Lo Que Nadie Sabe De Ti

18: Samantha me da su bendición

 

Otro día más en la casa de Anthony.

Esta vez Samantha estaba cocinando un espagueti con albóndigas y de nuevo nos invitó, ella se rehúsa a que nosotros no aceptemos su comida, creo que he pasado más tiempo fuera de mi nueva casa que dentro de ella.

No importa, comienzo a sentirme bien estando con estas personas, sé que no debería y sé que es peligroso que me sienta así pero quiero disfrutarlo temporalmente.

Me siento extrañamente bien con la familia Temple.

Anthony fue a comprar unas cosas para la cena, el señor Bradford está en el pórtico con mi abuelo jugando cartas y yo estoy sentada en el sofá con Leonor mientras me pinta las uñas de muchos colores.

Hugo se aparece, según su hermana él estaba en su habitación. Hugo me mira a los ojos, luego recorre su mirada a la mesa llena del desorden de Leonor.

Camina mientras se truena los nudillos y se sienta a mi lado. — ¿Y mi hermano?

Leonor se gira, viéndolo enojada. — ¡Ya te dije que no me gusta que hagas eso!

Hugo estira su mano y aprieta su mejilla. —Si no fueras tan tierna te diría que no me importa y lo haría de nuevo.

Leonor junta sus cejas por varios segundos relajando su rostro con un suspiro. —No me distraigas, estoy haciendo algo importante ahora.

Hugo mira mi mano, yo noto que él tiene un lunar cerca del lóbulo de su oreja.

Él nota mi mirada pues me ve con una ceja levantada. — ¿Estoy distrayéndote, Belle?

Leonor chasquea su lengua. —A ella no, a mí.

Hugo sigue con esa expresión, una sonrisa de lado se forma en sus labios. —Han pasado como treinta segundos y Tony no se ha pegado a ti, ¿Dónde está?

Ruedo los ojos. —Anthony no está siempre conmigo.

Bueno, eso es más o menos verdad. Sin duda pasamos mucho tiempo ocupados con algo pero eso no tiene nada de malo. Somos amigos y nos llevamos bien. A mí me gusta pasar tiempo con él porque me distraigo de todo, solo eso.

—Tony no está —Leonor contesta—. Fue por cosas para la cena, también le pedí que me trajera chocolates pero nunca lo hace.

Sonrío, ahora comprendo porque ella siempre pide ese tipo de comida. Aquí no hay nada de dulces, comida con ingredientes artificiales o químicos difíciles de pronunciar.

—Espero que lo haga, sino —me acerco a su rostro—, yo tengo uno en casa que te daré después.

—Escuché eso —amenaza Hugo, me da una patada suave y juguetona.

Yo pretendo no haberlo notado. Quizás es que no estoy acostumbrada a que las personas de mi edad se sientan lo suficientemente cómodas para actuar de esa manera.

Bien, con Anthony si hemos tenido contacto físico pero es diferente con él.

Todo es diferente con él.

Leonor fulmina a Hugo con la mirada. —No seas un amargado, mejor dame tu mano —sin esperar toma la mano de su hermano quien logra apartarse.

—No otra vez, eso no se quita fácilmente —se queja él.

Leonor hace un puchero. —Por favor, Hugo. Dame tu mano, te haré algo bonito.

Hugo se rinde y extiende los dedos. —Si no hace un buen trabajo no le pagaré, señorita.

Ella se ríe y toma la pintura color rosa, él mira detenidamente a su hermana mientras le pinta las uñas. Ella saca la lengua un poco, concentrada en su trabajo. Mientras veo a Leonor, yo soplo mis uñas para que se empiecen a secar.

Cierra el esmalte. — ¡Listo! —Celebra—, ahora iré a jugar.

Hugo levanta la otra mano. — ¿Y esta? ¿Me dejaras así?

Ella hace una mueca. —Ya me cansé, debiste venir antes de Belle, tengo ganas de ver videos ahora —ella intenta escapar pero Hugo la toma por los hombros y la atrae hacia él, le da un beso en la mejilla y Leonor se queja entre risas.

—Que mal servicio, señorita —le da otro beso y ella sigue riendo aun buscando como huir.

Hugo la suelta finalmente y ella corre hasta su habitación haciendo un sonido con sus zapatillas cada vez que tocan el suelo. Hugo sigue sonriendo viendo sus uñas rosadas.

—Tienes un lado dulce —lo molesto.

Me mira entrecerrando los ojos. —Todo de mi es dulce, Belle.

Suelto una risa corta. —No diría que eso me hiciste pensar cuando nos conocimos.

—Ah —se recuesta en el respaldo abanicando su mano—, no sé… nosotros no tenemos muchas visitas y si las hay son de personas mayores. Supongo que me sorprendí un poco, sobre todo porque no siempre aparecen chicas con cabello morado por aquí.

Ruedo los ojos.

Hugo pasa la mano libre por su cabello. — ¿Esperabas que al mudarte tu vecino fuera tan guapo?

Levanto las cejas. — ¿Estás hablando de ti o de Anthony?

Hugo entorna los ojos. —De mí, pero, ¿piensas que él es guapo?

No es feo, en realidad, es visualmente lindo. —Claro que no.

—Hablo de mí, ¿te gustó encontrarte conmigo? —baja la voz.

Suspiro. —No, eso a mí me da igual.

—Bueno, soy alguien que atrae la mirada de las personas —sonríe de lado, usando un tono bromista.

Soplo mis uñas un par de veces. —Creo que Anthony mencionó que eres popular, ¿Acaso te molesta que una chica que no te llene de halagos?

Él sonríe. —No soy tan popular como Tony siempre me hace ver y no, no espero que la gente caiga a mis pies.

—Ustedes fácilmente podrían ser populares en su escuela —físicamente tienen ese estereotipo de chicos atractivos.

Hugo permanece unos segundos en silencio. —Él… mira —se acerca un poco recostando sus codos sobre sus muslos—, Tony es genial pero él no es tan popular en la escuela, en realidad, no es nada popular.

Bueno, eso lo presentía. Él me dijo que no tiene amigos, solo un par de conocidos. Asumo que eso significa que en la escuela no hay muchas personas que pasan tiempo con él. — ¿Por qué? —le pregunto.

Él eleva un hombro y lo baja. —Así es la vida, supongo —rasca su mejilla, cerca de su nariz—. Él es amigable, siempre está sonriendo y todo eso pero algunas personas lo toman a mal.




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