Lo Que Nadie Sabe De Ti

20: ¿Qué me pasa?

 

Estábamos en el cine al aire libre.

Hay varios autos por aquí y a un lado hay camiones con comida por si alguien quiere comprar algo.

Fue todo un show venir hasta aquí con Anthony, cuando él avisó sobre salir a esto conmigo, todos lo vieron con un rostro de intriga. Mi abuelo sonreía de oreja a oreja y Hugo hizo mil chistes sobre el asunto.

Intenté aclarar que no era una cita, solo queríamos venir a ver una película pero nadie se lo creyó, ni siquiera Peter que acaba de llegar y sonrío cuando escuchó que vendríamos aquí.

Anthony compró dos porciones de nachos con queso, algunos dulces y dos batidos de fresa. La película que veremos se llama “Un experto en diversión” una película de 1986 sobre Ferris Bueller, un chico que se salta la escuela y viaja con su amigos y su novia a Chicago en el Ferrari del padre de su mejor amigo, esta película la he visto un par de veces con mi abuelo y me gusta mucho pero igualmente me emociona verla de nuevo hoy.

Anthony y yo estamos a una buena distancia, el auto que tenemos a un lado es de una pareja un poco más grandes que nosotros y se están besando sin pausa, del otro lado parece que también hay una pareja, son dos chicas y ellas se están abrazando de una forma muy romántica, aunque tal vez podrían solo ser amigas… ah, se están besando también.

Así que el “amor” está en el aire.

Regreso mi mirada a la pantalla, aún no ha empezado.

— ¿Has visto esta película? —le pregunto a Anthony.

Él toma un nacho y se lo lleva a la boca. —Sí, nos gusta mucho verla con mi papá.

Asiento. —Es buena.

No he venido a uno de estos lugares antes.

Cuando entramos a esta área he visto un cartel donde anuncian las películas para los próximos días y casi todas son películas de los noventas y ochentas, supongo que el objetivo es disfrutar estas películas una vez más, sin importar cuantas veces las hayas visto antes.

—Te compré varios dulces, son todos tuyos —sonríe—. Por hoy puedes comer lo que quieras.

Tomo una barra de chocolate con almendras. —Siempre como lo que quiero.

—Lo sé —sonríe—, no quiero ser irritante pero, ¿Sabes que aún estamos a tiempo de prevenir muchas enfermedades? Mi abuela tenía muchos problemas de salud, ella tenía diabetes, hipertensión y muchas más enfermedades. No es para asustarte, solo… yo vi lo que pasaba y eso.

Muerdo mi labio inferior. — ¿Cómo se supone que coma ahora que me dijiste eso?

Él suelta una carcajada. — ¡No! Me refiero a que sí puedes, es tu cuerpo y tú puedes hacer lo que quieras. Solo, quiero que estés bien por mucho tiempo.

Muevo la mirada al frente. — ¿Cuándo falleció tu abuela? —le pregunto.

—Ah, fue hace unos cinco años, casi seis —me explica—. Vivió siempre conmigo o bueno, yo siempre viví con ella y con mi abuelo, es raro no tenerla cerca.

Lo miro de reojo. — ¿Cómo se llamaba?

Toma otro nacho. —Sharon, era unos años mayor que mi abuelo y externamente parecía saludable sin embargo, no lo estaba tanto. Ella sufrió en sus últimos meses, ¿Sabes que es la hemodiálisis? Tuvieron que hacerle eso.

Lo miro con los ojos abiertos, he visto algunos programas médicos y por lo que ahí muestras, la hemodiálisis no es nada agradable. —Ay no, lo siento… perdón, no debí preguntar, seguramente hablar de eso no es fácil.

Hace una mueca. —Digamos que lloraba cada vez que hablaba de ella —suspira—. Pero lo he ido superando, aunque no la olvido. No olvidas a quien amaste alguna vez, ¿no?

Bajo la mirada los nacho y tomo uno. —No, no lo haces.

Es todo lo que digo.

Él toma un poco de su batido. — ¿Qué hay de ti? ¿Aparte de tu abuelo?

Oh bueno, es complicado. —La esposa de mi abuelo, mi abuela, murió cuando yo era muy joven. Creo que sí la conocí pero no la recuerdo.

—Ya veo —sonríe—. Tú eres muy unida a tu abuelo, se nota.

Se encojo de hombros. —Ha sido como… —me detengo—, él es como mi amigo, siempre ha estado conmigo y me cuida —tomo un nacho y cambio de tema—. Oye la otra semana es tu cumpleaños, ¿No?

Él asiente. —Sí, ¿Por qué?

Me encojo de hombros. —No sé, ¿Qué quieres de regalo? No acostumbro a dar regalos porque no tengo a quien pero… ahora que estas aquí, digo, solo… ¿Qué quieres que te regale?

Limpia su boca con una servilleta —Asumo que tu corazón no está disponible, ¿verdad?

Anthony tiene un talento para usar ese tipo de frases todo el tiempo.

Suspiro. —Hablo en serio, ¿Qué quieres?

Entrecierra los ojos —Pues seguramente mamá me celebrará mi cumpleaños el jueves pero, si tú quieres, podemos hacer algo el viernes.

Presentía que iba a decir algo así. —Um, ¿Cómo qué?

No sé porque siento como si no importara lo que sea que quiera hacer, solo quiero que pasemos más tiempo juntos.

Sonríe. —Bueno, no sé… —se acerca un poco a mi rostro—, digo, ¿una cita?

Me muevo en el asiento sintiendo como mi corazón se acelera un poco. —Imaginaba que dirías algo así —bajo un poco más la ventana—. Em, bueno… podríamos salir el viernes.

Él tose muchas veces, se cubre la boca con la mano. — ¿Estás diciendo que si? —Toma un poco de su bebida—. ¿Estas aceptando una cita conmigo?

Niego moviendo la cara. —No te emociones, no sé cómo esa “cita” va a ser diferente a los otros días. No seré romántica ni nada, solo… digo, podríamos salir y ya.

Él sonríe. —Vaya, ya quiero que sea viernes.

No será una cita, simplemente saldremos. Bueno, quizás si suena como una cita pero no tengo intención que sea cursi y tonta como en las películas, simplemente pasaré el rato con mi nuevo amigo.

La película comienza y yo volteo hacia el frente, usando las primeras escenas como excusa para sonreír.

No quiero pensar mucho en porque me siento así, no quiero sobre analizar nada porque si lo hago, es probable que salga corriendo de este auto y me encierre en mi habitación, como siempre.




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