Anthony había llegado por mí a las diez de la mañana.
Se veía un poco diferente, estaba vestido con un camisa de botones y unos pantalones caqui, intenté no sonreír al pensar que quizás se estaba tomando eso de “tener una cita” en serio.
Bueno, yo también me lo tomé más en serio de lo que debí, a diferencia de los otros días hoy no usé una camiseta con alguna frase, esta vez solo tomé una blusa de manga corta que uso para la escuela (me he metido en problemas por mis camisetas así que tengo un poco de ropa “normal”) es de color azul con blanco, me queda algo suelta y es perfecta para esta temporada calurosa.
Cuando él llegó me colocó una gorra sobre la cabeza, dijo que estaremos bajo el sol por un rato y no quería que los rayos me afectaran la piel. También me ofreció un poco de protector solar, acepté un poco para mis brazos.
Aunque no había nadie cuando estábamos frente a mi casa, me sentía observada. Sé que su familia sabrá sobre esto, presiento que Anthony estaba tan emocionado por la cita que no paró de hablar sobre nuestra salida.
Ayer él se veía cansado pero hoy está sonriendo, eso me alegra. Todo lo que me dijo sobre su abuelo no me abandonó la cabeza así que hablé con mi abuelo, le conté lo que él me había dicho y le pedí que por favor hablara con su amigo.
Mi abuelo se veía realmente preocupado y me aseguró que lo haría, que hablaría con él y así podrían seguir con los exámenes médicos y todo lo demás. Mi abuelo también prometió no decir que Anthony me había dicho sino que yo lo había escuchado en una grabación, él me aseguró que así sería.
Nos vamos en el auto que comparte con Hugo por ahora pues sus padres le regalaron un auto y mientras nos dirigimos al zoológico le cuento todo lo que mi abuelo me dijo.
Anthony se veía agradecido y feliz que finalmente su abuelo entraría en razón y su salud ya no estaría en riesgo.
—No hay mucho que hacer por aquí —admite—, pero el zoológico es un buen lugar para tener una cita, supongo, nunca he ido a una.
Veo mis manos, aún tengo al de esmalte que Leonor aplicó hace unos días en mis uñas. —Está bien —admito.
La verdad el zoológico no es el primer lugar que se me hubiera ocurrido para una cita pero tampoco es como si tuviera alguna sugerencia.
—Isabelle, ¿Entonces si vendrás a la playa con nosotros? —me pregunta, noto que está usando el reloj que le regaló su abuelo, se ve un poco formal para el resto de su atuendo pero seguro está feliz por llevarlo.
—Sí —sonrío—. Ya tengo el plan con mi abuelo, básicamente escaparemos de casa.
Mueve sus cejas. — ¿Es verdad? ¿Por qué?
Acomodo mi cabello. —Mi papá es un poco difícil y aunque como te habrás dado cuenta, no pasa nada de tiempo en casa y conmigo, él tiene la creencia que yo debería estar alejada de los hombres por siempre —admito viendo hacia fuera de la ventana.
—Entonces… ahora tú y yo no deberíamos estar aquí —ríe un poco.
Me encojo de hombros. —Supongo que no —aclaro mi garganta—. Mis padres… ellos fueron padres adolescentes o algo así —confieso.
No le he dicho esto a nadie pues no he tenido a nadie para contarle.
— ¿Algo así? —pregunta, inclinando el rostro.
—Tenían diecisiete y diecinueve, mi mamá era la de diecisiete —explico tomando aire—. Papá piensa que yo puedo cometer sus mismos errores y tener una hija no deseada.
Anthony se queda en silencio, luego pregunta: — ¿Qué pasó con tu mamá?
Esta pregunta es demasiada para mí ahora pero es mi culpa por traer a la conversación el tema de mi madre. —Em, —pienso en que decir—, pues… ella murió —suelto—. Hace muchos años, cuando yo tenía cinco o seis, no recuerdo.
Anthony parece querer preguntar más pero no lo hace, no sé si me creyó, a veces pareciera que él puede leerme la mente.
—No hablemos de esto —digo antes que él pueda seguir con el tema de mi familia—. Por hoy no, es un día donde… em, bueno, celebraremos tu cumpleaños.
Su sonrisa se muestra de nuevo. — ¿Queras decir una cita? Hoy es nuestra cita y es la primera de muchas.
—Sigue soñando —respondo.
Él y yo charlamos de muchas cosas mientras la música en el fondo nos acompaña.
Luego de varios minutos, llegamos al estacionamiento del zoológico y veo a varias personas caminando hacia la entrada. Familias, grupos de personas de nuestra edad y por supuesto, parejas.
Me pregunto si él querrá tomar mi mano aquí, eso nos mostraría como una pareja, ¿no? Intento alejar esa idea de mi cabeza, ya debería calmarme un poco y retroceder.
Anthony y yo hemos tenido muchos momentos raros, raros buenos pero raros, no quiero encariñarme con él tan rápido pero al mismo tiempo sí quiero, quisiera perder el miedo de todo y dejarlo entrar a mi corazón por completo.
Bajamos del auto y Anthony se coloca un gorra negra, yo acomodo la que él me dio, me pregunto si estas son de él o si las tomó prestadas de Hugo. He visto a Hugo con gorras pero no a Anthony, esta es la primera vez.
Caminamos hasta la fila, avanzamos rápidamente y luego de pagar nuestras entradas nos dejan pasar al lugar.
Desde ya se siente un ambiente diferente, hay un hombre que vende globos de animales, algunos puestos de helados y algodón de azúcar, otro donde hay un puesto de información.
—Vamos —sonríe él—. Aquí podremos tomar muchas fotografías.
Es cierto, será genial tomarles fotografías a algunos animales. — ¿Vienes aquí seguido?
Asiente. —Leonor ama ver los felinos y al elefante, en su mente es un dinosaurio.
Sonrío.
—Genial, creo que ahí está el dinosaurio —anuncio cuando empezamos con los recintos.
Aquí no hay jaulas, hay espacios abiertos apartados del público por unas zanjas y unas rejas que impedirían que los animales intentaran subirse a esta parte.
Me gusta que no hayan jaulas, por lo que he estado leyendo estos animales son enviados de otras partes del mundo para su conservación, algunos han sido rescatados de circos, casas que los tenían como mascotas, y zoológicos clandestinos.