Lo Que Nadie Sabe De Ti

5: Socios

 

Estábamos sentados en unos columpios de metal viejos, necesitaban ser pintados de nuevo o simplemente remplazarse por unos más bonitos y sin manchas de óxido.

Por suerte unos árboles altos y anchos nos cubren con su sombra. El sol no nos golpea directamente, el viento sopla y Anthony se sienta a mi lado en el otro columpio que rechina cuando se deja caer.

Espero que no se rompa.

Anthony me dio su teléfono para que escuchara las grabaciones que lleva hasta ahora.

La primera era una mujer que, según Anthony me explico, era una amiga cercana de su mamá. Ella contó la vez que le robó el auto a su padre para irse a una fiesta sin embargo, de camino al lugar se descompuso y no tenía formas de comunicarse con él. Pasó mucho tiempo adentro del auto hasta que se le acercó una camioneta con tres hombres, ella pensó que le harían algo pero resultaron ser policías fuera de servicio y la ayudaron, no solo con el auto sino a regresar a salvo.

No soy de confiar fácilmente en las personas pero sin duda ellos restauraron mi fe en la humanidad, y sé que aún quedan personas buenas por ahí —afirmó, al final de la grabación.

La segunda persona fue un taxista, según Anthony él tiene casi cincuenta años y trabaja como taxista por el día mientras que en la noche es guardia en un centro comercial a cuarenta minutos de aquí. Él tiene un hijo con una enfermedad extraña, lo ha paralizado del torso hacia abajo y todos sus ingresos se van hacia los gastos médicos.

A pesar de todo su hijo, de quince años, le ha prometido que nunca se va a rendir y eso le da fuerzas a su padre. El hijo estudia en casa y recientemente encontraron un centro de terapias para que pueda comenzar a mover sus piernas poco a poco.

Sé que va a mejorar, mi hijo es fuerte, más fuerte que cualquiera de nosotros —se escucha como sorbe por la nariz—. Él es mi mayor ejemplo a seguir.

El padrastro de Anthony, que ahora sé que se llama Peter, contó sobre la vez que conoció a la madre de Anthony. Ellos fueron compañeros en la secundaria, la vida los separó y él trabajaba en la funeraria de su familia, ahí conoció a su madre.

Peter no habla sobre por qué Samantha estaba en una funeraria, ¿acaso estaba en un funeral? ¿Alguien conocido o alguien cercano? No lo dice, solo cuenta de lo mucho que ella le cambió la vida y lo feliz que se sentía a su lado. Ella le confesó que tenía dos hijos, Anthony y Hugo, y él los aceptó felizmente.

No se lo digo a Anthony pero haciendo un mapa de todo lo que él me ha dicho y en base a las edades de todos, significa que Samantha y Peter estaban juntos o algo sucedía entre ellos mucho antes que Anthony y Hugo lo conocieran. 

A ver, me explico: Anthony me dijo que conoció a Peter a los seis años, Leonor tiene diez años y es su hija, eso significa que Samantha estaba embarazada cuando lo presentó o estaba a punto de quedar embarazada.

Pero ahora tengo otras dudas, ¿Qué pasó con el padre de Anthony? ¿Por qué adoptaron a Hugo? Si Hugo es su primo, ¿Dónde están sus tíos?

Claro, no haré esas preguntas. Él no me ha hablado nada de eso así que supongo que no es un tema fácil, lo comprendo, hablar de mi historia familiar tampoco es sencillo y no quiero hacerlo.

Termino de escuchar a su padrastro diciendo que su familia es la mejor de todas, que ama a sus tres hijos por igual y que no puede sentirse más afortunado de todas las bendiciones.

Mientras yo escuchaba todo, Anthony jugaba con un trébol de cuatro hojas que se encontró, parecía que estaba intentando sostenerlo con la punta de su dedo.

Era difícil no verlo, me intriga su personalidad. Su edad mental va de dos años a noventa.

— ¿Qué haces después de grabar esto? —le pregunto, entregándole su teléfono.

Él mece un poco el columpio con sus piernas. —Pues en la noche lo transcribo en mi computadora y voy editando las partes donde mencionan sus nombres o direcciones y esas cosas, intento conservar la esencia pero sin exponer sus identidades.

Yo también muevo un poco el columpio el cual rechina, así que me detengo. —Ya veo —no tengo nada más que decir.

— ¿Quieres escuchar la cuarta grabación? —me pregunta.

La verdad tengo hambre, el helado y el refresco no es mucho alimento que se diga. —Más tarde, ¿sí? Tengo hambre, creo que deberíamos regresar.

Anthony se levanta de un salto, el columpio se mueve lentamente. —Sí, tienes razón —limpia la parte de atrás de su pantalón, sacudiéndose con las manos—. Supongo que ya te quité mucho tiempo por hoy.

No siento que perdí el tiempo, en realidad es lo más emocionante que he hecho en un tiempo. En mucho tiempo.

—No me quitaste nada —respondo caminando para que no me vea el rostro—. Me divertí.

Es raro admitirlo pero es la verdad, fue divertido.

Él camina a pasos largos para alcanzarme. — ¿Entonces ya somos amigos?

Aprieto mis labios. —Aun no, ¿no crees que es muy rápido para llamarnos amigos?

Bufa, estirando sus brazos. —Nunca es demasiado rápido para iniciar con algo, no tenemos tiempo, Isabelle. Hay que vivir.

Anthony es demasiado optimista para mi gusto, llevo tan poco tiempo de conocerlo y ya me ha dicho unas veinte frases motivadoras.

Él guarda su teléfono en la mochila. —No me desagradas —le digo—. Pero no nos conocemos realmente, ya te dije, eres muy intenso y directo. No soy así entonces, no sé si seremos amigos.

Aunque el problema no es él, soy yo.

Anthony se detiene para recoger algo del pasto, es una pequeña flor roja. No tengo idea de su nombre, pero es realmente pequeña. —Mira, para ti —la extiende hacia mí.

La observo en la palma de su mano extendida, es increíble lo pequeña que es, seguramente nadie la había notado hasta ahora. — ¿Y si un perro le hizo pipí encima?

Él la acerca a su nariz intentando no sonreír. —Creo que está libre de marcas territoriales liquidas de perro, ten, no tengas miedo.




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