Lo Que Nadie Sabe De Ti

23: Vergüenza

 

La historia de Isaac fue sobre vivir con una enfermedad autoinmune y confiar en que Dios lo sanará, aun cuando es una enfermedad sin cura.

Él dijo: —Quiero decirle al mundo que una enfermedad es parte de ti pero no es todo lo que eres, eres más que un enfermo, eres un ser humano y definirte en una categoría es insuficiente.

La historia de Nicholas fue sobre el maltrato que sufría en la escuela pues sus padres eran personas con algunos problemas físicos, su madre tenía una deformidad en el rostro y su papá tenía una enfermedad que le causó manchas rojas y marrones en el rostro, esto solo hacía que lo llamaran hijo de los monstruos y un sinfín de cosas malas.

Nicholas dijo: —Mis padres siempre han sido las personas más dulces, amables y buenas del mundo, si pudiera decirle algo al mundo sería que dejen de juzgar, burlarse y criticar a alguien solo por como se ve por fuera, hay más en nuestro interior que lo que podemos ver con nuestros ojos.

Si mis cálculos no fallan, ya van quince personas.

No sé si todo esto tiene un límite de tiempo pero no falta mucho para que el verano acabe y no sé si conseguirá las personas suficientes para llegar a cincuenta.

El teléfono de Anthony vibra, él lo revisa y lee algún mensaje —Es mamá —me dice sonriendo—, quiere que vayas a comer con nosotros, tu abuelo ya está ahí.

Sonrío. —Tu mamá me ha dado de comer todo el verano, tengo que buscar una forma de pagarle por todo.

—Está bien —afirma—, no sé pero ella se emociona cuando tenemos más personas en la casa, la hace sentir bien poder cocinar para ellas y todo eso. Supongo que es algo que la hace feliz.

—Es muy amable —respondo, sintiendo una presión en el pecho.

Samantha es una buena persona, ojala mi madre hubiera sido como ella.

—Oye Isabelle, creo que ya te dije que nosotros tenemos una casa en la playa —levanta su mirada cuando unos pájaros pasan cerca de nosotros—, pues… nada, mi familia y yo habíamos pensando que sería genial si tú y tu abuelo nos acompañaran, supongo que tu papá también puede venir pero no lo he visto hasta ahora.

—No quisiera que mi papá estuviera ahí —admito sin pensarlo mucho—, y no le gusta viajar con otras personas, o bueno, viajar en realidad.

Asiente. —Entonces, ¿Crees que tú y tu abuelo puedan venir? Será la próxima semana, de viernes a domingo, antes que tengamos que comenzar con todo lo de la escuela y eso.

Hugo ya me había hablado de esto y lo había pensado, sé que papá no estará muy feliz pero creo que tengo un plan. —Por mi está bien y sé que mi abuelo estará feliz, él siempre habla del mar y de la playa, aunque no sé cuántas veces ha ido, es como su lugar favorito.

El rostro de Anthony se ilumina. — ¿De verdad? ¿Vendrás? —Hace su cabello hacia atrás—, genial, quiero que estés ahí y, ah, bueno… también me alegra que tu abuelo nos acompañe.

Muerdo mi labio para no sonreír.

—Pero déjame convencer a mi abuelo —le pido—. Él suele seguir las reglas de papá para no hacerlo enojar, yo no, no me importa si se enoja —tomo la punta de mi cabello, él se rehusó a que me pintara el cabello si quiera un poco.

—No quiero meterte en problemas —suspira—, sería divertido que estuvieras ahí pero… si no puedes, está bien. La playa siempre estará ahí para otro momento.

Algo dentro de mi dice que tengo que hacerlo este verano, pues se siente como si todo fuera un sueño y que cuando despierte, nada de esto será real. Quiero dejar de ser tan “yo” por estos últimos días que quedan, durante estas semanas quiero sentir lo que nunca antes.

—No te preocupes, iré y mi abuelo también —aseguro, sonriendo—. Será divertido como tú dices.

—Te gustará, ¿Has estado en Pearl? —niego—, bueno pues es un buen lugar, las playas son geniales y hay muchos lugares que podemos visitar si quieres, tenemos algunos amigos ahí que son nuestros vecinos aunque las casas no están tan cerca como la tuya con la mía aquí, te caerán bien.

Arrugo la nariz. —No me llevo bien con las personas de mi edad.

Él se señala. —Te llevas bien conmigo.

Muevo mi mirada hacia el frente, estamos cerca de nuestras casas. —Eres como la excepción a la regla, yo no soy una persona social ¿sabes? No tengo amigos y tampoco es como si me afecte, soy feliz estando sola.

Él se detiene. —Pero ahora ya tienes un amigo —levanta la mano—, yo.

—Tu no cuentas, me refiero a antes —le explico—, yo en la escuela no hablaba con nadie, no me interesaba. Además me he mudado varias veces, intentar hacer amigos sería un desperdicio de mi tiempo.

Él levanta una ceja. —Espera, ¿Significa que te podrías mudar otra vez?

Muevo la cabeza. —No lo creo, papá finalmente encontró un puesto permanente, además después de la graduación seguramente me enviará a la universidad, mi abuelo y él han ahorrado toda su vida para ese supuesto gran momento aunque preferiría que me dieran el dinero y así poder irme a conocer varios lugares del mundo.

Sonríe. —Puedes hacerlo, no tienes que ir a la universidad aun o nunca, mira que mi abuelo jamás fue a la universidad y está bien. No digo que es inservible pero algunas personas están destinadas para otras cosas, no todos tenemos que tomar el mismo camino.

Por eso me gusta hablar con él, es como si me entendiera aun si él es diferente a mí. Anthony si va a ir a la universidad, él ya tiene un plan para su vida y a pesar de todo, no me está intentando convencer que yo haga lo mismo.

—Aun no lo sé, solo quiero conocer el mundo —le digo, suspirando—. ¿No te pasa que ves un amanecer y te preguntas como será verlo desde una montaña o un volcán? ¿No ves fotografías en internet y quieres conocer cada lugar que muestran ahí?

Asiente elevando un poco sus comisuras. —Sí, sin duda. —sube la mirada hacia el cielo—, algo dentro de mí me dice que la vida es más que solo trabajar y ya, que se trata de apreciar cascadas, océanos, nadar en playas desconocidas y comer cosas que nadie ha escuchado antes. Vivir.




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