Lo Que Nadie Sabe De Ti

50: Los tres mosqueteros

ISABELLE

Las cosas en mi casa son extrañas, pero al mismo tiempo, sigue como siempre.

Me refiero a que, entre papá, mi abuelo y yo la dinámica sigue siendo igual pero ahora mi vida se extiende a la otra casa. Con los vecinos, con el chico que quiero y con el chico que no debió besarme, con la familia que me trata con parte de ella y el abuelo que podría tener menos tiempo en esta tierra del que nos gustaría.

Tan solo han pasado cinco días desde que empecé la escuela y aunque no me va mal, sigo sintiéndome incomoda. No sé si es por todas esas veces que me cruzo con Hugo en los pasillos y me observa durante un par de segundos para luego voltear la mirada, los comentarios sarcásticos de Sean sobre mi relación con Anthony o que a veces, siento como si una pieza en el rompecabezas faltara.

—Estoy exhausta —afirmo.

Con Anthony encontramos lugares donde pasar la hora de almuerzo. A él no le gusta ir a la cafetería y a mí no me interesa entonces hemos estado en la biblioteca, el jardín en la parte trasera de la escuela y hoy, en las escaleras que conducen a un espacio poco utilizado como bodega.

— ¿Por qué? —Estira sus piernas—. ¿No dormiste bien?

No he dormido bien desde la noche que Hugo me besó. —Tengo muchas cosas en mi cabeza —afirmo.

Él asiente. —Entiendo, es raro todo esto —vuelve a doblar las piernas—. A veces extraño ser niño, crecer… no lo sé, no está yendo en dirección a como creía.

Hago una mueca. Cuando era niña no me permití soñar, aprendí desde muy joven a no esperar mucho de esto. Quizás era un pensamiento demasiado cínico para una niña pero era mi realidad. Crecí con una familia extraña, una que no se sentía como tal.

Crecí para ver como las personas se iban y me remplazaban.

—Creo que deberíamos volver con tus historias —digo—. Necesitamos distraernos y recolectarlas, quiero que tu abuelo cuente su famosa historia.

Anthony hace una mueca. —Yo también pero no sé por dónde empezar.

—Vaya — ¿Sean? —. ¿Se esconden para besarse?

— ¿Qué haces aquí? —Anthony y yo preguntamos al mismo tiempo.

Él suelta una carcajada, se lleva una mano al pecho. — ¿Les molesta mi presencia?

—Sí —respondo yo, mientras que Anthony niega.

Sean camina hacia nosotros y se deja caer justo en el medio. —Estaba explorando la escuela, llegué aquí y escuché unas voces conocidas.

—Estamos ocupados —suelto, molesta.

Sean me mira entornando sus ojos. — ¿Besándose?

—Tal vez —me cruzo de brazos—. ¿Por qué no buscas alguien más con quien estar? ¿No quieres hacer amigos como tú?

—No me interesa hacer amigos —responde, recostándose y volteando a Anthony—. ¿Se estaban besando?

Anthony ajusta sus gafas. —No, solo hablábamos.

— ¿de qué? —indaga.

Ruedo los ojos pero Anthony responde: —De nada, solo planeábamos algunas cosas.

— ¿Qué cosas? —sigue preguntando.

Anthony presiona sus labios, luego su mirada cambia y lo señala. —Tú puedes funcionar.

— ¿Qué? —Sean se reacomoda.

Sacude sus manos. —Tú eres nuevo, tú tienes algo que contar, ¿no? Una historia.

Ah, ahora entiendo a qué dirección va esto. No sé si sea buena idea contarle a Sean sobre el libro de Anthony, podría no tomárselo en serio.

— ¿Una historia? —Sean lo mira confundido.

Anthony se señala. —Mira, yo colecciono historias, me gusta que las personas me digan algo que si tuvieran la oportunidad se lo dirían a todo el mundo, algo que quieren compartir por una razón personal o por un mensaje positivo…

—Ah, creo que entiendo —lo corta—. No tengo nada que contar.

Anthony niega. —Todos tenemos algo que contar.

Sean inclina su rostro. — ¿Qué tienes que contar tú? ¿Cuál es tu historia, rubio? Y por favor no me digas que involucra a Belle, sería patético.

Chasqueo mi lengua.

Anthony sonríe tranquilamente. —Mi abuelo tiene una enfermedad ahora mismo, no se cuánto tiempo le queda —suelta, estoy sorprendida por su honestidad—. Este proyecto lo involucra a él y es importante para mí, supongo que esa es una historia para contar, ¿no?

Esperaba que Sean soltara algún comentario tonto, algo que me haría sentir muy molesta por burlarse de Anthony o que le pediría que se fuera de aquí.

Sin embargo, Sean solo asiente. —Lamento que eso esté pasando con tu abuelo.

Junto mis cejas. Sean es una persona muy rara, difícil de predecir.

—Está bien —Anthony dice—. Solo quiero hacer esto, sé que no tiene mucho sentido pero detrás de este proyecto hay muchas razones para hacerlo, quiero hacerlo.

Sean dobla sus piernas. —Suena bien —responde—. Te ayudaré si quieres, ¿Qué tengo que hacer?

—Espera —lo detengo—. ¿Qué? ¿Ahora dejaras de ser sarcástico?

Sean me da una mirada de reojo. — ¿Sigues aquí, Belle? Si no te molesta, estoy ocupado con Anthony.

Anthony muerde su labio inferior para no reír, ¿desde cuándo se invirtieron los papeles?

—Entonces, ¿Qué quieres hacer? ¿Saber mi historia? —pregunta.

Anthony le explica sobre todo lo que me ha dicho, le cuenta de cómo fuimos a buscar varias historias y que llevamos más o menos la mitad pero que su abuelo accedió a contar su historia únicamente si llega a ser la numero cincuenta.

—Amigo, literalmente estás en un edificio lleno de personas con anécdotas —Sean señala—. ¿Por qué no lo aprovechas?

— ¿Ahora es tu amigo? —digo, un poco molesta por cómo se cambió esta trama.

No es por Sean, es porque me está quitando mi tiempo con Anthony. Pero ahora que veo a Anthony, más relajado y hablando con Sean sin timidez me siento un poco agradecida.

No conozco a Sean pero hasta ahora había sido un poco irritante, aunque debo admitir que sus actitudes algunas veces me recuerdan a mí. Espero no ser tan irritante como él.

—No puedo preguntarles aquí, siento que… bueno, tu no reaccionaste mal pero, puede que piensen que es tonto —su tono de voz disminuye.




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