La clase de Historia termina, me levanto de mi asiento y veo a Anthony. —Ahora solo queda Ingles, ¿Qué tienes tú?
Anthony se acomoda las gafas. —Um, matemáticas…
— ¿tienes inglés? —Sean me pregunta, detrás de mí—. Yo también, ¿vamos?
Me encojo de hombros. —sí, ¿Por qué no? —Miro a Anthony y le muestro una sonrisa—. Te veo después.
Él aprieta los labios y los curva hacia arriba, como si estuviera forzándose. —Te veo después, para regresar, juntos.
—Sí —digo, sacudiendo mi mano.
Sean se mueve para darle unas palmadas en el hombro a Anthony. —Adiós, un placer conocerte, nos vemos por ahí.
Anthony únicamente asiente y se mueve para salir.
Sean y yo comenzamos a ir en dirección a la derecha, al salón de clases. La verdad no me desagrada, no sé porque no me desagrada cuando a mí me desagradan casi todos.
—Entonces, Isabelle —dice—, ¿Me pasas tu número? Así te envío mi lista, está en un archivo, soy muy organizado.
Resoplo. —Um, sí… —me detengo, saco el teléfono detrás de mi bolsillo y él también lo hace.
Le doy mis dígitos y él me da los suyos, registro su número y guardo mi teléfono de nuevo.
—Ese chico rubio está totalmente enamorado de ti —afirma, sonriendo de lado—. No deja de darte miradas.
—Ah, bueno, espero que sea así —respondo, tirando del borde de mi camiseta—. Ese chico rubio es mi novio.
Sean asiente dos veces. — ¿También le gustan las películas dramáticas?
Entorno mis ojos pensando en las películas que él mira, honestamente no estoy segura de cuál es su favorita. Solo recuerdo nuestra primera cita, el cine al aire libre. —Creo que él es el tipo de personas que ve cualquier película.
—Tú te mudaste en el verano —señala—, ¿Cómo es que es tu novio? ¿Se hablaban por internet o fue uno de esos casos de amor instantáneo?
Sonrío, recordando el primer día que vi a Anthony. —Um, no fue instantáneo —aseguro—. Pero pasamos todos los días juntos y él es…
Una gran persona, quien me sostiene cuando estoy cansada y con quien puedo estar por muchas horas sin aburrirme. El chico que pasea conmigo en la playa y quien no tiene miedo de hablar con desconocidos. Es alguien a quien yo quiero.
—Anthony es —continuo—, divertido y muy interesante. Solo ocurrió, supongo. Poco a poco…
— ¿Cuánto tiempo llevan juntos? —pregunta.
La verdadera pregunta es, ¿Por qué estoy hablando de esto con Sean? Lo acabo de conocer. Qué raro.
—Um, bueno… como dos semanas —no estoy segura de cuando empezó esto, ¿fue desde nuestro primer beso?
—Ah, es muy reciente —Sean afirma—. Y, ¿no te da miedo que terminen y ustedes vivan al lado del otro?
Junto mis cejas. — ¿Por qué vamos a terminar? —Pregunto, cruzando mis brazos—. Acabamos de empezar.
—Pero así son las cosas —Sean comenta—. Yo tenía una novia que conocí en un campamento, el verano pasado y terminamos a los pocos días… fue incomodo el resto de las vacaciones.
Niego, con nosotros será diferente. —Anthony y yo… —tenemos algo muy fuerte—, no vamos a terminar.
Sean sonríe y me mira con las cejas elevadas. — ¿Por qué estás tan segura?
— ¿Por qué piensas que no? —replico, estoy comenzando a molestarme.
—Porque sí, así es la vida, ¿no? —Se encoje de hombros— las personas se van, pueden jurarte que te quieren pero al siguiente día, te decepcionan y todo se ha acabado.
Me detengo un segundo. Eso que dijo Sean, eso es como lo que yo pensaba antes de conocer a Anthony. En parte aun lo creo, sigo pensando que tienes que tener cuidado con las personas que prometen quedarse para siempre.
Respiro profundo, ¿Qué me hace pensar que Anthony y yo duraremos solo porque ahora lo estamos prometiendo?
Las promesas no tienen ningún fundamento sólido, es tan solo un conjunto de palabras que se pueden desvanecer en el aire. Puedo prometerle a Anthony que en veinte años me haré un tatuaje en la frente con su nombre pero, eso no significa que cuando el día llegue, lo haré.
Eso no significa que si promete quedarse y quererme para siempre, será así.
—Cambiemos de tema —digo, deseando poder detener las ideas que visitan mi mente en este momento.
—Está bien, está bien —rasca el puente de su nariz—. Entonces, tú y yo somos nuevos en este lugar, ¿Has encontrado algo interesante para hacer?
—Pues, durante el verano estaba la feria y también, puedes pasear por las calles.
Resopla. —Lo sabía, no hay mucho que hacer —seguimos caminando, volteando a ver los números de las puertas para encontrar nuestro salón—. Creo que es ahí.
Sí, tiene razón, ahí está nuestra clase.
Vamos hasta allá y entramos. A pesar que no nos pusimos de acuerdo en sentarnos juntos, él se dirige al fondo y yo también. Sean se acerca con su escritorio al mío mientras aun no viene el profesor.
—Bien, dime tus cinco canciones favoritas —recuesta su brazo sobre la superficie.
—Me gustan muchas canciones —respondo.
—Pero si solo te dejaran escuchar cinco canciones el resto de tu vida, ¿Cuáles serían? —insiste.
Hago una mueca. —Supongo que, no sé, cualquiera de mi lista de reproducción.
Hace un ruido como si se estuviera quejando. —Dame una al menos.
Respiro profundo recordando aquella noche en la playa. —Don’t stop believing.
Se mueve sobre su asiento. —Ah, una clásica, ya veo —da unos toques al escritorio—. Entonces…
Antes que él siguiera hablando, entra un hombre alto y delgado. Seguramente es el profesor, luce como uno.
—Buenos días alumnos —saluda, dejando unas carpetas sobre el escritorio negro metálico—. Soy su profesor de ingles, me presento aunque la mayoría de ustedes ya me conoce, ¿verdad?
Los demás en este lugar responden que sí y por la forma en que sonríen me quiero imaginar que él no es de esos amargados y aburridos.
—Soy el profesor Rold, estaré impartiendo la clase de ingles y un par de asignaturas más —da unos pasos al frente—. Como la mayoría son rostros conocidos espero que no haya olvidado mis reglas —pasa su mirada por toda la clase—. No permito ningún tipo de burla hacia sus compañeros, no me importa si son amigos o si es algo que hacen entre ustedes, en mi clase se comportaran con respeto, ¿entendido?