ANTHONY
Hugo se acerca a mí cuando estoy guardando mis libros.
—Llegaré después, te veo en la noche —anuncia.
Él se estaba girando cuando estiro mi mano para tomar su brazo. —Espera, ¿Qué vas a hacer?
Hugo sin duda tiene una vida social más activa que la mía, es usual que salga con sus amigos y vaya a fiestas pero es el primer día de escuela y a mamá no le gusta que regrese tarde entre semana.
Se rasca la mandíbula. —Nada… solo, iré por ahí.
Hugo no me mira a los ojos, desde hace unos días lo noto muy distante. Sé que a él también le afecta todo lo que estamos viviendo con el abuelo pero esperaba que nos apoyáramos mutuamente, no que se alejara de mí.
Pero tengo que ser paciente y darle tiempo, él es muy reservado con lo que siente. Yo lo sé, sé que Hugo nunca dice lo que realmente siente hasta que explota.
No quiero presionarlo.
Los ojos de Hugo se mueven a un punto detrás de mí, aprieta levemente la boca. Parece que está viendo algo que no le gusta, quizás es una de sus ex novias intentando llamar su atención o…
— ¿Cómo lo conoce? —pregunta.
— ¿A quién? —me giro y encuentro a Isabelle caminando al lado de Sean dirigiéndose a esta dirección.
Me siento como esos días cuando mamá sale con Leonor y tengo que esperarla para comer, ese vacío en mi estómago que intento ignorar pero que cada vez, se hace más grande.
—Ah… —aclaro mi garganta—, um, en clase…
Finalmente se acercan, Isabelle gira su rostro y me mira. —Ah, hola —su mirada va hacia Hugo y la retira rápidamente.
— ¿Y él? —Sean señala a Hugo, dirigiéndose a Isabelle.
Ella se encoje de hombros. —Es su hermano, de Anthony.
Hugo resopla. —Soy Hugo, ¿Y tú?
—Sean —contesta encogiéndose de hombros.
Isabelle da unos pasos para colocarse a mi lado. —Um, Anthony, Sean quiere que salgamos un rato.
— ¿Tu con él? —Hugo pregunta, elevando un poco la voz.
Sean bufa, responde: —No, ella, su novio y yo.
Miro a Isabelle pero sus ojos no me rebelan nada. — ¿Salir?
— ¿Para qué? —pregunta Hugo.
Sean sonríe de lado. —Tú también puedes venir —señala a mi hermano—. Mira, no parece que haya mucho que hacer en este lugar y solo quiero salir de mi casa, solo eso.
Entiendo a Sean, quizás solo está intentando hacer nuevos amigos. No entiendo porque Isabelle le habla a él tan fácilmente, a pesar que Isabelle parece tomar distancia de las personas que conocer con él ha sido distinto. Aunque, tal vez, no conozco totalmente a Isabelle.
—Yo… tengo algo que hacer —aclara su garganta.
Sean rasca su brazo. —Entonces, serán ustedes dos y yo.
Hugo inclina su rostro, de la manera que lo hace cada vez que Leonor se mete a su habitación sin su permiso y quiere regañarla pero se contiene. — ¿A dónde van? Ustedes son nuevos en este lugar y Tony… él va a librerías y la iglesia.
Giro mi rostro hacia él, Hugo habló de una forma extraña, casi parece que quiso sonar grosero. Pero no, Hugo no es así, él es lo contrario a grosero en especial conmigo. Está diciendo la verdad después de todo, me gustan los libros y voy a la iglesia porque ahí hay muchas personas interesantes con quienes charlar un rato.
Las personas que van a las iglesias usualmente llevan secretos en su interior que necesitan salir a la luz.
—He conocido muchos lugares —Isabelle suelta—. No he vivido aquí tanto como tú pero conozco a donde ir —ella me da una mirada rápida—. Y Anthony va a esos lugares porque es un buen chico.
Sean resopla. —Los chicos buenos son aburridos —luego me mira—. Sin ofender, solo no soy uno de esos.
—Se nota —Hugo susurra.
Sean eleva una ceja. — ¿Qué?
Hugo suspira. —Nada, me voy —me señala—. Te veo después.
Hugo gira y se aleja, yo sigo viéndolo pasar a través de las personas, la puerta al fondo de la salida permite que la luz del sol entre, haciendo que él poco a poco se vea como una silueta que eventualmente desaparece.
—Entonces… es tu hermano. —Sean dice, no parece una pregunta, más como una afirmación.
—Lo es —digo, arreglándome las gafas.
Sean mira a Isabelle y aunque intento no ser paranoico, pareciera que la observó por más segundos de los que comúnmente necesitas para ver a una persona. — ¿Te cae bien?
— ¿Quién? —pregunta ella, acomodándose el cabello.
Sean levanta y baja el mentón. —Hugo.
Es interesante como él hace esa pregunta sabiendo que yo estoy aquí, escuchando todo.
Isabelle se lleva la mano a su barbilla y toca la comisura de sus labios, por unos segundos luce pensativa, finalmente baja la mano y toma la mía. —Me agrada más su hermano —mi corazón pegó un brinco, aunque ella y yo nos hemos tomado de la mano antes, siempre me da un golpe de felicidad—. Me gusta su hermano —concluye.
Intento no hacerlo pero sonrío y sé que me estoy sonrojando. —Ah…
Sean interrumpe con un quejido. —Si salimos no hagan este tipo de cosas frente a mí, el amor da asco.
Isabelle entorna sus ojos al verlo. —Entonces no salgas con nosotros.
—Te lo dije —lame sus labios—. Estoy aburrido, si paso un segundo más en mi casa me voy a matar.
Nunca me han gustado las bromas sobre suicidio, pero Sean parece el tipo de hicos que usan esas expresiones deliberadamente.
Isabelle suelta mi mano. —Deberíamos ir a comer, tengo hambre.
Su cabello es un poco más corto, por debajo de los hombros. Quiero acercarme y pasar mis dedos entre sus hebras, lo he hecho antes y siempre está suave.
Miro sus ojos y pienso que es tan extraño como esta chica tan linda se fijó en mí. Cuando veo sus labios recuerdo nuestro primer beso y lo perfecto que se sintió todo esa noche.
Sean me saca de mis pensamientos cuando coloca una mano por debajo de mi mentón. —Te cae baba cuando la ves, amigo.