Lo Que Nadie Sabe De Ti

16: El chico que me prepara el desayuno

 

—Tenemos una persona más —Anthony me avisa cuando salgo de mi casa por la mañana con planes de sentarme a dibujar algo—, y podríamos ir a verla hoy mismo.

Lleva el cabello mojado, como si acabara de tomar una ducha o tal vez solo estaba jugando con los globos de agua otra vez.

— ¿Quién es? —Pregunto yo sentándome en la orilla del pórtico—. Buenos días por cierto.

Levanta un dedo. —Lo siento, estaba emocionado por contarte, buenos días, ¿Cómo amaneciste? ¿Ya desayunaste? Mi mamá hizo panqueques de banano y hay fresas en trocitos, ¿Quieres un poco?

Suelto un poco de aire por mi nariz. —En realidad, ahora mismo iba a comer —señalo la caja de cartón que deje a un lado de mi cuaderno.

Anthony se sienta dejando en medio de nosotros mi cuaderno, el cereal y mi teléfono.

Él toma la caja y ve la parte donde está la información nutricional. —Vaya, azúcar, azúcar y azúcar.

Se la quito de las manos. —Es para mí, no para ti. —Abro la caja y saco la bolsa con unas ruedas de cereal pequeñas y muchos marshmallows de colores—, mejor dime quien será la persona que encontraste.

—Ah —asiente—. Ayer que estábamos en la feria, cuando fui al baño con Leonor me topé con un señor que siempre está ahí con un chico un año menor que nosotros así que le hablé y ambos me dijeron que están de acuerdo, bueno en este caso serian dos personas pero el chico no está hoy, hasta mañana.

—Dos por uno —contesto metiendo la mano entre el cereal y seleccionando solo los marshmallows.

— ¿Por qué te lo comes así? —Me pregunta con una sonrisa—. ¿No te gusta el otro cereal? ¿Solo te comes el marshmallows?

—No me gusta el cereal, no tiene nada de saber —nunca he entendido porque le agregan ese cereal tan feo, sería mejor si tuviera un poco de chocolate.

Él extiende su mano hacia mí. — ¿Puedo probar?

Le sirvo un poco sobre la palma. —Me sorprende la facilidad con la que convences a las personas —admito, refiriéndome a las nuevas personas de la feria.

Anthony niega y separa el cereal del marshmallow —Algunas veces las personas se niegan, al principio ellos me miraban con cara extraña y no entendían muy bien el propósito de esto así que hice un guion y practiqué varias veces, no les pregunto siempre igual pero ya sé qué tipo de cosas decirles.

—Se nota —contesto cuando el prueba primero el cereal de maíz—. Eso no sabe a nada, ¿Verdad?

Niega, masticando lentamente. —Tiene algo de sabor pero no es azucarado, vamos a ver esto —toma un marshmallow y arruga la nariz—. Azúcar y colorantes.

Ruedo los ojos, Anthony le ha declarado la guerra a todo lo que no es natural. —Bueno pues quédate con el cereal, yo me quedo con el marshmallow.

Estaba bromeando pero él asiente y vuelve a extender la mano para que los tome. —Acepto.

—. Es una broma —afirmo.

Se encoje de hombros. —Dame el cereal si quieres, ¿Qué haces con él cuando te acabas los marshmallows?

—Lo como con azúcar glaseada o crema batida —así por lo menos sabe mejor.

Él suelta una carcajada. — ¿En serio? ¿Alguna vez comes un vegetal o tomas agua?

—Sí, una vez cada cinco años —contesto sonriendo.

Él se levanta, sacude sus manos contra su pantalón y extiende una mano hacia mí. —Ven, te daré comida real.

Muevo la bolsa —Esto es comida real.

Insiste con la mano extendida. —Vamos, ¿Qué te gusta desayunar? Lo haré para ti.

Miro su mano y en lugar de darle la mía, coloco la bolsa de cereal en ella y me levanto por mi cuenta. — ¿Quieres cocinar para mí? —pregunto levantando una ceja.

Él toma la caja para guardar la bolsa de cereal. —Claro, ¿Está tu abuelo? Puedo preparar algo para él también.

—Mi abuelo está —aunque ahora mismo sigue en su habitación—. Pero, espera, ¿hablas enserio?

Él camina hasta la puerta y me hace una seña. — ¿Puedo?

Me encojo de hombros, él abre la puerta lentamente y yo me inclino para tomar mi cuaderno y mi teléfono, sigo a Anthony y dejo las cosas sobre la mesa de la entrada mientras cierro la puerta.

— ¿Señor Moss? —pregunta una vez dentro.

—Está arriba —indico quitándole la caja de las manos—. Está bañándose, leyendo o descansando.

Voltea a verme. — ¿Entonces, que te gusta? Puedo preparar lo que sea.

— ¿Lo que sea? —Me río—. Un pastel de tres capas rellenos de chocolate blanco y oscuro, entonces.

—No, hablo de comida real —camina hasta la cocina—. ¿Tienes pan para sándwiches, mantequilla y azúcar?

Por suerte no preguntó si tenía cosas como vegetales frescos o jamón de pavo, casi nunca tenemos esas cosas aquí. Mi abuelo y yo no cocinamos en realidad, solemos preparar cosas rápidas y fáciles. Comúnmente ordenamos algo de comer y ya, no es como en su casa en donde todos los días hay comida casera.

—Sí, ¿Para qué? —pregunto, viéndolo moverse de un lado hacia el otro, examinando todo.

—En ese caso serás ahora mi asistente, ¿Dónde están los sartenes?

Arrugo la frente. — ¿Qué vas a hacer?

—Confía en mí —pide y suspiro.

Busco un sartén, él lo ve y asiente. Coloca el sartén sobre la estufa, luego se lava las manos y se seca con una toalla de papel. Mientras me va pidiendo las cosas, se las voy dando.

Anthony procede a cortar dos rodajas de pan por la mitad, corta un cuadrito de mantequilla y enciende el fuego, yo me quedo a su lado viendo que está haciendo.

—Necesito una de esas espátulas, ¿tienes?

Tenemos una que usamos para cocinar salchichas, la busco y se la entrego, él mueve la mantequilla por todo el sartén y luego pone un poco de azúcar blanca antes que la mantequilla de deshaga completamente. —Pásame el pan —pide.

Tomo el plato donde estaba y se lo acerco, él coloca los cuatro pedazos en el sartén, los da la vuelta para que ambos lados tengan un poco de mantequilla. Dejo el plato a un lado y él cuida que el pan no se queme, no tarda mucho en darle la vuelta a las rodajas y cuando lo hace noto que ha quedado algo como caramelo sobre el lado opuesto.




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