Terminamos nuestro recorrido por el zoológico y me alegra que Anthony me haya dado una gorra porque el sol está bastante intenso.
Gracias a su protector solar no siento que mis brazos se queman como en otras ocasiones cuando he tenido que pasar tiempo bajo el sol de verano.
Ahora estamos entrando al museo de arte, Anthony me toma de la mano de una manera muy natural, como si esto fuera lo más normal del mundo y honestamente, me gusta.
Me gusta que se sienta tan cómodo conmigo para tomar mi mano sin temo que yo lo rechace o lo aparte.
— ¿Eres fanático del arte? —Le pregunto— de este tipo, ¿lo eres?
—No me encanta, hay cosas que no entiendo —señala una escultura echa de triángulos metálicos—. Como eso, cualquiera le podría dar un significado.
— ¿Cómo que significaría para ti? —le pregunto cuando caminamos a ella.
Anthony entrecierra los ojos. —Significa que la tierra no es plana ni redonda, es un triángulo y hemos sido engañados todo este tiempo.
Sonrío. —O podría significar que el Triángulo de Las Bermudas es el centro de la tierra.
Anthony niega. —Creo que el artista quiso representar un triángulo amoroso, él estaba enamorado de la mejor amiga de su esposa.
—Vaya —lo volteo a ver—. Creo que si eres fanático de las telenovelas.
—Yo no —señala la escultura—. Él.
Seguimos caminando tomados de la mano y entramos a un salón llamado “Vida de cristal” son esculturas y obras realizadas con cristales de todos los tamaños y colores, se ven muy lindo en conjunto, las luces blancas del techo hacen que los cristales reflejen destellos.
— ¿Puedo preguntarte algo? —Anthony se detiene frente un jarrón transparente relleno de cristales rotos—. ¿Por qué no habías salido con nadie antes? Eres bonita, muy divertida y caes bien, ¿Por qué no has tenido novio?
Dejo salir un poco de aire por mi nariz.
No dudo que otros chicos me haya visto y pensado que puedo ser mínimamente atractiva pero, no le caigo bien a nadie y dudo que hayan más personas además de él y mi abuelo que piensen que soy divertida.
En el exterior me ven como malhumorada y fría, alguien a quien no quieren acercarse y quien no quiere que te acerques.
Pero sé que es por como yo he puesto obstáculos a todas las personas que conozco con el fin que se mantengan lejos. Si alguien no entra en tu corazón, no puede dejarte con el vacío cuando se vayan.
—Miedo —admito viendo mi reflejo en el jarrón—. Eso es, miedo.
— ¿Miedo a enamorarte? —pregunta.
Niego. —Miedo a que se vayan —Anthony tiene una habilidad especial para hacerme decir lo que hay en mi corazón.
—Pero, ¿Qué pasaría si te dan la certeza que no se irán? ¿Qué se esforzaran por quedarse? —él se acerca un poco más a mi cuerpo.
Yo sigo sin verlo. —No puedes asegurar algo así, aun si tienes la voluntad y las ganas, ¿Cómo puedes saber que en el futuro no cambie algo? ¿Y si llega alguien mejor? ¿Y si nos aburrimos? Ese tipo de cosas… sé que es fácil remplazar a las personas.
Anthony se coloca frente a mí. —Hay personas irremplazables —con su otra mano toma mi mentón obligándome a verlo.
Sonrío un poco. —Eres una buena persona Anthony pero, si lo preguntabas por… ya sabes, si tú quieres realmente salir o algo así, no creo que sea lo mejor.
Baja las comisuras de sus labios. — ¿Por qué te calificas como una persona que no merece amor?
Vaya, ¿eso hago?
—Yo…
Él inclina un poco su espalda para ubicar su rostro frente al mío. —Isabelle, está bien si tú y yo jamás salimos realmente y solo somos amigos pero no voy a permitir que te sigas viendo como alguien que no eres —acerca su mano ahora a mi mejilla—. Eres hermosa y no solo por tu hermoso rostro, sino por tu corazón.
¿Alguna vez has tenido frío y te ofrecen una taza con chocolate caliente? La bebes y puedes sentir como todo el calor de la bebida te abriga, de adentro hacia afuera.
Sus palabras se sintieron de esa forma, su mirada, la forma en que me observa.
Las cosas que dice.
Lo que hace por mí.
Sonrío, aunque realmente quiero llorar. —Yo quiero ser tu amiga por mucho tiempo —y desearía poder arriesgarme a ser algo más.
Anthony levanta su mirada y reincorpora su postura, ve alrededor de la habitación y luego sus ojos regresan a los míos. —Estamos rodeados de obras de arte pero la única que quiero observar eres tú.
Sé que es cursi, es terriblemente cursi y si esa línea estuviera en un libro hubiera arrugado la nariz y tirado el libro a un lado, por lo asquerosamente cliché y tonto pero el problema no es nada de eso, el problema es que un chico me lo está diciendo con sinceridad en sus ojos.
La gente se queja de los clichés, ese recurso repetitivo usado una y otra vez pero la realidad es, ¿Acaso no queremos esas cosas la mayoría de veces? Es algo que lees una y otra vez, las películas no dejan de utilizarlos pero en la vida real, esas cosas no pasan. En la vida real no hay chicos tan dulces, ni palabras que te abrigan el corazón.
Pero está él aquí, tomando mi mano y luciendo tan guapo, sonriendo como siempre y diciendo esas cosas que lentamente se fueron ganando mi corazón.
—Eres un tonto —digo acercándome y recostando mi rostro contra su pecho—. Pero eres el único tonto que me agrada.
Él me envuelve en sus brazos. —Me gané un título muy especial, lo atesoraré por el resto de mi vida, ¿Puedes darme un diploma? “El tonto que me agrada”
Me separo y lo veo entrecerrando los ojos. —Anthony, por cierto —levanto una ceja—. Dime que no le dijiste a tu familia que tú y yo íbamos a salir.
Él me mira tranquilo. —No, no te preocupes —me acerca de nuevo a su cuerpo—. Solo les dije que esta es nuestra primera cita y en la próxima te propondría matrimonio.
Me separo y me río por lo bajo. —Eres demasiado. Ven, vamos, tenemos más obras de arte que juzgar como si fuéramos críticos.