Lo Que Nadie Sabe De Ti

6: Una sonrisa

 

Llegamos a la casa de Anthony y veo a mi abuelo sentado en una silla de madera al lado del señor Bradford, en el pórtico de su casa. Anthony sonríe al ver a su abuelo elevar el brazo para saludarnos.

Entramos a su jardín y llegamos hasta donde están ellos. Ambos tienen unos vasos con lo que parece ser, jugo de naranja, a su lado. Mi abuelo está sonriendo y su abuelo también.

Debe ser emocionante rencontrarte con alguien que pensaste perder.

—Hola chicos, ¿Qué tal la pasaron? —pregunta su abuelo.

Anthony choca el puño con él. —Genial, hoy fuimos con mi maestra que te dije y ya tenemos a la siguiente persona, la veremos mañana.

Mi abuelo le dice a Anthony: —Bradford me contó sobre tu proyecto, me parece algo muy interesante —felicita—. Gracias por incluir a mi nieta, seguramente le ayudará mucho.

Suspiro. —No sé en qué me ayudará pero sí la pasé bien, la señora Thompson nos contó una gran historia, algo triste.

—Ya sabes lo que digo, las mejores historias siempre tendrán algo que te haga llorar. —Afirma y supongo que escuchó esa frase en alguna película de vaqueros, esas que tanto le gustan a mi abuelo.

La puerta se abre y sale Hugo, ahora ya no está vestido con esa camiseta vieja sino con una azul sin mangas y unos pantalones grises. Él sostiene un vaso del mismo jugo que ellos están tomando y un libro en su otra mano, cuando nos mira se detiene pero rápidamente procede a ignorarnos y se sienta en el borde de la cerca.

—Este es —le dice a mi abuelo—. Él me lo dio.

Mi abuelo deja su vaso a un lado y Anthony se acerca un poco para ver que es. Por la portada se nota que es un libro viejo, está forrado con plástico transparente y la portada es totalmente marrón, sin ninguna letra, las páginas están amarillentas y las esquinas dobladas.

— ¡El libro! —sonríe mi abuelo y mira a Hugo—. No puedo creer que aún lo tengan y está en un buen estado, para el tiempo que ha pasado.

Anthony se sienta al lado de Hugo. — ¿Qué libro? ¿El del abuelo en la guerra?

Su abuelo me mira y explica, pues parece que soy la única que no sabe de qué libro hablan: —Es una novela que me llevé durante mis años en el ejército, fui a prestar servicio a la guerra unos meses pero luego me fracturé la pierna y me enviaron de regreso —señala el libro—. Cuando estaba con tu abuelo no teníamos ni televisión ni nada de eso, solo un libro que leíamos una y otra vez.

— ¿De qué trata? —pregunto, jamás había escuchado esa historia antes.

Ahora mi abuelo responde: —Es una historia de amor, una novela para chicas dirían por ahí —suelta una carcajada—. Pero a nosotros nos gustaba cambiar los detalles, decir que en realidad el protagonista era un asesino, que era un espía, que en realidad ella salió huyendo con un capitán y nunca tuvieron su final feliz.

Ambos se ríen, seguramente recordando esos tiempos y todas las historias inventadas que imaginaron.

—Mi abuelo me lo regaló a los quince años —Hugo le explica a mi abuelo—. Me dijo que es su tesoro más preciado y yo debía tenerlo.

Anthony resopla. —Se nota quien es tu preferido.

El señor Bradford suelta una carcajada. —Tony, tu tendrás algo mucho mejor y lo sabes —me mira con una sonrisa—. Le prometí que yo sería su historia numero cincuenta, hay mucho que contar —le da una mirada rápida a mi abuelo quien seguramente, debe saber más de el señor Bradford que sus nietos.

Recuerdo lo que me contó Anthony sobre él enamorado de otra chica antes que su abuela, quizás esa será la historia que le cuente.

—Mi princesa Leonor tendrá todo lo que poseo, todos ganan —bromea su abuelo mientras Hugo y Anthony se quejan.

—Hablando de Leonor —Anthony voltea con Hugo—. ¿Dónde está? Se me hace raro que no esté pegada a ti.

Suelta una carcajada. —Está dormida, toda la mañana estuvimos jugando globos de agua.

Jugar globos de agua suena como una de esas actividades que las familias felices realizan juntas. Jamás he jugado globos con agua y menos lo haría con mi padre o mi abuelo, es probable que mi abuelo sí se apuntaría a hacer algo así pero no me gustaría golpearlo con un globo de esos, no es tan mayor pero aun así, es mi abuelo y me lleva muchos años más.

— ¿Jugaron sin mí? —pregunta Anthony como si fuera un niño pequeño, haciendo un puchero.

Hugo le revuelve el cabello. —Estabas en tu cita, ¿Qué podíamos hacer?

Los abuelos se ríen, yo ruedo los ojos.

—Belle, hoy comeremos de nuevo aquí —me avisa mi abuelo, puedo detectar la emoción en su voz—. Samantha insiste que nos quedemos, está preparando carne molida y vegetales, insistió que nos quedáramos.

¿De nuevo comer con ellos?

Van tres días que compartiremos la comida y no es que no lo agradezca, creo que no había comido este tipo de comida en mucho tiempo pero extraño el tiempo a solas en mi habitación, también el tiempo con mi abuelo.

Aunque veo el rostro animado de mi abuelo y no me puedo negar, él ha hecho mucho por mí, yo haré esto por él. Después de todo, esta es la familia de su mejor amigo que creyó jamás volver a ver, comprendo un poco que quiera pasar tiempo cerca por los años perdidos.

—Claro —miro al señor Bradford—. Gracias.

— ¿Quieren jugar globos de agua? —Pregunta Hugo recostando su brazo sobre el hombro de Anthony—. ¿O quieres más tiempo a solas con tu chica?

Anthony empuja su brazo. —Te reto a una pelea, Hugo, ya verás que sigo ganándote.

—Nunca me has ganado —asegura, con una sonrisa de lado.

Yo los veo y sí parecen de alguna forma gemelos.

Ambos miden como un metro ochenta, Anthony es un par de centímetros más bajo pero no se nota casi nada, ambos tienen el mismo estilo de nariz y ambos tienen pestañas largas. Quizás sí dudaría un poco que sean gemelos pero si Anthony no me hubiera dicho que en realidad son primos, no me hubiera dado cuenta.




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