El concierto no era como lo imaginaba, es en la playa y hay varias antorchas que iluminan el lugar, un escenario pequeño de madera con algunas luces amarillas y varias mesas por el lugar, a los costados hay algunos puestos de comida.
La música es acústica, la chica que está tocando tiene el cabello rubio largo y algunos tatuajes en su brazo, su voz es realmente bonita y toca la guitarra.
Yo estoy en la mesa esperando a que los chicos vengan, Hugo fue por unos palitos de queso mozzarella y Anthony por café frío. Algo que he notado es que cuando están aquí en Pearl Coast parecen olvidarse de su estilo de vida saludable y comen lo que se les antoja.
Ellos regresan casi al mismo tiempo, repartiendo las bebidas y las porciones de palitos de queso.
—A comer —Hugo se sienta a mi derecha y Anthony a mi izquierda.
—Se me antoja una de esas hamburguesas —dice Anthony viendo hacia un puesto de comida detrás de Hugo.
Yo lo veo. —Pensé que eras el ser humano más saludable del planeta.
Se encoje de hombros. —Pasar tiempo contigo me está cambiando.
Hugo muerde un palito de queso y la mozzarella se queda colgando hasta que lo corta con su dedo. —Entonces, ¿Qué tanto han hecho este verano?
Me encojo de hombros. —Hemos coleccionado historias de personas.
—Um, cierto, tú eras la chica de las colecciones, ¿no? —pregunta Hugo.
Eso me recuerda a que no he sacado algunas cosas de las cajas de mudanzas, pasar tiempo con los vecinos y con Anthony me ha distraído. —Sí, lo soy.
Anthony sonríe. —Aun tienes que enseñarme lo que coleccionas.
— ¿Corazones? ¿Le has robado muchos a los chicos, no? —molesta Hugo.
Suspiro. —Mejor dime sobre tu ex novia, ¿Cuándo saliste con ella?
Hugo arruga la nariz. —El verano pasado, luego ella y yo nos separamos en octubre, no duramos mucho.
Tomo un poco de café. — ¿Cuántas novias has tenido?
—No muchas —responde.
Anthony niega. —Una por cada año que tiene, desde los trece.
Sonrío. — ¿En serio? Vaya, eres un rompecorazones.
—No soy un rompecorazones, las cosas se acaban y ya, no es tan serio. —afirma.
Veo a la chica con su guitarra. — ¿Entonces este año has salido con alguien?
—No —muerde otro palito—. Creo que me retiro de las citas.
—Imposible —ríe Anthony—. Cuando empecemos la escuela saldrás con alguien.
Sonrío de lado. —Entonces yo te molestaré a ti.
—Belle, mejor cuéntanos como te enamoraste de Tony —pide Hugo sonriendo.
Suspiro. —No estoy enamorada de nadie.
—Pero, ¿te ha gustado alguien? ¿Aunque sea un poco? —pregunta dándole una mirada rápida a Anthony.
Bueno ahora me gusta su hermano. —Em, no… la verdad es que no. En algún momento llegué a pensar que tal vez no sentía atracción por nadie pero luego salía algún actor atractivo y descubría que sí sentía algo así que… no sé.
Hugo se ríe un poco. —Es raro, ¿No? Nuestros abuelos fueron mejores amigos, ustedes dos conectaron muy bien y no sé, es como si conocernos tenía que suceder.
Anthony sonríe. —Así me siento, tú te llevas muy bien con el señor Moss, mamá adora a Isabelle, todos nos llevamos bien.
Bajo la mirada, luego Hugo pregunta algo que estaba pensando. — ¿Qué hay de tu papá? ¿Por qué no lo hemos conocido?
Anthony me mira y yo le muestro una pequeña sonrisa. —Mi papá trabaja de lunes a viernes, los sábados suele hacer cosas como reuniones y no sé, no entiendo muy bien su trabajo pero… ya lo verás un día.
Rasca su nariz. —Entiendo, papá también está ocupado últimamente.
Pero su papá está más presente que el mío.
—Como sea, entonces, ¿Eres el popular en tu escuela? Creo que te ignoraré así las chicas no se sienten intimidadas por mi o algo.
Bufa. —No soy tan popular.
Anthony ríe. —Lo eres, hermano. Ya veras, Isabelle, el chico estrella.
Rueda los ojos. —Claro, Anthony también es popular con las chicas pero no quiere darse cuenta —me dice—, él no cree que varias me han preguntado por su número.
Anthony niega. —No es cierto, nadie quiere mi número.
Hugo se recuesta en su silla. —Claro que sí, Leticia quería invitarte al baile de San Valentín pero le dije que no vas a bailes.
¿Quién es Leticia? —No es cierto, sabes que conmigo son diferentes.
—Ya te dije, no les hagas caso a esos idiotas y la gente te respetará como lo mereces.
—Ah, ya Hugo, no quiero hablar de eso —responde.
Hugo suspira. —Isabelle, dile a Anthony que deje de ser tan amable con personas que no lo merecen.
Anthony le toca el brazo. —No quiero hablar de eso.
Yo levanto los brazos. —No sé pero les diré algo —los miro—. Yo no soy como ustedes me conocen y no me dejo de nadie así que si alguien te molesta no me quedaré callada —veo a Anthony y luego a Hugo—, y si alguien quiere hacerme sentir mal porque piensa que soy una amenaza o algo tampoco me dejaré.
Ambos sonríen. —La verdad si das algo de miedo —Hugo afirma.
Anthony niega. —No, ella es muy linda.
Hugo arruga su nariz. —No empiecen por favor, estamos comiendo y tendré nauseas.
—No tienes que defenderme, yo te defenderé —Anthony lo ignora y me dice.
Yo niego. —No es por defenderte, me molesta la gente que intenta aprovecharse de otras o se burla o cosas así —afirmo—. No puedo detenerme.
Hugo suelta una risa. —Tony, yo la distraigo, es tu momento de alejarte de ella.
Él suelta una carcajada. —Jamás, mi corazón pertenece a Isabelle.
Rueda los ojos. —Oigan tengo una pregunta —me mira—. ¿Por qué ustedes se dicen por sus nombres? Nadie te llama Isabelle, ni siquiera tu abuelo y a ti —mira a Anthony—, todos te decimos Tony.
Me encojo de hombros. —No sé, él me dijo que mi nombre era largo y le dije que el suyo también y ya, desde ahí le llamo Anthony.
Hugo suspira y toma un poco de café. —Jamás los entenderé —me da una mirada—. Tú y él son tan… diferentes pero se gustan.