Lo Que Nadie Sabe De Ti

35: Hugo tiene un plan

Los chicos nos contaron sus historias a Anthony y a mí.

Aron habló sobre el divorcio de sus padres y lo complicado que fue para él a pesar que ya lo presentía desde mucho tiempo atrás, pues nunca se llevaron bien.

Su mensaje para el mundo fue: No hay tal cosa como “problemas de adultos” aun cuando somos niños nos damos cuenta que están peleando y nos afecta, así que no nos pidan que no sintamos tristeza sino acepten que también tenemos sentimientos.

Luke habló sobre su mamá y de como ella estuvo a punto de morir por una bacteria, su mensaje al mundo fue: Abracen a su mamá y a su papá, cada día, no vivirán para siempre.

Intenté actuar casual con esas palabras pero realmente tocaron mi corazón, aunque al mismo tiempo, me hicieron sentir mal.

Kyle habló sobre una señora que lo cuidaba cuando era niño y que se encariñó mucho con ella, como si fuera su segunda mamá pero que después que dejara de trabajar por problemas de salud, ya no la ha visto.

Kyle dijo: Supongo que si algún día Tony publica su libro y se vuelve famoso, espero que me ayude a encontrar a Amelia Hian, la señora que he esperado volver a abrazar por muchos años.

Finalmente, Gustavo contó sobre su interés por trabajar con aviones aunque no está seguro de qué pasos tomar para cumplir sus sueños.

Gustavo finalizó: Mi abuelo siempre me dijo que soñar tenía un precio, uno que solo los valientes lo pagan y yo quiero tomar los riesgos, quizás no tengo lo que se necesita o tal vez si, aún estoy incierto de mi futuro pero quiero intentarlo.

 

Los chicos se fueron después de un rato, ellos insistieron en que fuéramos a la fiesta, le dijeron a Hugo que habría muchas chicas y que todas se morían por verlo de nuevo. Él no se veía particularmente emocionado y dijo que lo pensaría.

Leonor bostezó. —Iré un rato a ver la tele —anuncia.

Hugo asiente. —Yo tomaré una ducha —mira a Leonor—. Ve a bañarte, dejaras arena por todos lados.

Reniega y entran a la casa.

—Tengo que cambiarme —le digo a Anthony.

Asiente. —Claro, yo también, igual iré a bañarme.

Regresamos a la casa, los abuelos siguen en lo suyo como si el tiempo no pasara para ellos. Cada vez que los veo juntos sonrío, se nota que son mejores amigos y que su amistad no se rompió a pesar de los años. Se llevan tan bien.

Termino de bañarme luego que Leonor saliera, ella se vistió con un vestido de flores y me pidió que la peinara. Lo hice, le recogí el cabello en dos coletas altas, se ve adorable y a ella le gustaban.

Yo me quite la ropa mojada y me vestí con el único vestido que tengo para los días más calurosos de verano, uno azul cielo que me llega por encima de las rodillas, con mangas tres cuartos y un diseño suelto. Creo que en realidad es un vestido para primavera pero no me importa, sirve igual.

Bajo y me siento en el sofá, ahora los abuelos están en las sillas de afuera bebiendo un poco del té helado que Samantha preparó antes de salir con Peter.

Escucho que alguien baja por las escaleras, giro mi rostro y está Anthony curiosamente vestido también con una camiseta del color de mi vestido.

Él me mira y sonríe. — ¿Quieres combinar?

Niego. —No lo hice a propósito, iré a cambiarme —me levanto y estoy por subir las escaleras cuando él toma mi mano, sus manos siempre se sienten suaves.

—Me gusta cómo nos vemos —sonríe.

Sus ojos se ven muy bien con ese tono de camiseta. —Te queda bien ese color —le digo.

Él sonríe. —Es la primera vez que usas vestido —afirma—. Te ves hermosa.

Trago saliva. —Gracias.

— ¿Qué quieres hacer ahora? —me pregunta, acercándose a mí.

Me encojo de hombros. —No lo sé, ¿Qué sugieres?

—Pues me gustaría ir al paseo marítimo contigo —afirma.

Yo entrecierro los ojos. —Iré si me respondes algo —asiente—. ¿Estabas celoso de tus amigos?

Ajusta sus gafas. —No… bueno, un poco —suspira—, no es como si tengo derecho a estar celoso pero, bueno, no sé… Kyle es más alto, Gustavo tiene una personalidad más divertida, Luke y Aron tienen el abdomen marcado.

Bufo. — ¿Se supone que me tienen que gustar por eso?

Sonríe. —No, pero… quizás te gustaba algo de ellos y no podía detenerte, pero eso no significa que no me hiciera sentir un poco triste.

Lo miro, sintiendo mi corazón acelerarse, aprieto su mano y lo muevo hacia otra parte de la casa, cerca de la puerta trasera.

—Eres adorable —le digo antes de abrazarlo.

Él se ríe. —No soy adorable pero acepto tu abrazo.

—Lo eres, un tonto adorable —me gustan sus abrazos.

Acaricia mi cabello. —Tu eres adorable —toca mi mejilla—. Pero, ¿estabas poniéndome celoso a propósito?

—No… un poco, quizás. No sé, además no quería que sintieras que tenías que estar a mi lado cuidándome y no divirtiéndote.

—Me divierto cuando estoy a tu lado —admite—. Por cierto, no olvides que me debes un reto.

Caminar a media noche en la playa. —Estaré ahí.

Estar tan cerca de él se ha vuelto algo que no puedo dejar de hacer, es como si recargara mi energía. Me gusta la manera que me abraza, sus ojos viéndome y su sonrisa. Me gusta todo de él, todo.

—Realmente se siente como si fuéramos Romeo y Julieta —se ríe—. Ocultándonos para que no descubran nuestro amor.

— ¿Qué amor? —me separo—. Somos enemigos.

Toma mi mano y besa mi mejilla. —Enemigos que se aman, una de los mejores recursos de las historias de amor.

Tengo que contener mi respiración unos segundos para no demostrar el efecto que tuvo en mí por ese pequeño beso.

Arrugo la nariz. —Suena a un cliché.

Abre la puerta. —Te he dicho que los clichés son la mejor parte de una historia.

—Espera, necesito mi teléfono —le digo.

Él me deja ir a traerlo y el toca su bolsillo derecho para indicarme que él tiene el suyo ahí, vuelve a tomar mi mano y caminamos hasta el paseo marítimo.




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