Lo que los ojos no ven

CAPÍTULO 36

“HUGO”

Por un instante todo parecía mejor. Todo parecía estar en completa calma y no había pensamiento ni ruido que interrumpiera eso. Me sentí en paz, libre de todo peso y toda culpa, sereno y sin ningún tipo de angustia. Me sentí tan tranquilo, tan diferente, tan… Tan irreal.

Un “beep” llegó suavemente a mis oídos. No comprendí lo que era e intenté no darle tanta importancia, pero un momento después sonó otra vez, luego se hizo un poco más consecutivo y comprendí fugazmente que era el sonido de un monitor cardíaco.

Abrí los ojos tan pronto como lo comprendí e intenté levantarme. La paz que había sentido hace unos escasos segundos de pronto se convirtió en angustia y pánico, pues al despertar descubrí que tenía un tubo insertado en la boca que conectaba a un respirador artificial que yacía junto a mi camilla.

Miré rápidamente a mi alrededor mientras mi respiración, aunque no comprendo si fue realmente mi respiración o la de la máquina, pero se agitó.

Preso del pánico intenté retirarme la máscara y el tubo, pero tan pronto como lo levanté mis manos, una enfermera entró rápidamente en la habitación. Por detrás desfilaron mi madre, mi hermano Sergio y Noah.

-Hugo. -Expresó mi madre con un tono de angustia que fue difícil comprender. Las lágrimas amenazaban por salir de sus ojos. Era la primera vez en muchos años que la veía en tal forma.

-No deben estar aquí. Por favor esperen afuera. -Una segunda enfermera ingresó a la habitación y empezó a retirarlos.

Intenté hablar, pero se me hacía imposible con el tubo atravesando mi garganta.

-Tranquilo, tranquilo. Todo va a estar bien. -La enfermera me ayudó a recostarme-. Necesito que te calmes para poder ayudarte.

Mi respiración poco a poco se fue calmando y luego de unos minutos de mucha incomodidad y dolores por fin me retiraron el tubo.

Me sentía ligeramente más tranquilo sin el tubo en mi garganta, pero no pude evitar sentirme triste al recordar lo que había pasado para llegar hasta ahí. El incendio seguramente había consumido todo lo que podía, a pesar de los terribles esfuerzos de los bomberos que prácticamente habían llegado tarde.

-Todos han estado muy preocupados por ti. Me imagino que eres alguien muy querido. -Mencionó la enfermera mientras regulaba el suero junto a mi cama-. Tienes mucha suerte de tener a personas así en tu vida.

Emití un suave sonido sin decir absolutamente nada.

-Pues bien, todo parece indicar que no hay nada grave, pero aún necesitas estar en observación para asegurarnos de que así sea.

- ¿Cuánto tiempo estuve dormido?

-Dos días.

Dos días.

-Pero tranquilo, está todo bien. -Sonrió suavemente y sus ojos emitieron un brillo-. Tus familiares entrarán en un momento para que puedas saludarlos.

Intenté objetar, pero en menos de lo que pensé ya se había retirado.

Comprendía la situación en la que me encontraba y me jodía la cabeza el estar ahí. Sabía que en el momento exacto en el que la primera persona atravesara esa puerta se llevaría lo poco que quedaba de mi calma.

Noah fue el primero en atravesar la puerta. Se había mostrado preocupado, pero intentaba fingir que no se había llevado el susto de su vida. Gracias a él, supe con certeza lo que había pasado. Resultaba que el cigarro que estaba fumando cuando Sofía fue a verme, se había caído al suelo sin que lo note y fue el origen del fuego.

Me sentí un poco contrariado y un completo imbécil al pensar que yo mismo había sido la causa de perder todo lo que me importaba.

-Por cierto, se te había caído esto. -Noah sustrajo desde el bolsillo trasero de su pantalón una figura blanca y la lanzó sobre mis piernas. Cuando la levanté, comprendí que era el corazón de arcilla que me había regalado Sofía hace unos días-. Cuando los bomberos te rescataron estabas inconsciente, pero mantenías protegido eso. Me lo entregaron cuando te ingresaron a la clínica y no sentí correcto ponerle en cualquier lado, ya que se podía perder o algo.

Sostuve la figura con mi mano y la observé admirado y nostálgico.

-Ella me lo dio. -Mencioné.

-Lo sé. Por eso preferí dártelo para cuando despertaras. -Noah se mostraba en una actitud algo extraña, pues parecía estar preocupado, pero se mantenía un poco distante. Se mantenía junto a la ventana y su mirada parecía perdida en el exterior. Intuí que seguía molesto y lo comprendía-. Está afuera, no se ha movido de aquí en estos días. Está tan preocupada por ti.

-No tiene por qué.

-Comprendo cómo te sientes. Y puede que parte de lo que dijiste tenga algo de verdad.

-Noah, no tienes que fingir que lo entiendes.

-No finjo, solo que…

- Hermano. -Sergio atravesó el marco de la puerta con rapidez, como si no volvería a tener la oportunidad de ingresar. Se acercó a mí y me rodeó con los brazos mientras pegaba su rostro hacia mi oreja derecha-. Mamá se enteró sobre tu cáncer y no está nada feliz. -Susurró suavemente.

- ¿Qué? ¿Cómo? ¿Abriste tu boca?

-El doctor te hizo unos análisis mientras estabas en coma, y lo descubrió en los resultados. -Intervino Noah.

- ¡Fuck! -Exclamé agotado, con los ojos cerrados y elevando ligeramente mi cabeza-. Lo que me faltaba, más drama innecesario.

Intenté levantarme y quitarme el suero, pero mi cuerpo seguía un poco débil.

- ¿Qué carajos piensas hacer? -Intervino Noah acercándose a mí para evitar que haga cualquier estupidez.

-Largarme de aquí. No puedo lidiar con esto.

-Tal vez puede ayudar. -Agregó Sergio un tanto temeroso.

-Por Dios. -Exclamé agotado-. Sabes tan bien como yo que mamá solo actúa para su propio beneficio.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.