“SOFÍA”
La muerte siempre ha sido un tabú para las personas en general; hay quienes le temen y otros quienes la buscan. Personalmente he sido de los que creen que la muerte no es algo que debemos temer, y mucho menos buscar, y que solo toma importancia cuando nos hace reflexionar sobre el valor de la vida, en el momento justo en el que perdemos a alguien.
Mi tabú son más bien las despedidas porque me cuesta aceptar que alguien a quien amé con toda mi alma ya no seguirá conmigo. Y ese sentimiento de impotencia me parte el alma.
Una semana había pasado desde el funeral de Alex y aun dolía como el día de la noticia de su muerte… La última vez que había asistido a un funeral había sido hace muchos años, cuando murió mi hermano pequeño. Estaba en una situación muy parecida, pues en lo que a mí respectaba había perdido a otro hermano, había perdido a mi hermano mayor.
Mamá me había repetido en reiteradas ocasiones el hecho de que una persona no se va de nuestras vidas mientras no la olvidemos ni la saquemos de nuestro corazón, pero ¿cómo le explico eso al vacío que siento en mi interior? ¿Cómo le explico a mi corazón que vamos a estar bien con su ausencia? ¿Cómo le hago entender a mi cabeza que los recuerdos que quedan no necesariamente tienen que ser tristes cada vez que pienso en él? ¿Cómo?
-Deberías salir un rato, necesitas un poco de aire fresco. -Mamá apareció de repente en mi habitación, me ayudó a sentar y con una manta me envolvió para protegerme del frío que llegaba desde el exterior.
-No tengo ganas. -Musité sin expresión alguna.
-Quedarte aquí tampoco te hará tanto bien. Tu no eres así. Deberías buscar a Hugo y romper esa pared que los está separando.
-Mamá…
- ¿Qué? Yo se que amas a ese muchacho, y aunque no lo conozco demasiado, se lo suficiente como para saber que él también te ama.
-No lo sé, lo único que tengo claro ahora es que al parecer Hugo si tenía razón cuando decía que todo aquel que se le acerca sale herido.
-Por Dios.
-Es la verdad, mamá. Parece ser que lo mejor será que me aleje de una vez por todas… Es lo que Alex hubiera querido…
Mamá calló un momento. Pude sentir su molestia con su respiración profunda.
-Conoces a Alex más que nadie. Y tú más que nadie deberías saber que él no hubiera querido eso.
-No. Tal parece que no conocía muy bien a mi mejor amigo. Y no porque él no quisiera contarme lo que le pasaba, sino porque yo no le hice sentir la confianza necesaria para que lo haga. Por haberme concentrado más en alguien que conocí hace unos meses y no en mi amigo que conozco de casi toda la vida. -Sollocé-. Tal vez me equivoqué al culpar a Hugo de lo que pasó, tal vez él no fue el culpable, probablemente soy yo la culpable por no permanecer más tiempo con él, por no demostrarle que podía confiar en mí.
-Lo que haces no está bien. -Musitó mi madre con una suavidad tan precisa que sus palabras llamaron toda mi atención.
- ¿Y según tú qué se supone que estoy haciendo, mamá? Solo estoy sintiéndome triste por perder a mi mejor amigo.
-Estás tratando de encontrar un culpable. Culpas a alguien que quieres y te culpas a ti, que no pudieron hacer nada para evitarlo porque ninguno de los dos tuvo la certeza de que algo así podría pasar. Tal vez no hay culpables, o tal vez todos lo son, pero no precisamente tú y Hugo. Podemos culpar a los oficiales que no estuvieron cerca para cuidar el área, o al chico ese que disparó el arma, podemos culpar a la ambulancia que no llegó a la velocidad de la luz, o incluso podríamos culpar a los médicos que no pudieron hacer un milagro para salvarlo. Podríamos culpar a quien quisiéramos, pero nada cambiaría lo que está hecho. Culpar a alguien no nos traerá de vuelta a esa persona que perdimos, y mucho menos nos dará paz.
- ¿Y qué se supone que debo hacer? ¿Aceptar lo que pasó solo porque sí? -Ahogué un llanto.
-Debes perdonar, asimilarlo; y sí, debes aceptarlo, pero no porque sí, sino porque es la manera correcta de hacer las cosas, la manera correcta para tener paz, y sobre todo porque es lo que Alex hubiera querido.
Rompí en llanto sintiéndome pequeña. Mamá se acercó a mí y rodeándome con los brazos me acurrucó dándome besos en la cabeza mientras yo me perdía entre lágrimas sobre su pecho.
“HUGO”
Encendí un cigarrillo mientras Noah salía de su habitación arrastrando su maleta. Era mi mejor amigo, pero no podía seguir viéndole la cara mientras yo me ahogaba en mi miserable vida. No podía hacerle eso a él.
-No retrocedas, por favor. –La voz de Noah al rogar algo que estaba perdido me irritaba inmensamente–. Por Dios, tu vida no está perdida y lo sabes.
Solté una nube de humo bruscamente en dirección hacia él.
-Lo único que sé es que solo me llené de estúpidas esperanzas que me hacían creer que tendría una vida a la cual llamarla así. –Le espeté con desdé. Mi vida estaba rota, aunque intenté arreglarla y lo único por lo que intenté seguir con mi vida me había hecho mierda el corazón. Increíblemente doloroso. Jamás pensé que eso sería posible, al menos no de Sofía.
Maldición, decir su nombre dolía como jamás lo imaginé.
-Ponte en su lugar. –Habló refiriéndose a la rubia. Tocó una herida que sangraba intensamente.
- ¿Y quién se pone en el mío? –Me levanté del sofá de un solo salto interrumpiéndolo. Me acerqué a él tomando el cigarrillo entre mis dedos para continuar hablando–. ¿Quién carajos piensa en mí? Lo único que ustedes hacen es pensar en ustedes mismos. Temen que me muera porque no podré estar con ustedes. Porque son tan egoístas que les duele más que no me volverán a ver y no tanto que me vaya. Así que no me jodas y déjame en paz. –Lo miré directamente a los ojos con toda la furia que llevaba dentro. Estaba harto de todo y de todos. Tan solo quería paz.
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sufrimiento y lucha, amor ayuda esperanza, amor dolor dulsura
Editado: 31.01.2025