único hombre que existiría y ocuparía espacio en mi corazón sería Josiah Nathaniel Candanedo.

 

Día siguiente.

 

Me levanté temprano igual Josiah no me dejaba dormir mucho que digamos.

 

La puerta de la habitación fue tocada me acerqué y abrí, por ella entro Valeria de inmediato cubrí a mi hijo. Ella lo miro por leves segundos.

 

—Pensaste que si regresabas Ariel iba quedar rendido a tus pies, pues él te olvidó y ahora somos felices, tu solo sobras, deberías tener la decencia de regresar donde estabas junto a tu hijo, aquí nadie te necesita y mucho menos haces falta—. No podía creer que mi hermana se había convertido en esta persona, esa no era mi hermanita me costaba creer que esto era ella.



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En el texto hay: celos, amor, envidia

Editado: 17.08.2022

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